Elisse es un joven que nunca sueña. Él duerme y se olvida del mundo porque sabe que cuando abra los ojos las pesadillas estarán ahí, a su lado, para aquejarlo. Así comienza La Nación de las Bestias (Océano Gran Travesía, 2019), el libro que Mariana Palova escribió para explorar la diversidad de la tierra.
La novela relata el viaje que Elisse realiza por todo el mundo. Desde la India, donde fue resguárdado de pequeño por monjes tibetanos, hasta su llegada a la pantanosa Nueva Orleans, donde se encuentorá con un reino sumergido entre el misticismo del vudú y la música blues.
Según explica la autora, nacida en Guadalajara en 1990, el proceso de creación fue de una década, tiempo en el que además se dedicó al estudio de “las simbologías ocultas, la alquimia, las diferentes magias del mundo, las religiones y creencias”.
“Me di cuenta de que todas tenían algo en común que es esa necesidad de tener una explicación sobrenatural para hechos tan comunes como la muerte o la lluvia. Eso me parece fascinante y además es el punto de convergencia para todas (las religiones)”, comentó en entrevista con Zócalo.
En cierto sentido toda creación fantástica busca renovar los mitos en los que se sostiene el entendimiento del mundo. El imaginario que mantiene las bases en las que descansan los sueños y las creencias.
“La Nación de las Bestias es también una forma de dar mi explicación, de mostrar mis fantasías a todo el mundo. Pero siempre centrada en personajes que pudiéramos encontrarnos caminando en la calle. A mis lectores quiero darles la sensación de realidad dentro de todo ese mundo fantástico. La novela está construida bajo la idea de una fantasía que invade tu realidad, pero de una forma fascinante”, plantea.
Conexión natural
El mundo en el que se mueve Elisse es también el mundo del lector. Las apariciones de ciudades y de pueblos reales, los convirten en parajes en los que la realidad se rasga con la llegada de visiones peligrosas, de suspiros de otras dimensiones, de espíritus anclados a los vacíos que existen entre esos universos.
En La Nación de las Bestias, Elisse debe enfrentarse a la realidad de su persona. Una verdad que lo conecta con el reino natural, que echa raíces en lo más profundo de la tierra y de su naturaleza animal. Un camino que la humanidad ha olvidado con el paso del tiempo pero que fue su primer contacto con lo divino.
“Algo que conecta a toda la humanidad, independientemente de las creencias, es un hilo que nos ata con la naturaleza. Esta nos provoca mucha fascinación, las primeras religiones viene de la adoración natural. Creo que La Nación de las Bestias busca crear un vínculo con todas las religiones, los mitos y las leyendas a partir de esa relación que mantienen con la naturaleza”, explicó la también pintora.