El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia de prensa matutina de este martes afirmó que hasta antes de su llegada en 2018, el principal “violador de los derechos humanos era el Estado y eso ya no sucede, es cero corrupción y cero impunidad, por eso hemos podido enfrentar a la mafia del poder, a la oligarquía de México”. Sin embargo, la realidad echa por la borda sus afirmaciones, ya que en los últimos días y horas la violencia está desatada.
En tanto, la impunidad y corrupción han ido al alza y azotan al país. Las masacres incluso a plena luz son tema de cada día y el sometimiento del Ejército mexicano hacia el crimen organizado es más que evidente.
Sólo este martes, en el municipio de Texcaltitlán, estado de México, fueron privadas de la vida 10 personas, víctimas de un enfrentamiento policial.
En San Cristóbal de las Casas, Chiapas, hubo una jornada violenta cuando un grupo armado caminaba por las calles sembrando miedo entre los ciudadanos.
El pasado sábado un grupo armado irrumpió en una pollería en Chilpancingo, Guerrero, matando a seis personas, entre ellos, a una niña de 12 años, y dos más resultaron heridas.
En lo que va del gobierno de la Cuarta Transformación, han sido asesinadas 123 mil 274 personas, cifra que sobrepasa el doble de asesinatos registrados en todo el sexenio de Felipe Calderón (53,319) y casi duplica los muertos en el sexenio de Enrique Peña Nieto (74,737).
Además de los cárteles de la droga, en el país operan bandas dedicadas al robo de combustible, el tráfico de migrantes, el secuestro y la extorsión, entre otros delitos.
Expertos y defensores de los derechos humanos sostienen que la prolongada militarización del combate a las mafias ha exacerbado la violencia, aunque López Obrador defiende que, durante su gobierno, iniciado en 2018, ha bajado la letalidad de las operaciones de las fuerzas armadas.