Por Ricardo Torres
El pasado 24 de marzo del año en curso, un grupo de sicarios fuertemente armado y pagado por la empresa Tubos y Aceros de México S.A. (TAMSA), atacó a los trabajadores que se encontraban en el edificio de su sindicato, ubicado en Boca del Río, Veracruz, arrojando un saldo de dos obreros muertos, Pedro Cruz Maldonado y Margarito Molina García, y 16 heridos de bala, algunos de ellos de gravedad. Los medios masivos de comunicación, en su mayoría, informaron tramposamente que se trató de un enfrentamiento entre sindicatos en una lucha por el control sindical en TAMSA.
Sin embargo, los trabajadores de México debemos conocer los hechos y comprender los verdaderos intereses que se ocultan tras estos inaceptables acontecimientos y, al mismo tiempo, extraer las importantes lecciones que hoy nos ofrece la legítima lucha que están librando los obreros de TAMSA. Veamos.
En el mes de octubre de 2015, en estas mismas páginas del Informador Obrero, se dio a conocer que en la empresa TAMSA (propiedad del multimillonario ítalo-argentino Paolo Rocca, situada en el Puerto de Veracruz y dedicada a la producción de tubería para la extracción y conducción de petróleo y gas) existe un viejo líder charro llamado Pascual Lagunes Ochoa, quien lleva más de 26 años al frente del sindicato, siempre incondicional de la empresa, que ha impuesto a sus familiares y amigos en los principales cargos sindicales, que nunca rindió un informe sobre el manejo de las cuotas sindicales de más de 5 mil trabajadores que laboran en TAMSA, que se apropió tramposamente del dinero de un fondo de jubilación de casi 3 mil obreros por lo cual tiene dos averiguaciones penales (1807/92 y 328/2000) para que devuelva los cerca de 400 millones de pesos de dicho fondo, que ha vendido plazas a su antojo y que, como muchos otros de su linaje, ha acumulado ranchos, camionetas, caballos de carreras, joyas y una desmedida riqueza personal producto de sus complicidades y obscuros manejos económicos.
Por estas razones, en septiembre de 2012 la mayoría de los trabajadores eligieron como nuevo Secretario General a José Carlos Guevara Moreno, mejor conocido como “El Profe” y a un nuevo Comité Ejecutivo. Sin embargo, producto de maniobras y chicanas legaloides urdidas por la empresa y Pascual Lagunes, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) le renovó la toma de nota al viejo charro y, por su parte, los patrones despidieron injustificadamente a “El Profe” y cerca de 400 trabajadores como escarmiento para que nadie volviera a tener la osadía de reclamar libertad sindical y, de esta manera, hacer claudicar a los obreros de su legítimo derecho a elegir su representación sindical.
No obstante las dificultades y los obstáculos, los obreros continuaron adelante con su lucha. En septiembre de 2016 nuevamente se realizaron votaciones para elegir a la directiva sindical y, una vez más, la mayoría de los trabajadores eligieron a “El Profe” y su Comité Ejecutivo a pesar de encontrarse aún despedidos. Finalmente, el 30 de enero de 2017 la STPS le entregó a “El Profe” su constancia o toma de nota que lo acredita legalmente como nuevo Secretario General del Sindicato Nacional Unidad y Progreso de la Industria de la Transformación del Acero para Productos Tubulares y sus Derivados de los Trabajadores en General de la Fábrica de Tubos de Acero de México, S.A. y Subsidiarias Siderúrgicas y Metalúrgicas. La empresa y el líder charro no tuvieron más opción que quitarse la máscara.
Violando el artículo 133, fracción V, de Ley Federal del Trabajo (LFT) donde se establece que: “Queda prohibido a los patrones o a sus representantes, intervenir en cualquier forma en el régimen interno del sindicato…”, la empresa publicó un desplegado en la prensa, con fecha 14 de febrero, dirigido al Presidente de la República, en el cual desconoce la toma de nota que la STPS otorgó al Comité Ejecutivo encabezado por “El Profe” y se lanzó en defensa del espurio Pascual Lagunes. No conforme con eso, la empresa “advierte” al Presidente de la República que la decisión de la STPS puede “resultar en una alteración de la seguridad y la paz” en la empresa, lo cual, bien leído y entendido, fue la amenaza que cumplió días después.
