Ernesto Acolmiztli
En la ciudad industrial de Córdoba, Veracruz, existe desde hace 55 años una empresa llamada Manufacturera de Maquinaria Mexicana (3M) que pertenece a una de las familias más adineradas de la región. En ella se funde hierro y se fabrican ejes gigantes para la molienda de caña de los ingenios del país entero. Tiene cerca de 300 trabajadores entre obreros directos y empleados. La empresa es exitosa pues se ha ampliado estableciendo una fábrica más grande en Colombia, además de exportar su maquinaria a diversos países del Norte de América, Europa y África. Pues bien, en esta fábrica, durante 55 años, los obreros fueron integrantes de un sindicato adherido a la CTM, la central obrera más importante del país que, desde su nacimiento en 1936, ha servido al gobierno mexicano y a los ricos empresarios, para controlar y exprimir a los obreros.
Por muchos años el viejo propietario Miguel Ross Sánchez manejó el sindicato a su antojo, aparentando una buena relación con los líderes sindicales, concediendo ciertas prestaciones laborales que mantenían a los obreros más o menos conformes. Así, con el apoyo del patrón, se formó el liderazgo charril de Fidel Onofre Espinosa, que era un simple obrero pero se convirtió en el rico cacique sindical de Manufacturera 3M, que mangoneó el sindicato los últimos 24 años.
Cuando el viejo propietario se sintió cansado y decidió dejar de administrar la empresa para disfrutar de la fortuna que los obreros le produjeron durante toda su vida, se la heredó a su nieto, Juan Miguel Bueno Ross, hijo mayor del rico empresario Juan Bueno Torio quien, además de tener gran poder económico, goza de gran poder político, pues fue Diputado Federal por Veracruz en dos ocasiones, Senador de la República y Director de Pemex Refinación durante el gobierno de Vicente Fox. Todo un personaje que sabe combinar los negocios con la política para incrementar su capital. Como se comprende, el joven y nuevo dueño Juan Miguel Bueno Ross, traía ya en la sangre la ambición por el dinero, pero además fue educado en el Tecnológico de Monterrey, instituto donde los hijos de los millonarios aprenden las ciencias y metodologías necesarias para exprimir más y mejor a los obreros con el fin de aumentar sus ganancias. Así que, cuando el nuevo propietario puso en práctica sus conocimientos y su avaricia, arreciaron los atropellos contra los trabajadores.
Juan Miguel Bueno Ross, al frente de la empresa, comenzó por reducir las prestaciones de los trabajadores: disminuyó el bono de productividad que ganaban mensualmente por el trabajo intensivo; eliminó días festivos que habían conquistado con las revisiones de Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), redujo salarios, eliminó la canasta mensual, redujo el apoyo al transporte y ocultó y robó las utilidades anuales entregando sólo una “compensación” miserable diciendo a los obreros que “la empresa andaba mal”. Por su lado y como era de esperarse, el sindicato charro encabezado por Fidel Onofre Espinosa, haciendo gala de su servilismo, entregó más de cien plazas al patrón para convertirlas en puestos de confianza, fáciles de manipular por el joven empresario.
Además, Fidel Onofre complacía al patrón de Manufacturera 3M disolviendo la actividad sindical: suspendiendo asambleas, utilizando la violencia en la renovación periódica del Comité Ejecutivo, callando ante el robo de las utilidades, firmando las revisiones contractuales y salariales al gusto del patrón, robando las cuotas sindicales y muchas otras trampas. Al mismo tiempo que se enriquecía descaradamente. Así transcurrieron varios años, hasta que la indignación obrera creció y un grupo de trabajadores decididos comenzó a reclamar respeto a sus derechos sindicales y laborales, y convocaron a asambleas para pedir cuentas y exigir que el sindicato frenara los abusos y los defendiera del nuevo empresario. Llegaron incluso a pedir el apoyo de la dirigencia estatal de la CTM quien, como era de esperarse, los engañó pues también estaba al servicio del dueño de la fábrica.
Al verse solos y en total desventaja, pidieron el apoyo de la Confederación Revolucionaria de Trabajadores (CRT) a través del Sindicato Nacional de la Industria Metálica, pues el patrón y el propio Comité Estatal de la CTM se lanzaron con violencia a reprimir la inconformidad obrera. La CRT, después de estudiar el caso, les ofreció apoyo legal y político: comenzó con ellos una lucha bien preparada legalmente que pretendía sacudirse el cacicazgo charril de Fidel Onofre por medio de una demanda de titularidad del CCT, donde los obreros abandonarían el viejo y descompuesto sindicato de la CTM para integrarse al Sindicato Nacional de la Industria Metálica de la CRT.
Cuando comenzó el proceso legal en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) en la Ciudad de México, los obreros vivieron otro período de enormes dificultades, pues la autoridad laboral puso muchos obstáculos para definir la fecha del recuento sindical. Después de la presión que los trabajadores tuvieron que ejercer a las autoridades, finalmente la JFCA fijó el 7 de enero de 2017 como fecha para la realización del recuento de trabajadores conforme a la ley y en presencia de las autoridades del trabajo. Ese día, dando muestra de unidad, los obreros votaron masivamente a favor del Sindicato Nacional de la Industria Metálica de la CTR, derrotando de manera contundente al líder charro Fidel Onofre y a la CTM quienes no obtuvieron un solo voto a su favor. Sin embargo, atendiendo a los intereses del millonario propietario de Manufacturera 3M, la JFCA tramposamente anuló los resultados del recuento y atropelló la voluntad obrera con argumentos falsos e insostenibles. Como siempre la autoridad laboral se colocaba al servicio de los empresarios.
Nuevamente los obreros presionaron con movilizaciones a la autoridad laboral quien fijo el 27 de febrero como fecha para el nuevo recuento, dándole tiempo al patrón y al charro sindical para intimidar y reprimir a los obreros, ahora más violentamente. Esta vez, Juan Miguel Bueno Ross mostró su verdadero rostro, como un patrón vengativo y sin escrúpulos, despidiendo injustificadamente a los 21 trabajadores más destacados del movimiento, algunos hasta con 30 años al servicio de su empresa, sin importarle el terrible daño causado a los obreros y sus familias. El patrón se fue a fondo con amenazas, castigos dentro de la empresa y usando todas las formas de represión para desanimar a los obreros, doblegarlos y ganar el nuevo recuento. Sin embargo, a pesar del apoyo brindado por la autoridad laboral a Juan Miguel Bueno Ross y a Fidel Onofre, el 27 de febrero los obreros, dando muestra de decisión y valor, volvieron a ganar el recuento aplastando al charro y al patrón por segunda ocasión.
Pero las cosas no terminaron ahí. A pesar de que los obreros cuentan con el laudo de la JFCA que reconoce su triunfo y lo defienden con decisión, el patrón y el cacique sindical no reconocen su derrota y promovieron un amparo contra la resolución de la JFCA pretendiendo anular por segunda vez el recuento. Y, partiendo del hecho de que las autoridades laborales en nuestro país no están para hacer respetar los derechos de los trabajadores sino para vigilar los intereses de los patrones, es muy probable que la capacidad económica del propietario de Manufacturera 3M esté por encima de la ley y de nueva cuenta echen abajo el triunfo obrero para calendarizar un tercer recuento a la medida que el patrón ordene. A pesar de las amenazas, despidos y permanentes dificultades, los obreros tendrán que seguir luchando sin descanso contra el patrón, la autoridad laboral y el charro sindical, hasta obtener la victoria sobre estos enemigos de la clase trabajadora. ¡Esa es la lección!