BUENOS AIRES, Argentina.- El pebetero olímpico ya es historia. La llama de Buenos Aires 2018 se apagó y su estela perdurará en el tiempo si su legado se aprovecha para fortalecer el desarrollo deportivo nacional.
Fueron clausurados los terceros Juegos Olímpicos de la Juventud y, como no podía ser de otra manera, el cierre contó con la fiesta de los atletas en la Villa Olímpica y con el calor de la gente en el Parque Olímpico, donde el público disfrutó de un recital de Soledad y le dijo adiós al fuego de los cinco anillos.
Muchas gracias, porteños. Desde que llegamos a su ciudad, su entusiasmo nos ha asombrado. Han llenado los parques y han alentado a los atletas.
“Se han unido y le han demostrado al mundo que los argentinos son auténticos apasionados del deporte. Son las auténticas estrellas de estos Juegos. Los llevaremos en el corazón”, arengó Thomas Bach, presidente del COI, en la previa del recital, con la delegación argentina a pleno a sus espaldas en el escenario.
Las miles de personas que veían el atardecer en Villa Soldati se unieron en el grito de “¡Ar-gen-ti-na, Ar-gen-ti-na!” y la comunión con los atletas nacionales fue total.
Tanto que Gerardo Werthein, presidente del COA, anunció que así como hubo un tour de la antorcha previo a los Juegos, habrá una especie de gira de agradecimiento en la que los deportistas de los Juegos recorrerán el país para dar las gracias por el apoyo.
Así la llama olímpica se extinguió y el cielo de Soldati estalló en colores para que los fuegos artificiales marcaran el final de Buenos Aires 2018, para dar paso a la próxima competición en Dakar 2022.