El dinosaurio, Carlos Romero Deschamps, está herido y da coletazos de sobrevivencia dentro del sindicato petrolero porque el clima político de impunidad en el que se ha movido y le permitió amasar una de las fortunas más negras en el país, toca a su fin.
Difícil que logre su cometido de reelegirse por quinta ocasión al frente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, el daño que ha hecho es tan grande como el movimiento de rechazo que acarrea por todo el territorio nacional.
El lo sabe, siente que su fin sindical está muy próximo y por ello emprende una jugada suicida para protegerse del próximo gobierno.
En días recientes, acordó con el Comité Jurídico en la ciudad de México, adelantar la elección de los nuevos secretarios generales pese a que por ley debe ser 90 días antes de que concluya su periodo.
La orden de Romero Deschamps literalmente, “es impedir a como de lugar”, una asamblea donde ganen los contrarios, descartando por supuesto el voto libre y secreto.
Lo más grave es que haya encomendado a los secretarios de las secciones, 10, 11, 14, 29, 35, 38, 44, 47, 48 y 50, no perder por ningún motivo las votaciones, dejando abierto el camino a la violencia, la fuerza, el amago o cualquier artimaña necesaria, en esos casos.