Mientras espera en la fila, doña Mariana hace cuentas para comprar un kilo de pechuga con 180 pesos, cantidad equivalente a su presupuesto diario, y que ha ajustado mediante ahorros y recortes de otros gastos semanales. En el mismo lapso de cinco minutos que esperó para hacer su compra, el hombre más rico de México aumentó en 726 mil 300 pesos sus ganancias.
Estas realidades opuestas no son nuevas en el país. En su Informe sobre la Desigualdad Global 2022, el Laboratorio de las Desigualdades Mundiales revela que México es uno de los países más desiguales en ingresos del mundo; el 10 por ciento más rico de la población gana 30 veces más que el 50 por ciento del estrato más pobre.
El análisis también revela que “a diferencia de las grandes economías, los datos disponibles sugieren que México no experimentó una fuerte reducción de la desigualdad durante el Siglo XX. De hecho, la desigualdad de ingresos en México ha sido extrema a lo largo del siglo pasado y del actual”.
El aumento al salario mínimo (SM) este año fue de solo 22 por ciento con respecto a 2021; y esta cifra fue festejada con bombo y platillo por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) quien, incluso, declaró que el alza neta era la más alta de los últimos 34 años. En lo que va de esta administración federal, el SM pasó de 141.70 a 172.87 pesos diarios, cuyo monto mensual es de cinco mil 255 pesos.
Este ingreso, sin embargo, no ha reducido la extrema brecha de desigualdad social, ya que el salario promedio de un trabajador en el país resulta ínfimo en contraste con los ingresos de los cuatro hombres más ricos de México, que elevaron sus fortunas a un nivel desorbitante.
Statista, portal especializado en estadísticas de mercado, informó que, en 2022, Carlos Slim Helú ocupó el primer lugar en el ranking de empresarios más ricos de México con un patrimonio aproximado de 81 mil 200 millones de dólares (mdd), monto 29.3 por ciento mayor al del año anterior; el segundo lugar lo ocupó Germán Larrea Mota, con 31 mil mdd.
Un reporte del Centro de Estudios Aplicados (CEA), realizado con datos de 2020, registró que cada segundo Carlos Slim ganaba dos mil 421 pesos; Larrea, 10 mil 283 pesos; Alberto Baillères, empresario minero fallecido en 2022, dos mil 574 y Ricardo Salinas Pliego –dueño de Banco Azteca y amigo cercano de AMLO– 518 pesos.
En contraste, un trabajador con SM de cinco mil 255 pesos mensuales tendría que trabajar 11.7 años para tener en su bolsillo lo que Slim ganó durante cinco minutos en 2020; y 48 años para ganar lo mismo que en ese mismo lapso logró Larrea Mota. Lo cierto es que cinco mil pesos no es un ingreso con el que una persona pueda tener una vida digna.
El informe del Laboratorio de las Desigualdades Mundiales revela asimismo que mientras el 50 por ciento de los más pobres percibe en promedio 42 mil 700 pesos al año, el 10 por ciento de los hombres más ricos gana en promedio 1.3 millones de pesos (mdp) y concentra el 57 por ciento de los ingresos totales de México; mientras que el 50 por ciento de los más pobres apenas posee el nueve por ciento.
En los primeros meses de 2022, la revista Forbes publicó una lista de 38 empresarios ricos con fortunas de al menos 500 mdd, de los cuales 19 (la mitad) incrementaron su riqueza “a ritmo de doble dígito”. En esa nómina figuran “líderes” de los sectores inmobiliario (la familia Losada); del petroquímico y materiales de construcción como Antonio del Valle Ruiz; los Barragán y Grossman, del sector bebidas y los Chedraui Obeso, de las tiendas de autoservicio. La publicación especializada advierte que solo dos de los multimillonarios mexicanos, Alfredo Harp y la familia Baillères, “recortaron sus patrimonios”.
La riqueza “florece”
Expertos en desigualdad afirman que si bien es cierto que el aumento de riquezas se produjo a nivel internacional, el incremento exorbitante de los millonarios mexicanos muestra, como causas adicionales, el salario bajo de los trabajadores, la ausencia de una reforma fiscal congruente con la realidad y las deficientes políticas en el gobierno de AMLO.
