REPORTAJE ESPECIAL
Por Fernando Castro
México sufre la peor crisis inflacionaria de los últimos ocho años; el proceso inflacionario se ha desarrollado paralelamente con otros graves problemas como le desempleo, bajos salarios, gasolinazos, inundaciones en varios puntos el país, falta de servicios publicos y devaluaciòn del peso frente al dólar.
Algunos de estos males están intimamente con el alza constante de precios, en una relacion causa y efecto; y todos afectan a la inmensa mayoría de la población, la clase trabajadora, hundiéndola en la pobreza extrema, en la desesperación y no se espera en el corto plazo más que un empeoramiento de la situación; pero el gobierno del país anuncia lo contrario, que se ha llegado a la cima, al punto más alto al que podía llegar la inflación y ahora descenderá con todos sus terribles efectos.
Y pese a que el Gobierno Federal afirma que la economía nacional marcha bien, los precios de la canasta alimentaria básica continúan aumentando –algunos hasta en un 60 por ciento- al igual que los combustibles y otros productos domésticos.
El exgobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens, recurrió a un truco similar cuando, tras reconocer que la inflación está por alcanzar su “máximo nivel”, predijo que en un breve lapso empezaría a descender aunque no detalló cuáles son las medidas que las autoridades están tomando para frenarla.
En un video difundido en redes sociales, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, reconoció que las ventas al mayoreo del primer trimestre del año aumentaron un 11.4 por ciento, que las de menudeo subieron el 6.1 por ciento y que dichas tasas eran similares a las registradas en 2009.
“Estas cifras son significativas, porque muestran que los hogares mexicanos siguen aumentando de forma importante su consumo”, añadió el mandatario con el propósito de resaltar el nivel del gasto doméstico y soslayar el aumento creciente de los precios en el país.
El índice de precios subyacente –que no incluye los bienes con precios volátiles como los de los energéticos y los agropecuarios – registró un incremento quincenal del 0.15 por ciento y una tasa anual del 4.75 por ciento.
Los precios de las mercancías en general aumentaron un 0.26 por ciento quincenal y los de los servicios el 0.06 por ciento en el mismo periodo. En cuanto al índice de precios no subyacente, los precios de los productos agropecuarios mostraron un crecimiento quincenal del 0.23 por ciento.
Los precios de los productos que más se incrementaron fueron el del aguacate (9.86 por ciento), fruta que hoy se cotiza entre 48 y 55 pesos el kilogramo; el jitomate subió un 3.36 por ciento (hoy se vende hasta en 28 pesos) y el huevo, que ronda entre 22 y 25 pesos, un 3.62 por ciento.
La tarifa de los colectivos se elevó en promedio un 3.94 por ciento.
De acuerdo con la Secretaria de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, el precio de la canasta alimentaria básica es un indicador relevante para identificar el efecto de la inflación en la población con menos ingresos.
¿Estaremos llegando a la cima? ¿Cuáles podrían ser los determinantes de la inflación futura?
La inflación es un fenómeno sumamente complejo en el que intervienen múltiples factores. Algunos están dentro del control de los consumidores, pero la mayoría no.
Para hallar una respuesta aproximada a las dos preguntas arriba planteadas, el reporte del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) debe leerse conjuntamente con el del Índice Nacional de Precios Productor (INPP), especialmente ahora que el fenómeno de inflación procede de un alza en los costos y no de un incremento en la demanda.
También tenemos que considerar las expectativas, ya que un factor determinante en la evolución de los precios es precisamente el de las expectativas. En este aspecto, vale la pena mencionar que en la última encuesta de expectativas entre los analistas del sector privado del Banco de México, el consenso de éstos estima que para este año la inflación cerrará en un 6.00 por ciento anual y que en 2018 pudiera descender al 3.80 por ciento anual.
En el análisis de los precios al consumidor, la variación anual de los índices subyacente y no subyacente en junio fue del 4.83 por ciento y el 11.09 por ciento, respectivamente. Es claro que los ajustes de principios de año a los precios de la gasolina, gas y energía eléctrica -que se habían bajado en forma artificial- se hicieron en un momento de incertidumbre porque coincidieron con la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Donald Trump, hecho que además elevó hasta las nubes el tipo de cambio del peso con el dólar, provocando un disparo de la inflación no subyacente.
Hace un año, la circunstancia era la inversa. La inflación subyacente se ubicaba en un 2.97 por ciento anual y la no subyacente estaba en el 1.16 por ciento.
“En nuestras proyecciones, la cima de la inflación la tendremos en julio, unas cuantas décimas por arriba de la inflación de junio (6.34 por ciento en julio contra 6.31 por ciento de junio). Y estamos ahora muy en línea con lo que piensan la mayoría de los analistas. Nuestra estimación de inflación para diciembre de 2017 se pronostica en el 6.00 por ciento anual”, señala el anáisis.
