La Orquesta Escuela Carlos Chávez realizó en el Palacio de Bellas Artes un ejercicio musical que logró unir orgánicamente el universo fílmico de Serguéi Eisenstein con el ideario musical de Silvestre Revueltas, artistas que en vida jamás coincidieron, pero que hicieron posible este ensueño en el que la frase ¡Qué viva México!
Se trató de la segunda presentación de este proyecto titulado Eisenstein & Revueltas, un ejercicio musical en el que los jóvenes instrumentistas de la OECCh más que hacer un acompañamiento sonoro a la película ¡Qué viva México! participaron en una intervención musical fuerte e intensa que reveló los tonos festivos y solemnes que perviven en México.
El ejercicio, que a mediados de octubre se presentó ante más de dos mil personas en la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas en el marco del Festival Internacional Cervantino en Guanajuato, este sábado 26 de octubre dejó un suspiro entre los asistentes al Palacio de Bellas Artes, quienes aplaudieron al final de la presentación.
El trabajo curatorial de Eduardo García Barrios, director de orquesta y titular del Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM), y el de Annette Fradera, productora musical, logró evocar en esta proyección en el Palacio de Bellas Artes el corazón de México a través del tratamiento y edición de 16 partituras de obras como Janitzio, Sensemayá y La noche de los mayas.
La musicalización en vivo sumó el esfuerzo de un equipo creativo de trabajo en el que los curadores musicales, el encargado de editar las partituras y el trabajo del bibliotecario vieron materializado el objetivo en cada nota interpretada por los 114 miembros de la Orquesta Escuela Carlos Chávez, quienes atentos al director entraron de manera precisa en cada uno de los cuadros que el filme de Eisenstein marcaba.
Eduardo García Barrios dirigió esta presentación en la que la fascinación por las tradiciones del país latieron en cada nota, porque sin duda, esta presentación dejó claro que la música es el corazón vibrante en una película silente.
Sonidos alegóricos y trepidantes; atmósferas emotivas y coloridas emergidas del universo de Silvestre Revueltas se extendieron por toda la Sala Principal del palacio de mármol, donde los asistentes dibujaban sonrisas, asombro o reprobación según la narrativa de este largometraje inconcluso rodado a finales de la década de los 30 del siglo pasado.