*En algunas entidades cientos de mujeres son encarceladas cada año por practicarlo
*Las organizaciones feministas buscan resignificar su orden simbólico mediante la erradicación de la culpa
Más de 47 mil mujeres en todo el mundo mueren cada año por abortos clandestinos realizados en condiciones sanitarias deficientes, 75 por ciento corresponde a países en desarrollo como Nicaragua y México, aseguró la licenciada Itzel Cruz Palma durante el Primer Coloquio de investigación de la Maestría en Psicología Social de Grupos e Instituciones.
El riesgo de muerte por interrupciones del embarazo no reguladas es el tema central de su investigación, en la que demuestra que la mortalidad materna se ha convertido en un grave problema de salud pública, ya que lejos de ser una práctica aceptada, libre y respetada aún permanecen mitos y falsedades que la sancionan con penas en prisión.
Guanajuato, Jalisco, Guerrero y Chiapas son las entidades que encabezan la lista con mayor número de mujeres encarceladas por abortar, mientras que en algunos otros estados como Michoacán, Tlaxcala, Baja California Sur y Veracruz es permitido el aborto siempre y cuando se compruebe que el embarazo es producto de una violación, que la vida de la mujer está en riesgo o que el feto presenta malformaciones, afirmó Cruz Palma.
La estudiante de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) sostuvo que esta práctica fue aprobada en abril de 2007 cuando la Asamblea Legislativa del Distrito Federal ratificó la modificación al Código Penal y la Ley de Salud del Distrito Federal, permitiendo así interrumpir el embarazo durante las primeras 12 semanas de gestación.
La legalización del aborto está respaldada por cientos de organizaciones sociales y a pesar de ello hay una sensación de ilegitimidad, vergüenza y culpa entre la mayoría de las mujeres.
En el fondo la legalización implica el derrumbe del paradigma tradicional, mientras acepta abiertamente que ellas ya no sólo tienen relaciones sexuales con fines reproductivos, sino también por placer y erotismo, dijo la pasante de maestría.
Desde que la mujer ha podido reproducirse ha encontrado diversas maneras para evitar dar a luz, por ejemplo en Mesoamérica existe el registro de esa práctica desde tiempos prehispánicos, pero fue reprobada por cuestionamientos morales con la llegada de los frailes en tiempos de la colonización española.
Frente a la criminalización y hostigamiento por parte de los grupos más conservadores, las organizaciones feministas buscan resignificar el orden simbólico del aborto mediante la erradicación del sentimiento de culpa e impulsando la reivindicación del cuerpo de las mujeres como un territorio propio en el que nadie puede decidir, excepto ellas mismas.
Aún falta mucho por hacer, pues el estigma que carga esta decisión continúa latente y revela las ideas que se tienen de la sexualidad y cómo sigue siendo utilizada para el control de la vida plena de las personas.
El doctor Roberto Manero Brito, docente del Departamento de Educación y Comunicación de la UAM y asesor del proyecto, consideró pertinente debatir en torno a la transformación del régimen reproductivo de la sociedad, que durante los últimos 50 años ha evolucionado considerablemente a pesar del carácter conservador que algunos mantienen.
Si bien los cambios en el régimen de la sexualidad han tenido un lugar importante en la sociedad actual, existen dos tareas fundamentales para la psicología social: la primera situar la problemática en el marco del régimen reproductivo de la sociedad, y la segunda, la posibilidad de recuperar los análisis y las vivencias en el contexto del trabajo cotidiano de quienes ayudan a ejercerlo.