Trabajadores contradicen visión optimista
José Alcántara Rodríguez vive en Iztapalapa con su esposa y tres hijos, a quienes debe sostener económicamente con una plaza de obrero en una fábrica de la antigua zona industrial Vallejo, en el poniente de la Ciudad de México (CMDX). Todos los días se traslada a esa región a partir de las cinco de la mañana y retorna a su hogar lindando ya la noche.
Gana el salario mínimo, con cuyos mil 200 pesos semanales “a duras penas” cubre sus gastos familiares más elementales. “Le tengo que dar 800 pesos a la señora para el puro gasto; ella lo va administrando y va ahorrando para el gas y el pago del agua; a cada uno de los chamacos les doy 70 pesos a la semana para sus pasajes y lo que sobre para un refresco.
A veces, los fines de semana, me sale un trabajito de albañilería y me llevo a los dos más grandes. Ahí sacamos para el antojo (una torta, los tacos al pastor o una cervecita). Casi siempre salimos al día; mi esposa lleva una tanda con la que va ayudando a la familia”, dice José Alcántara, quien en Vallejo trabaja en una empresa de aparatos de línea blanca.
Aunque desconoce el significado de conceptos económicos como inflación, oferta, demanda, aumento de la línea de salario mínimo, crisis financiera, etc., sabe que la situación de la economía del país es muy mala, pese a que los funcionarios gubernamentales y el mismo Presidente de la República lo nieguen y digan que todo “va viento en popa”.
“Aquí ya no alcanza. Primero subieron el salario bien poquito; a mí me tocó 100 pesos más a la semana, y parecía que iba a poder comprar más cosas.
Pero las verduras y las carnes subieron y lo que nos dieron de salario nos lo quitaron con las compras. Ahora con las inundaciones hay que comprar zapatos de plástico y como cada semana aumenta todo, tengo que darle más dinero a la señora
¡Y el Presidente dice que todo va bien! Él dice eso porque no trabaja como nosotros, ni come como los pobres. Aquí le sudamos por cada taco. Él habla del otro país (Venezuela) y dice que allá están en crisis; aquí en México es donde estamos viviendo mal”, señala Alcántara, quien acompañado por su esposa compra la despensa semanal en la Central de Abastos, donde le han dicho que las mercancías están baratas, aunque él corrobora cada fin de semana que están igual de caras.
La situación de don José es muy similar a la de los más de 98 millones de pobres que hay en México y que sobreviven con apenas el salario mínimo, que ha dejado de ser un referente para el pago de sanciones y otras cotizaciones oficiales, pero no el punto de partida para calificar las condiciones económicas de las familias mexicanas con menores ingresos.
El desempleo real que existe en nuestro país, la falta de servicios públicos, el encarecimiento de medicamentos, la falta de infraestructura educativa superior para admitir a jóvenes de escasos recursos económicos en las universidades y la inflación, entre otros, son el sufrimiento de millones de mexicanos que ahora buscan tener dos o más trabajos, o de plano elegir el camino más fácil pero peligroso de la delincuencia.
Analistas refutan versión oficial
Aunque en su más reciente comunicado de política monetaria, Banxico estimó que la inflación alcanzará su nivel máximo “en los próximos meses” para retomar luego una trayectoria descendente y convergente a su objetivo hacia fines del año y durante 2018, especialistas y organismos internacionales concluyeron lo contrario.
La pérdida del poder adquisitivo en los hogares mexicanos, aumentado por la existencia de mayor inflación, así como el volátil sentimiento del consumidor y el debilitamiento observado en la expansión del crédito, están endureciendo un clima de negocios cada vez menos favorable en México, advierte desde Washington el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF).
El IIF dice además que estas condiciones, “combinadas con la volatilidad relativa a las elecciones presidenciales de 2018, tendrán un efecto aún más adverso que el previsto para la actividad económica del año entrante”.
En la nota, elaborada por el subdirector de economistas en el Departamento de América Latina del IIF, Martín Castellano, se anticipa que “los problemas por el comercio exterior” son un factor de riesgo para las decisiones de inversión productiva y en consecuencia para el desempeño de la economía.
El documento precisa que la pérdida del poder de compra que han tenido los mexicanos, tiene que ver con la constante inflación que se ha mantenido por arriba de su objetivo promedio del tres por ciento, con ± un punto porcentual en el transcurso del año.
Con este análisis, el IIF conincide con lo dicho a principios de junio por la secretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena, que si la inflación seguía creciendo, podría alimentarse un clima adverso con alto impacto en las personas que viven con menos recursos.
La funcionaria argumentó que la mejora al salario mínimo había compensado parcialmente el impacto del aumento en los precios de combustibles, pero acotó que este efecto compensatorio no se mantendrá si la inflación sigue creciendo.
