La retrospectiva Rufino Tamayo, éxtasis del color da cuenta de la experimentación en el campo de la geometría y la abstracción por parte del artista oaxaqueño
El Museo de Arte Moderno (MAM) presentará a partir del sábado 10 de junio la retrospectiva Rufino Tamayo, éxtasis del color, 41 años después de la última gran exposición dedicada al artista oaxaqueño y a 26 años de su fallecimiento.
La muestra está integrada por 50 obras de las cuales 34 pertenecen al acervo del MAM con diferentes técnicas: 45 pinturas al óleo, pastel y gouache; cuatro dibujos en grafito, carbón y sanguina y una mixografía.
La exhibición se divide en tres apartados temáticos: En busca del arquetipo, De México al Cosmos, y Por una geometría del espacio; y da cuenta de la experimentación, dinamismo y búsqueda en el campo de la geometría y la abstracción por parte del artista.
De acuerdo con Sylvia Navarrete, curadora de la exposición, la intención es recuperar a Tamayo no como la figura canónica o acartonada.
“Queremos mostrar que no sólo era un pintor que renovó la historia del arte mexicano, sino que supo mantenerse siempre al tanto de lo que pasaba alrededor y en un movimiento de experimentación”, explicó este miércoles 7 junio durante un recorrido para medios de comunicación.
La también directora del MAM precisó que estamos ante un prodigio del color que logró encontrar un lenguaje propio en el cual recurre a cierta estética prehispánica, su arquitectura y escultura y la transfigura para revitalizarla en un lenguaje contemporáneo.
Las obras exhibidas forman parte de la colección de este recinto, con un total de 34. De las restantes, 13 provienen de colecciones particulares y tres del acervo del Museo Tamayo Arte Contemporáneo.
Entre ellas destaca el mural desmontable Homenaje a la raza india, de 1952, que después de 20 años vuelve a ser mostrado al público. Se trata de una pintura a caballo entre la figuración y la abstracción “que representa todas las vías por las que transitó Tamayo para llegar a esa expresión, en la que la figura humana responde a un dinamismo”, dijo Sylvia Navarrete.
Por otro lado, se presenta una de las pocas caricaturas políticas realizadas por el pintor, titulada El líder, de 1973, en la cual se observa a un personaje político que ladra mientras es aplaudido por una multitud de conejos cuyas manos hacen la señal de la victoria.
Otra de las obras estelares de la muestra es Músicas dormidas de 1950, uno de los cuadros más conocidos del pintor que se acompaña de su boceto.
La directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, destacó que Rufino Tamayo se apartó de la retórica de los muralistas y de sus líneas proselitistas para representar un modelo independiente para la generación joven de la cultura.
“Tamayo vivió entregado a la pintura como una experiencia creativa íntima. Guiado siempre por un sentido del color y una pasión por la arqueología mexicana, tenía la convicción de que el lienzo es un campo de experimentación inagotable para extraer todo el magnetismo, para fusionar la figura y la abstracción en una expresión evocadora del infinito”.
A lo largo de la exposición se pueden observar tanto cuadros tempranos como tardíos en los que se percibe el camino del pintor oaxaqueño hacia un lenguaje maduro.
También se aprecia una estética más intimista, ligada a los sueños y a una búsqueda interior, en la que Tamayo desarrolla a una ciencia del color hasta llegar a cuadros monocromáticos.
Rufino Tamayo, éxtasis del color, permanecerá en el Museo de Arte Moderno hasta el 27 de agosto. A partir del 23 de noviembre será exhibida en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco), como parte de los festejos por su 25 aniversario.