La riqueza de los hombres y las mujeres más ricos de México apenas se vio afectada por el confinamiento provocado por la pandemia de Covid-19, incluso varios de los empresarios que lideran algunos sectores productivos –como fue el caso del farmacéutico y el alimenticio– aumentaron sus ganancias al amparo del gobierno del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Las 38 mayores fortunas, según Forbes, aumentaron sus riquezas aceleradamente en un solo año; y el porcentaje fue del 10 al 100 por ciento. En 2022, la fortuna de Carlos Slim se incrementó 45.3 por ciento, llegando a 81 mil 240 mdd, después de que en 2021 era de 55 mil 930 mdd.
También han resultado más “afortunados” Salinas Pliego, presidente de Grupo Salinas; Bernardo Gómez, copresidente ejecutivo de Televisa; Olegario Vázquez Aldir, director general de Grupo Empresarial Ángeles, propietario del canal Imagen Televisión; Carlos Hank González, del Grupo Financiero Banorte; Daniel Chávez, del Grupo Vidanta; Miguel Rincón, de Bio Pappel; Sergio Gutiérrez Muguerza, DeAcero y Miguel Alemán Magnani, presidente de Interjet. Todos forman parte del consejo asesor empresarial del Presidente.
German Larrea, empresario del sector minero, transportes e infraestructura, aumentó en 13.8 por ciento su fortuna en un año, pues pasó de 27 mil 110 a 30 mil 850 mdd. Aunque con una ligera pérdida, Salinas Pliego, en 2021, contaba con una fortuna global de 12 mil 520 mdd; y en lo que va de 2022 ha bajado a 12 mil 450 mdd.
La familia Baillères, también del sector minero, disminuyó su fortuna en un 36.5 por ciento, ya que pasó de 10 mil 840 a seis mil 650 mdd. La empresaria María Asunción Aramburuzabala, el año pasado, tenía cinco mil 630 mdd y este año su fortuna llega a seis mil 180 mdd.
En la lista de multimillonarios figuran también Eva Gonda de Rivera, con cinco mil 700 mdd. La familia González Moreno, dueños de la empresa Gruma, incrementó su fortuna en un 100 por ciento, al pasar de dos mil 740 a cinco mil 500 mdd. Las familias Arango, Servitje, Azcárraga, Chedrahui, Hank Rhon, Bringas y Harp Helú completan la lista de los ricos, cuyas fortunas superan los 500 mdd.
Para Rodolfo de la Torre, director de movilidad social del Centro de Estudios Espinoza Yglesias (Ceey), en entrevista, comentó que el aumento de la riqueza en México debe entenderse en un contexto internacional; aunque destacó que, desde hace tiempo, la desigualdad se ha acentuado, y hoy alcanza uno de los niveles más altos en el mundo.
“El informe mundial de desigualdad precisamente coloca a México como uno de los países con mayor desigualdad del mundo, ya sea en el ingreso; de hecho, más de la mitad del ingreso de nuestro país está en manos de la población más rica. Entonces tenemos una situación en la que los elevados niveles de riqueza de la población más rica no han cambiado y lo que capta la población más pobre la mantiene en niveles de pobreza”, explicó.
Estas cifras evidencian que la desigualdad no se ha reducido. En la opinión del especialista en distribución del ingreso, han sido menores desde el siglo pasado; ya que los niveles son semejantes a los del Siglo XX; aunque afirmó que, en un siglo de historia, la distribución de la riqueza no ha mejorado en gran parte de la humanidad.
Esta desigualdad está incidiendo cada vez más en lo que ocurre al interior de los países, ya que un ciudadano de una nación con economía desarrollada recibe ingresos 10 veces mayores al de un ciudadano promedio de un país en vías de desarrollo. La mayor brecha ocurre justamente en el interior de las naciones pobres, como es el caso de México.
Ingresos 22 veces menores
El secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), José Nabor Cruz Marcelo, comentó que, en los dos últimos años, hubo una reducción en los ingresos de los más pobres. Con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), evidenció que la disminución en los ingresos afectó más a los pobres, aunque también hubo ligeras pérdidas entre los ingresos más altos.
Sin embargo, aclaró, “los de más altos ingresos ganan en promedio 22 veces más que los del primer decil. Entonces aun cuando esta crisis afectó a muchos, la desigualdad en la distribución continúa, porque pasa por otros temas como impuestos y demás, que de alguna manera no monitoreamos desde Coneval. Pero esta reducción de los ingresos se debió a la propia contracción económica de 2020”, explicó el funcionario y académico.