México sufre: estanflación
La economía mexicana está atrapada por la estanflación, proceso definido como el estancamiento del crecimiento, agravado por el aumento constante de la inflación. Abraham Vergara Contreras, especialista del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana (UIA), afirma que México atraviesa por este fenómeno y que se mantendrá por lo menos durante lo que resta del actual sexenio.
“Durante casi cinco años la economía nacional reporta una tasa media de crecimiento del dos por ciento en el producto interno bruto (PIB) y este año apenas alcanzará una media anual del 1.7 por ciento. Mientras que la inflación registra un nivel anual del 6.31 por ciento al cierre de junio pasado, aunque hay estados del país con niveles superiores al 8.6 por ciento.
“Así que se cumplen las dos condiciones directas de una economía en estanflación: estancamiento económico, más un aumento de precios en productos y servicios que dispara la inflación”, señala Vergara Contreras.
El especialista de la UIA explicó que la estanflación provoca un deterioro directo en la economía familiar y el desarrollo laboral de sus miembros.
Primero el alza de precios –generada por el aumento del dólar, el gasolinazo y la incertidumbre financiera– resta poder adquisitivo a los salarios y calidad de vida a las familias, sobre todo en las de menores ingresos.
De acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en junio de 2016 la inflación anual se ubicó en el 2.54 por ciento; ahora, en el mismo periodo de 2017, llegó al 6.31 por ciento.
El incremento promedio de los alimentos, productos básicos y servicios contratados por la población casi se triplicó en solo 12 meses, lo que se traduce en un deterioro de su economía porque cada vez compran menos con la misma cantidad.
El alza en la tasa de interés de Banxico –hasta siete por ciento en junio pasado– para detener la inflación y contener los efectos del encarecimiento del dólar, encarece los créditos a las empresas y frena nuevos proyectos e inversiones.
Todo ello se traduce en menos empleos lo que, aunado al estancamiento económico del país, limita o deja sin oportunidades a millones de personas en casi todos los estratos de la población.
México, líder en inflación
En el mes de mayo, el alza de los energéticos en México fue la más alta de los 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) al registrar una variación del 16 por ciento anual. Es decir, triplicó la fluctuación promedio de los precios de energéticos de los países de la OCDE, que en el mismo mes registró una variación del 5.6 por ciento.
Este liderazgo de México en la inflación de energéticos ha sido consistente desde enero y se explica por el inicio de la liberalización de combustibles y el correspondiente periodo que la economía debe tomarse para absorber el incremento súbito de los precios relacionados, explica Gonzalo Monroy, director general de la Consultoría GMEC.
En contraste, el caso mexicano muestra el impacto que provoca pasar de un modelo cerrado a uno flexible. México ha experimentado una escalada de precios desde el inicio del año, ante un fuerte aumento de los combustibles y por la debilidad del peso mexicano frente al dólar, que encarece los productos y los insumos importados.
En lo que va de 2017, la inflación se ha ubicado por arriba del objetivo de Banxico, que era de una tasa anual del tres por ciento con un margen de variación de +/- 1 por ciento. En diciembre de 2015 la inflación anualizada de México había alcanzado un mínimo histórico del 2.13 por ciento y se mantuvo debajo del tres por ciento hasta septiembre del año pasado.
La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, advirtió en junio que el mayor riesgo de variaciones consistentes en la inflación se daría en el momento en que éstas alcanzaran a la canasta alimentaria básica, porque ello implicaría acotar el consumo vital de las familias con menos ingresos; la realidad actual confirma su pronóstico.
Información del Inegi muestra que en mayo -mes que evaluó también la OCDE- el índice de precios de la canasta básica registró una variación anual del 8.61 por ciento.
De acuerdo con los datos de la OCDE en mayo hubo países miembros con registros negativos en la trayectoria de los precios de alimentos. Tal es el caso de Canadá, con una tasa del -1.2 por ciento, Finlandia (-1 por ciento), Grecia (-0.1 por ciento), Irlanda (-2.2 por ciento), Islandia (-2.9 por ciento) y EE. UU., cuyo registro fue de -0.2 por ciento.
Al revisar el comparativo general, donde se enlistan las inflaciones de los 34 miembros, México también se ubica en el segundo lugar, con la variación más alta: el 6.2 por ciento.
Para evitar un impacto en los bolsillos de los mexicanos, el Banco Central ha elevado su tasa de interés de referencia en 10 ocasiones desde diciembre de 2015 hasta ubicarla en un siete por ciento, la tasa de mayor nivel desde febrero de 2009.
La realidad confirma el pronóstico de los especialistas internacionales y de los organismos no gubernamentales; la inflación no ha llegado a su máximo nivel, ésta no llegará a su fin en el próximo año y México está en una crisis económica aunque los funcionarios mexicanos digan lo contrario.