Por Miguel Ángel Casique Olivos
Desde sus orígenes o comienzos, hace millones de años que de la especie humana explicada desde el punto de vista de la evolución biológica, crecimiento y desarrollo de los organismos vivos en nuestro planeta, podemos observar que el hombre por naturaleza ha sido un ser gregario y un ser, a lo mejor sólo por instinto, bueno con sus semejantes. Esto lo traigo a cuento, querido lector, porque en la actualidad pareciera que existen hombres y mujeres buenos o malos, pero lo cierto es que la maldad ha sido producto de un egoísmo e individualismo generado por las características propias que han ido tomando las etapas de la sociedad o modos de producción, como también se les conoce; el origen de la propiedad privada trajo consigo la ambición desmedida y el instinto “superior” de unos hombres sobre otros; pero sin ese cascaron de influencia, es bueno y solidario con sus semejantes.
En pleno Siglo XXI lamentablemente no basta con creer que los hombres que conforman la sociedad son buenos, además de saber eso cada individuo debe demostrar ante los ojos de los demás que no solamente es bueno, noble y que merece el respeto y reconocimiento de otros hombres; él debe probarlo trabajando y produciendo algo en beneficio para sus semejantes, debe ser productivo para la sociedad y desarraigarse de la individualidad y egoísmo, participando en la formación de una sociedad nueva y diferente.
Víctor Puebla fue uno de esos hombres buenos, humanistas y nobles, que al encontrarse con el Movimiento Antorchista, juntos y de la mano, comenzaron a trabajar en arte y cultura, en específico en la disciplina teatral; Víctor fue el Prometeo que encendió la llama teatral para el pueblo, un teatro creado con hijos de las entrañas del mismo pueblo y que tenía y tiene como objetivo sea dirigido a las masas trabajadoras, aquellas que históricamente se les ha negado el acceso a la cultura, esas a las que se les ha prohibido disfrutar de las grandes fiestas culturales y artísticas. El trabajo en la dramaturgia de “El Divo”, como también se le conoció, empezó hace 20 años con los Encuentros Nacionales de Teatro y con la fundación de la Compañía Teatral Antorchista.
El pasado 21 de julio se cumplieron 10 años de la partida de Víctor Manuel Torres Jiménez, su verdadero nombre, hombre de teatro y director de escena, él dedicó su vida a la actividad teatral con un destino y con un claro objetivo, él conocía la historia del teatro desde sus orígenes y la forma en que se fue desarrollando en la humanidad; además conocía las corrientes y tendencias teatrales que surgieron, tanto su parte estética, como social y política.
El teatro que heredó Víctor, es un teatro que está jugando su verdadero papel de ideas, de conocimiento y de lo que vale esa disciplina; Antorcha en este terreno ha dado pasos gigantescos, pues ante la abundancia de un teatro manipulador e idiotizador, hoy el teatro antorchista que impulso y desarrolló se ha convertido en una referencia para decenas de compañías teatrales del país y en algún momento el teatro mexicano le tendrá que reconocer la aportación que está haciendo el antorchismo en este terreno; en el teatro antorchista, -de práctica permanente-, se reflejan y representan todos los problemas sociales que sufre la sociedad, problemas como la inseguridad, violencia, narcotráfico y el aumento desmedido y extremadamente arbitrario de la pobreza, que vienen de una sola matriz que es la mala distribución de la riqueza.
Víctor Puebla se fue hace una década, pero dejó esa llama teatral para el pueblo, 10 años han pasado, pero su vida está en la memoria de miles de amas de casa, estudiantes, obreros, maestros y todos los amantes del teatro; “El Divo” poblano partió pero más de 3 mil presentaciones de puestas en escena de los Encuentros Nacionales que cada año se realizan en San Luis Potosí, lo recuerdan; también dejó una escuela que fundó y conserva la esencia, pues sus alumnos han continuado con su trabajo, formando grupos culturales en escuelas de colonias y pueblos marginados.
Un recuerdo y una herencia más hereda a Puebla su ciudad natal y que tanto amaba, el “Festival de Teatro Víctor Puebla”, que se realizó del 27 al 30 de julio en Puebla, realmente un maratón de puestas en escenas exitoso, todas en homenaje al gran hombre de teatro bueno y noble que surgió del pueblo, se educó y trabajó con él hasta sus últimos días para que en el futuro, hoy realidad, la población disfrute de arte y cultura a través de un teatro que promueve e impulsa la única organización mejor estructurada y con una militancia firme que le garantiza el éxito en el terreno cultural y político; esta organización es el Movimiento Antorchista. ¡Salud Maestro Víctor, su trabajo y esfuerzo siguen cosechando éxitos!