Miguel Ángel Casique Olivos
Por un lado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump amenaza con que si México no detiene o frena la migración hacia “su país”, se cobrarán aranceles del 5% a partir del 10 de junio, un arancel que será gradual y se aplicará a todas las importaciones de México. El tuit completo del presidente gringo es: “El 10 de junio, Estados Unidos impondrán un arancel de 5% a todos los bienes que entran en nuestro país desde México, hasta el momento en que los migrantes ilegales que vienen a través de México y a nuestro país PAREN. La tarifa aumentará gradualmente hasta que se solucione el problema de la inmigración ilegal»
Ayer mismo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en una carta de casi dos cuartillas, le contestó y le dijo que no quiere confrontación y que «Los pueblos y las naciones que representamos merecen que, ante cualquier conflicto en nuestras relaciones, por graves que sean, se recurra al diálogo y actuemos con prudencia y responsabilidad». Sobre el tema de la migración dijo que «los seres humanos no abandonan sus pueblos por gusto sino por necesidad» y que por eso el gobierno de la 4T le propuso a EU optar por la cooperación para el desarrollo y ayudar a los países centroamericanos con inversiones productivas para crear empleos y resolver de fondo ese penoso asunto»
La frase que sigue llama también la atención: «No está demás recordarle que, en poco tiempo, los mexicanos no tendrán necesidad de acudir a Estados Unidos (sic) y que la migración será opcional, no forzosa; esto por que estamos combatiendo la corrupción, el principal problema de México (otro sic) ¡como nunca! Y, de esta manera, nuestro país se convertirá en una potencia con dimensión social. Nuestros paisanos podrán trabajar y ser felices donde nacieron, donde están sus familias, costumbres y sus culturas» Y aún hay más, «Presidente Trump: los problemas sociales no se resuelven con impuestos o medidas coercitivas».
Más allá de los dimes y diretes entre ambos mandatarios debemos entender que lo que observamos es parte de una política mundial; es decir, siempre el país más fuerte política y económicamente va a querer dominar a los más débiles; entonces, aunque no lo queramos, así está nuestro país, sometido por el imperialismo yanqui y, por tanto, está muy lejos de salir a flote como economía y como un país independiente. Ponerse a gritonear y a retar al país vecino, es como ponerse con Sansón a las patadas, porque México aún no está preparado para eso, nuestra dependencia hacia EU es descomunal y no podemos hacer nada.
En la mentada carta alerta que AMLO diga que en poco tiempo los mexicanos ya no irán a EU, porque se está combatiendo la corrupción que es, otra vez dice y asegura, el principal problema de México; López Obrador sigue cometiendo un error de origen, un error que no le va a permitir atacar los verdaderos problemas del país como la pobreza, marginación o inseguridad. La corrupción no es el principal problema de México señor presidente AMLO, el problema de México es la pobreza ocasionada por la excesiva concentración de la riqueza en unas cuantas personas; de este mal se derivan todos los demás, incluida la misma corrupción.
Y entonces, ¿qué planes tienen el gobierno morenista para erradicar la pobreza?, ¿realmente los tienen?, ¿o, está haciendo lo mismo que otros gobiernos pero con sus propios métodos? La principal de sus acciones, a seis meses de administración, es repartir apoyos vía tarjetas electrónicas, pero eso más que atacar la pobreza y la miseria, es echar a rodar un capital electoral que le dejará votos en cualquier elección que se acerque; eso, si es que los mexicanos no se dan cuenta que AMLO les quiere seguir dando atole con el dedo.
Todo parece indicar que la embestida de Trump contra México es para presionar que no vaya a ver algún cambio de última hora o algún inconveniente en la aprobación del T-MEC, pues ayer el canciller Marcelo Ebrard, Julio Scherer, consejero de la Presidencia, la secretaria de Economía y Jesús Seade, artífice de la renegociación del T-MEC, entregaron el paquete para que el Senado de la República abra un periodo extraordinario para avalar el nuevo acuerdo comercial.
Presidente AMLO: los problemas sociales no se resuelven con medidas coercitivas; tampoco con reparto a granel de tarjetas electrónicas con apoyo a los adultos mayores o con becas a estudiantes, que dicho sea de paso, no han llegado ni siquiera a los que ya fueron censados; y menos se resuelven atacando a las organizaciones sociales (con medidas coercitivas) o imponiendo políticas erróneas y sin un verdadero estudio de fondo. “Nuestros paisanos podrán trabajar y ser felices donde nacieron, donde están sus familias, costumbres y sus culturas” cuando gobierne un partido que no sea Morena; sino un partido que salga y sea verdadero representante del pueblo mexicano. Por ahora, ese buen deseo seguirá siendo un sueño, no de usted señor presidente, sino de millones de mexicanos.
El clímax no político…
Y quien también ya está en el ojo de huracán es el superdelegado del Gobierno Federal en Jalisco, Carlos Lomelí, quien se dice y comenta ha tejido una red de empresas que le han permitido obtener contratos, nada menos que hasta lograr acumular unos 7 mil millones de pesos. Según, el giro principal de Lomelí ha sido la proveeduría de medicamentos y ha incursionado en otras ramas como la inmobiliaria y de publicidad, se dice que tienen contratos con 17 gobiernos estatales y el gobierno federal.
Según investigaciones cuenta con 21 sociedades anónimas y tres asociaciones civiles vinculadas al funcionario federal y que opera a través de familiares, socios y empleados. En la asociación civil Instituto de Prácticas de Microcirugía y Endoscopía uno de sus socios es Ramiro López Elizalde, subdirector de Evaluación en el ISSSTE. ¿Qué no en el gobierno federal ya se acabó la corrupción? Sólo es pregunta para nuestro presidente López Obrador. Por el momento, querido lector, es todo.