SEXTANTE
2-2
Por: Costeau
Tiburoneros es una cinta sincera y, por lo mismo, evita un melodrama en el que pudiera habernos presentado una historia de “infidelidad” y “crítica moralista”. Más bien Alcoriza nos ofrece en este filme una historia llena de objetividad, una mirada humanista sobre la realidad de un hombre que vive en un sistema social donde el trabajo es muy duro y las circunstancias económicas, naturales, ambientales, etc., hacen muy difícil y hasta brutal la búsqueda de la felicidad. Por esta razón, en el guion y en la realización cinematográfica de la cinta no hay “héroes” ni “víctimas”; la narración se limita a presentarnos una especie de búsqueda del “progreso personal”, pero de una forma contraria a la común o tradicional, es decir, como cuando el campesino o el pescador buscan superarse alejándose de la vida donde ésta es más difícil y las condiciones climáticas no son las más agradables. Por eso, cuando Aurelio regresa a la Ciudad de México y piensa que ha retornado a la felicidad, a la estabilidad económica, a la convivencia familiar, etc. muy pronto se da cuenta que el colchón blando, el perfume del pelo de su esposa a la hora de acostarse, el cariño de sus hijos, la comida deliciosa y variada y las bromas de sus viejos amigos que ya entrados en copas lo presionan para que cuente sus infidelidades, no reemplazan los tablones donde dormía en Tabasco. Se da cuenta, en fin, de que a pesar de lo diferente y dura que es la vida en la costa, ésta era más auténtica para el “verdadero ser humano” que se había revelado en él. Por esta razón decide regresar a la costa de Tabasco a recobrar su identidad como ser viviente y al tomar esta decisión no siente ningún remordimiento por dejar de nueva cuenta a su familia. Aurelio habla con su hijo mayor, estudiante de una carrera profesional, le entrega el dinero con el que podrá realizar un negocio con una compañía de transporte de mercancías, para que su familia pueda sostenerse en el futuro. Al despedirse de su hijo, Aurelio simplemente le dice: “Cuando tengas más años, hijo, me comprenderás en mi decisión”.
Aurelio regresa a Tabasco y cuando se entera Pigua, corre a avisarle a Manela; la bella muchacha, sorprendida, corre detrás de Pigua; pero repentinamente regresa a su choza y de hinojos se pone a sollozar. Es evidente que hay una emoción muy honda. Con esta conmovedora historia, Alcoriza hace una profunda reflexión sobre lo que un ser humano puede entender como la “realización de su ser” y sobre lo diferente que es para los hombres el “existir”. Alcoriza contrasta así la desventura de los pescadores de Tabasco, ajenos a la tecnología, a las comodidades de la vida moderna y expuestos a muchos peligros y sufrimientos, desconocidos para los citadinos. También contrasta la moral que predomina en las grandes ciudades, donde sus habitantes no llegan a establecer relaciones regidas por la amistad incorruptible, la lealtad, el diálogo sincero, el sentido común y hasta la forma “instintiva” en que se comportan los pescadores en la resolución de sus conflictos y peleas, o en su comportamiento sexual, que no los hace “peores seres humanos” o, más bien, los hace seres humanos más auténticos y menos contaminados de la enajenación que se ha apoderado de los habitantes de las grandes ciudades. En este filme, Alcoriza nos presenta a los habitantes de la gran ciudad como seres despojados de alma, en cierta forma, además de despreocupados por los males del vecino, envidiosos y codiciosos, viciados por ese ambiente destructor de una moral insincera y llenos de enajenación, de falta de libertad que impregna los rincones de la sociedad urbana moderna.
El cine de Alcoriza no ha sido revalorado y reconocido. Sus guiones y sus cintas no son el cine comercial, enajenante y manipulador del que hoy está lleno el cine comercial. El cine de Alcoriza es, por el contrario, una expresión artística llena de objetividad que retrata con profundidad la problemática social. Los olvidados, de Buñuel –del quien fue guionista Alcoriza– es un ejemplo de la gran calidad de este realizador hispano-mexicano que llegó muy joven como refugiado de la Guerra Civil española.