Orden y Progreso es una oportunidad para poder visualizar la realidad que acontece en nuestro país desde distintos ángulos… la violencia no es un sinónimo de una lucha entre grandes capos y la autoridad, es una degradación social que el Estado no ha podido contener y va más allá de lo que nos han hecho creer.
Esta lectura del territorio, el artista, Arturo Ortiz Struck, la trabaja en tres registros: el real, que son los miles de muertos que existen en México; lo simbólico, que es como se representan las muertes y que por lo general es a través de los grandes enfrentamientos entre el crimen organizado y la autoridad, que es como nos lo han vendido, y es un gran receptáculo simbólico para la violencia, y lo imaginario que es donde opera el trabajo artístico del autor.
El artista logra generar con su obra otras posibilidades de imaginarnos como sociedad, generar otras formas afectivas en donde no todo esté relacionado con la violencia o el discurso de la violencia, que es como se ha desarrollado la sociedad en los últimos años y que se ha convertido en un caldo de cultivo por la misma degradación social.
Para el autor, la mirada que ofrecen los gobiernos sobre la violencia es muy simplista y uno de los principales problemas se debe a la incapacidad que se ha generado para vincularnos entre la sociedad y la autoridad.
Con gran sensibilidad, Arturo Ortiz Struck representa en 17 piezas, expuestas en la Galería Alterna, la capacidad que hemos perdido para imaginar otra realidad alterna a la que nos ha impuesto la autoridad para dar solución a un problema que nos va degradando como sociedad sensible.
El autor utiliza materiales como el acrílico, aluminio, madera y latón que son representaciones de la naturaleza, elemento fundamental para la vida y que poco a poco estamos terminado con ella. Una de las obras principales se compone de balas que representan el fetiche que existe en la sociedad al repudiar la violencia en sí pero de admirar la forma de vida de los grandes capos hasta copiar su estética.
Un doble discurso de la sociedad que se ha conformado por imaginar lo que sólo le han permitido ver.
En opinión del curador de la obra, Octavio Avendaño Trujillo, Orden y Progreso es una advertencia de la degradación que ha tenido nuestro lenguaje para nombrar a la naturaleza, el cual se ha convertido en política; una maquinaria semántica que reutiliza palabras sin sentido para adormecer nuestras conciencias.