*Incluye diez estructuras, la primera de las cuales fue entregada a las autoridades
*El proyecto surgió del interés por rescatar y embellecer espacios públicos deteriorados
Investigadores, alumnos y egresados de la Licenciatura en Diseño Industrial de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) desarrollan un proceso de intervención en diez fuentes de la Calzada Camarones, en la Delegación Azcapotzalco, una de las cuales fue entregada ya, como parte de un proyecto de recuperación de espacios públicos artísticos que reforzará la identidad cultural de la zona.
Esta labor surgió del interés por rescatar áreas urbanas que por razones diversas, principalmente el abandono, registran deterioro avanzado y requieren un trabajo para devolverles la belleza y renovar su imagen, de tal forma que sean disfrutadas por los habitantes y que éstos se identifiquen con el lugar, explicó la maestra Patricia Stevens Ramírez, coordinadora de Vinculación de la División de Ciencias y Artes para el Diseño.
El propósito es diseñar e intervenir cada una de las diez fuentes que existen en la Calzada Camarones –un sitio emblemático porque atraviesa una parte medular de Azcapotzalco, a partir del centro y pasando por los 28 pueblos de la demarcación– de las cuales la primera fue entregada por el doctor Romualdo López Zárate, rector de esa sede académica hasta el seis de julio, a las autoridades.
“La sociedad debe contar con espacios públicos agradables para apropiarse de ellos y convertirlos de nuevo en zonas de reunión donde se sienta segura y pueda realizar un recorrido artístico e histórico”, consideró Talía Mendoza Pachuca, alumna del octavo trimestre de la Licenciatura en Diseño Industrial.
A cada estructura le fue asignado como tema de intervención un pueblo originario, de todos los que conformaron el poderío de Tezozomoc –señor de los tepanecas– para crear un paseo cultural que realce la esencia de las civilizaciones ancestrales, ya que el proyecto requirió una labor previa de investigación histórica de la región.
“Cada uno se ocupaba de un arte u oficio específico: los artesanos dedicados a la plumería, la siembra de flores, la cestería y hasta los brujos ocupaban un sitio importante”, así que la construcción concluida consta de tres niveles, realza la imagen de la hormiga y corresponde al pueblo de Azcapotzalco, término náhuatl que en español significa “en el hormiguero”.
Los estudios revelaron que Tezozomoc tuvo que enfrentar la carencia de agua en las comunidades de su poderío, por lo que ordenó sembrar muchos ahuehuetes –viejo del agua, en la misma lengua– los cuales se hallan en los alrededores del área, por lo que “nuestra propuesta de recuperación” de la obra narra este relato.
Como símbolo de Azcapotzalco, las hormigas construyen laberintos con módulos que poseen funciones específicas: de cementerio o espacio para guardar comida, pues debido a que constituyen una sociedad organizada “retomamos esa cualidad y la plasmamos, aludiendo a una entidad compleja, es decir, consideramos sus valores, comparándolos con la colectividad actual”.
Después de varias ideas “decidimos recuperar la leyenda de Quetzalcóatl, según la cual en un periodo de hambruna se convirtió en hormiga roja que bajó al inframundo” para traer consigo el grano de maíz que serviría de alimento a los habitantes, lo que explica que el diseño presenta al insecto como representación de la deidad y proveedor de comida.
Mendoza Pachuca indicó que el grupo universitario desarrollará las tareas de recuperación de las nueve fuentes restantes, en virtud de que registran algún nivel de daño y que la décima está ya en funcionamiento.
La maestra Stevens Ramírez, quien desde que concluyó sus estudios de licenciatura se ha desempeñado en actividades de rescate del vidrio para aplicarlo artísticamente a elementos arquitectónicos, objetos y arte público, expuso que la técnica seleccionada para esta intervención es la empleada en el movimiento muralista del mosaico.
“Pensamos en el mosaico de cerámica, sin embargo no tiene las mismas cualidades” que el vidrio, por lo que se optó por el veneciano combinándolo con el bizantino para los tres niveles, “obteniendo elementos con cierta textura e incluso con un fenómeno iridiscente, de manera que al recibir la luz hay una trascendencia de la imagen muy interesante”.
La coordinadora de Vinculación de la División de Ciencias y Artes para el Diseño mencionó que uno de los propósitos fue el “rescate del muralismo mexicano”, pues por su duración en el tiempo, el material seleccionado trasciende al de la pintura o el grabado y posibilita una riqueza de colores brillantes notable, con un mínimo mantenimiento.
La diseñadora industrial Leslie Viridiana Beltrán Fuentes, coordinadora de los trabajos entre el personal de la Delegación Azcapotzalco –representada por la arquitecta Guadalupe Pedroza Ramos– y la universidad, señaló que una vez que tuvieron el diseño impreso a escala se hizo la reinterpretación del mismo.
“Incluí un método para cortar en tercios y cuartos con mayor facilidad, porque no todos los alumnos tenían la sensibilidad de trabajar el mosaico cuidando la calidad de la pieza”, por lo que fue una labor muy artesanal debido a que era necesario atender todos los detalles, en especial los colores y los fragmentos pequeños.
Las propiedades de los elementos son adecuadas para utilizarse en el espacio público porque además de ser “antigrafiti” ofrecen resistencia a los efectos del sol o la lluvia, así como una gama amplia de tonalidades, lo que permite realizar cualquier tipo de planteamiento.
De acuerdo con el convenio establecido con la demarcación, ésta cubrirá los gastos de los componentes y las herramientas de la primera fuente, en tanto que los alumnos, egresados y profesores de la institución serán responsables del diseño y su ejecución, además de verificar que la instalación sea correcta.
En el proyecto participaron los estudiantes de servicio social: Stephanie Arroyo Arvizu, Martha Kelly Chávez Pérez, Cristina García Carrillo, Ana Patricia García Muñoz, Andrea García Páez, Jocelyn Lara Pradell, Sharon Priscila Mendoza López, Mendoza Pachuca y Omar García Trujillo; ocho voluntarios: Carlos Hevia Gutiérrez, Marcos Alberto Morales Falcón, Joel García Solís, Daphne Erandy Beltrán Fuentes, Octavio López Velázquez, María Teresa Fuentes Cabañas, Andrea Meyhanni Vergara López, Karen Viridiana Rosales Salinas y Jesica Bernal Castro brindó apoyo por parte de la Casa abierta al tiempo.
Además contribuyeron siete guardianes por la paz de la Delegación: Estefani Cruz Velázquez, Laura Enríquez Rodríguez, Raymundo Lenin Mendoza Mercado, Brenda Abigaíl Núñez Martínez, Yajaira Monserrat Villegas Santiago, Héctor Pérez Cabello y Alberto Trejo González.