Miguel Ángel Casique Olivos
En la Ciudad de México circula desde hace varios días la noticia sobre denuncias por acoso, tocamiento y abuso sexual contra mujeres en el metro; se dice que el número de víctimas se incrementó y, que además, se sumó el intento de secuestro.
Según datos de 2016 al 2018, sólo se registraron 11 denuncias y contrastando los datos, del 1 al 7 de febrero de este año se presentaron 23 quejas por acoso o intento de secuestro, todos en las inmediaciones del Metro. Tras abrir 15 carpetas de investigación se han detenido a dos hombres.
La verdad es que en la Ciudad de México, donde habitan cerca de 10 millones de mexicanos, la inseguridad es el pan de cada día; el que ahora se saque a la luz pública que se acose a las mujeres y que se «descubra» que hay intento de secuestro hacia jóvenes entre 20 y 25 años como ayer lo informó un diario nacional, pareciera una pequeña cortina de humo para ocultar el verdadero problema, que es mayúsculo sobre la inseguridad.
Hace unas horas, el presidente López Obrador dijo que en la Ciudad de México se trabaja de manera coordinada para combatir la inseguridad, debido a que se ha registrado un incremento en el índice de homicidios por día, de 4.8.
Lo que también es cierto es que la Ciudad de México debe trabajar en conjunto con el gobernador mexiquense, Alfredo del Mazo, de hecho la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum y él ya se han estado reuniendo, según, para ponerse de acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública.
La inseguridad en la Ciudad de México y en el país no es un fenómeno que hay que atacar aisladamente, este flagelo es también consecuencia de una mala distribución del ingreso nacional y de su expresión, máxima, la pobreza; porque, ¿quién o quiénes delinquen?, ¿lo hacen por puro gusto?.
La verdad, y tratando ser objetivos, se pudiera afirmar que la mayoría de los que delinquen han sido orillados hacia allá; ya sea porque no han encontrado empleos o porque su historia, desde la familia, sentimental o laboral, ha influido negativamente; en realidad los asaltantes, secuestradores y todo tipo de delincuencia son consecuencia de los mismos males sociales que padece nuestro país.
La inseguridad necesita políticas no sólo de generación de empleos para que todo mundo pueda trabajar, sino también una política de educación y cada mexicano se concientice de que no debe hacer daño a sus semejantes, algo que aún es un sueño, pero que tarde o temprano será realidad.
El clímax no político…
Y hablando de problemas, resulta que inflación arrancó el 2019 a la baja, y es que en el primer mes del año, la inflación sorprendió al mercado al desacelerar más de lo esperado, de acuerdo con el reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En el mes enero, el Índice Nacional de Precios al Consumidor, registró un incremento mensual de 0.09%, con lo cual la tasa anual de inflación se ubicó en 4.37 por ciento. Vaya pronóstico para la economía de los mexicanos; al fin y al cabo es política de austeridad, así que no hay de que preocuparse. Por el momento, querido lector, es todo.