A pesar del incremento al monto del SM, el Coneval considera que en México, al igual que en América Latina, persiste el estancamiento salarial, y la pobreza laboral se ha mantenido con un porcentaje entre el 38 y 42 por ciento con respecto a 2018. Hasta antes de ese año, el SM no se había incrementado; y eso produjo que creciera la brecha entre los ingresos más bajos y los más altos.
Durante el Foro Económico Mundial realizado en Davos en mayo pasado, la directora ejecutiva de OxfamInternacional, Gabriela Bucher, echó por tierra los argumentos de quienes aseguran que “los pobres son pobres porque quieren”, porque no se esfuerzan y porque no son “sacrificados” o esforzados para salir adelante, a diferencia de quienes se han enriquecido.
La especialista explicó: “Las fortunas de los milmillonarios no han aumentado porque ahora sean más inteligentes o trabajen más duro. Las trabajadoras y trabajadores sí están trabajando más arduamente, pero por un salario más bajo y en peores condiciones. Las personas más ricas han manipulado el sistema con total impunidad durante décadas, y ahora están recogiendo los frutos”.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi, el 18.7 millones de mexicanos tiene percepciones iguales o inferiores al SM de cinco mil 522 pesos mensuales, lo que representa el 33 por ciento de la población con empleo.
Doña Mariana pertenece a este grupo. Su salario de trabajadora doméstica por una jornada laboral aproximada de ocho horas es de apenas cuatro mil 800 pesos mensuales, ingreso que difícilmente le alcanza para cubrir las necesidades básicas de su familia: alimentación, salud y educación.
Su salario y el de su marido, que es de ocho mil pesos mensuales, debe alcanzar para ella y sus tres hijos, dos que ya van a la escuela y un tercero que aún es de brazos. Entre los dos suman un ingreso de 12 mil 800 pesos mensuales para mantener a cinco personas.
“Carne solo puedo comprar una vez a la semana. Ahora voy a comprar pollo, pero otras semanas compro carne de res a 200 pesos el kilo, o la de cerdo que cuesta 180 el kilo. Si compro más ya no me alcanza para comprar todo lo que necesito para la semana: huevo, frijoles, arroz, verduras, aceite y tortillas, que también subieron. Todo eso está carísimo”, lamenta doña Mariana mientras espera en la fila para comprar pollo.
Estudios del CEEY señalan que para contar con un ingreso salarial digno –es decir que pueda cubrir todas las necesidades de una familia de cuatro personas– deben percibirse al menos 27 mil 198 pesos a la quincena. Por ello, no se extraña que 9.8 millones de mexicanos se añadieran a las filas de la pobreza durante los dos años de la pandemia.
Esta tendencia, sin embargo, no es nueva, ya que, en los últimos 20 años, la población mexicana ha sufrido un incremento acelerado en el costo de la vida. Actualmente, para adquirir los 20 productos que comprenden la canasta básica (aceite, carne, pollo, verduras, tortillas, frutas, legumbres, etc.) se necesitan mil 229 pesos; mientras que en diciembre del año pasado alcanzaba con 763 pesos, según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
“(Los ricos) se han embolsado una asombrosa parte de la riqueza mundial gracias a la privatización y los monopolios, aprovechando la desregulación y vulnerando los derechos de las personas trabajadoras, mientras ocultan su dinero en paraísos fiscales. Todo ello con la complicidad de los gobiernos mientras millones de personas se ven obligadas a saltarse comidas, a apagar la calefacción, a retrasarse en el pago de las facturas y a preguntarse qué más pueden hacer para poder salir adelante”, criticó la directora de Oxfam, Gabriela Bucher.
En palabras de Rodolfo de la Torre “para que las personas tengan un progreso duradero no es cuestión de que haya o hagan mayor esfuerzo, mayor trabajo, o iniciativa, porque en muchas ocasiones las circunstancias están fuera de su control. Lo que se requiere son mejores condiciones; es decir se deben brindar mejores condiciones a los ciudadanos para que su esfuerzo fructifique, y para ello se requieren mejores condiciones de salud y educación. Se requieren, en último término, mayores recursos públicos bien enfocados a los grupos más pobres y eso pasa por una reforma fiscal. Mientras exista una política de austeridad, de inversión en las personas, queda en segundo término; y en primer lugar –este gobierno– evita proyectos de infraestructura cuya rentabilidad no es muy clara, pues no se avanza”.