Por Óscar Melgar Giles
“Las clases dominantes comprenden que no pueden someter a los trabajadores con la sola fuerza bruta. Saben que es necesario nublar también el cerebro. El Estado considera al pueblo como bestia de carga, a la que hay que hacer trabajar, pero con la precaución de ponerla en la imposibilidad de morder. Para esto, no sólo se le encierra y mata cuando muerde, sino que se le domestica, para lo cual el Estado educa especialistas para el acretinamiento y la doma del trabajador: maestros, profesores, curas, plumíferos y periodistas. Estos especialistas enseñan a los niños desde la primera infancia a obedecer al régimen y a odiar a los «rebeldes». Se les cuenta a los niños fábulas sobre la revolución y los movimientos revolucionarios, y se glorifica a los emperadores, los reyes, los industriales, etc.
“En nuestra sociedad la escuela ha de cumplir tres tareas fundamentales. La primera: inculcar en la futura generación la devoción y el respeto hacia el régimen… en las escuelas esta influencia es ejercida principalmente por la casta de los ‘oficiales de la cultura pública’. Los maestros de las escuelas públicas reciben cursos especiales de formación que les prepara para su papel de domadores de fieras. Sólo las personas que han asimilado perfectamente el punto de vista burgués entran en las escuelas como maestros. Los ministros de la educación están siempre alerta y purgan cruelmente a la profesión de todos los elementos peligrosos…”
Nicolás Bujarin, 1019
El gobierno mexicano, el de la 4T, encabezado por López Obrador, pese a todo lo que se diga, es un gobierno que representa y defiende los intereses de las clases dominantes de nuestro país por lo que las medidas que se están tomando en el terreno educativo también sirven a esos intereses.
La contingencia sanitaria agravó la situación “normal” en la que veníamos viviendo en todos los aspectos. Las medidas erráticas que está instrumentando el presidente no han resuelto en lo más mínimo la problemática, por el contrario, se han profundizado: tercer lugar mundial en muertes por la covid-19 (50,000+); un desplome de, cuando menos, 8.5 por ciento del PIB; 12 millones de desempleados nuevos; nulo apoyo a la reactivación económica; serias posibilidades de hambruna en nuestro país por la falta de un programa nacional de distribución de alimentos de manera periódica; la peor crisis de inseguridad de que se tenga memoria; posibilidades reales de que los estudiantes de esta generación se pierdan en este aspecto, por mencionar sólo los más graves.
En la política educativa la cosa no anda mejor: desde que se suspendieron las clases presenciales quedó claro que no se sabía con precisión cómo se iba a llevar a cabo el trabajo docente; la cobertura de las clases en línea no pasó del 55 por ciento (el otro 45 por ciento ¿cómo le hizo?); la mayoría de los estudiantes de todos los niveles no cuentan con los medios tecnológicos para poder acceder a esa metodología; las indicaciones de no reprobar a nadie encierra o maquilla la calidad de la enseñanza.
La 4T apostó a que con la educación a distancia se demostraría que el proceso educativo estaría a salvo. Pero les falló.
Ahora, con el inicio del nuevo ciclo escolar, nos dicen que con la participación de las televisoras oficiales y privadas este proceso está garantizado y que se resolverán positivamente los problemas educativos, como si la educación pudiera ser sustituida por la televisión. Además, la cobertura no es total, se habla de 14 millones de niños y jóvenes que no tiene televisores en sus hogares.
Para garantizar el buen funcionamiento del proceso educativo, éste tiene que ser presencial por la complejidad misma del proceso y por todos los factores (técnicos, emocionales, de disciplina, de acceso a los conocimientos, etc.) que intervienen en el mismo y que la televisión está imposibilitada de atender. Entonces ¿qué hacer?:
- Combatir eficientemente con todos los medios la pandemia para salir de la contingencia lo antes posible.
- Instrumentar un programa nacional de distribución de alimentos (no sólo despensas) universal, suficiente y periódico.
- Instrumentar un plan serio y eficiente de reactivación económica que garantice empleo para todos, buenos salarios y seguridad social.
- Dotar de internet gratuito a todos los lugares donde haya estudiantes.
- Dotar de computadoras y demás dispositivos electrónicos a los estudiantes que así lo requieran.
- Una vez solucionado en lo fundamental el problema de la pandemia, organizar el retorno a clases presenciales y que éstas sean de la calidad requerida ante las exigencias de nuestro tiempo.
Estos puntos propuestos, que son la única garantía para combatir con posibilidades de éxito la problemática actual, NO los está llevando a cabo la 4T, bueno ni siquiera los tiene pensados.
Estos planteamientos, aplicados, crearán las condiciones para el regreso a clases presenciales y, así, garantizar el éxito del proceso educativo. Lo demás, es decir, la intervención de las televisoras, etc., es pura demagogia, puros distractores, es que la 4T se lave las manos para no intervenir decididamente a atacar debidamente a la pandemia y a las crisis en todos los terrenos que se deriva de ella.