El 10 de marzo, en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA), en la Ciudad de México, se llevó a cabo la revisión salarial correspondiente al 2017 y, como era de esperarse, fue “El Profe” y su Comisión Revisora, legítimos representantes de los trabajadores, quienes firmaron el convenio del incremento salarial para el presente año. La JFCA acreditó entonces la toma de nota de “El Profe” y desechó los intentos del espurio Pascual Lagunes de seguir atribuyéndose falsamente como Secretario General del sindicato.
A pesar de carecer de sustento legal ante la STPS y la JFCA, Pascual Lagunes sigue recibiendo el apoyo decidido de sus amos. El 11 de marzo, violando de nueva cuenta la LFT y desafiando a las autoridades del trabajo, la empresa publicó un comunicado en su cuenta oficial donde “ratifica que no reconoce la toma de nota obtenida” por “El Profe” y, sin rubor alguno, se pronuncia abiertamente a favor de Pascual Lagunes.
Planteadas así las cosas, resulta evidente que el 24 de marzo no hubo enfrentamiento alguno entre sindicatos: los dos trabajadores asesinados y los 16 heridos de bala, todos, absolutamente todos son obreros que apoyaron y apoyan a “El Profe” y a su Comité Ejecutivo. Se trató entonces no de un enfrentamiento sino de un ataque artero bien planeado por la empresa y ejecutado por un grupo de sicarios que, con armas de alto poder, arremetieron contra los obreros reunidos en su recinto sindical; pistoleros profesionales dirigidos por Pascual Lagunes y contratados por Sergio de la Maza Jiménez y Vicente Ortiz Beltrán, altos directivos de TAMSA. En la lógica homicida de la empresa había que poner un alto definitivo a los intentos de los obreros por sacudirse a Pascual Lagunes y el mensaje de los patrones hacia los trabajadores fue muy claro: si no tienen temor a ser despedidos entonces deberán tener miedo a morir como Pedro Cruz Maldonado y Margarito Molina García. Que conste.
A los dueños de TAMSA, como podemos observar, nuestra Carta Magna, el estado de derecho, la LFT, los acuerdos tomados por la STPS y la JFCA, así como la voluntad y la propia vida de los trabajadores, les importan un comino.
Por todo lo anterior, los trabajadores de México debemos aprender que la lucha por sacudirse al charrismo sindical es, generalmente, una tarea prolongada y lenta; que para las empresas la ley es letra muerta cuando de defender sus intereses se trata; que aun obteniendo la mayoría de votos a favor de una directiva sindical o de un nuevo sindicato, los patrones, violando la ley nacional e internacional, son quienes deciden el tipo de organización que pueden y deben tener los trabajadores; que aun obteniendo la constancia legal o toma de nota de su Comité Ejecutivo, existen un sinnúmero de maniobras legaloides para impedir la formación de una genuina representación sindical, entre otras muchas lecciones.
En el fondo, el problema radica en el modelo económico y político que existe en nuestro país, un modelo al servicio de los dueños del dinero, un modelo cuya estructura y funcionamiento obedece a los intereses de los patrones y del capital. Por tanto, todas estas dificultades a que nos enfrentamos los obreros de México, y el mundo, en la defensa de nuestros derechos laborales, tienen como objetivo desalentar nuestra participación y hacernos claudicar en nuestra lucha, como lo pretenden hoy los dueños de TAMSA en contra de los trabajadores.
Así las cosas, los obreros tenemos dos caminos: renunciamos a la defensa de nuestros derechos y seguimos de rodillas, resignados a soportar los abusos y la explotación sin límite, solos, aislados frente a los patrones y sus charros sindicales, lamiéndoles las botas y pidiéndole a Dios que no nos despidan del trabajo, o bien, con determinación e inteligencia nos ponemos en pie de lucha, nos unimos, nos organizamos y trabajamos cohesionados en defensa de nuestros legítimos derechos e intereses. Que en éste otro camino existen muchas dificultades es cierto, pero la soberbia y represión del patrón contra los obreros sólo podrán ser derrotadas con la unidad y organización de los obreros mismos. No hay de otra.
Por tanto, la respuesta a esta disyuntiva la encontramos claramente en la lucha que hoy libran nuestros hermanos de clase en TAMSA: a pesar de los años que ha durado su vía crucis, de las amenazas e intimidación, de los despidos y de las vidas que su justa lucha ha costado, no deben dar ni un paso atrás, convencidos de que sólo la férrea unidad y organización de los trabajadores podrán garantizar el triunfo. Al tiempo.