Por: Trinidad González
Tochimilco, Puebla.- Caminar por las calles de diversas comunidades de este municipio, ubicado en las laderas del volcán Popocatépetl es encontrarse con la tragedia y la desolación. El panorama sombrío emerge tras el sismo de 7.1 grados en escala Richter del pasado 19 de septiembre, que igual a otros municipios del estado, derrumbó no sólo el patrimonio de miles de familias, también edificios públicos e iglesias.
Casi una semana después del temblor, por las calles principales de las comunidades avanzan cientos o quizá miles de desconocidos, unidos por una causa: ayudar a los habitantes en las tareas de reconstrucción. Porque de las autoridades no se sabe nada.
Desde las entradas de lo que fue su vivienda o lo que queda de ella los propietarios observan absortos el ambiente. Unos incluso aún no asimilan lo que vivieron.
Tochimilco es un municipio que de acuerdo al INEGI cuenta con casi 15 mil habitantes, la mayoría de las familias se dedica a la agricultura, aunque también un alto porcentaje sobrevive de las remesas que envían de Estados Unidos, ya que es una región con un elevado índice de migración.
El bullicio por las calles principales de las comunidades no es normal, suben, bajan con palas y picos, protegidos por cascos y chalecos. En las esquinas se ofrece comida, en plazas principales ropa y víveres; como un mercado pero este forzado por la necesidad.
Los habitantes se sienten abandonados, perdieron todo, su casa, sus muebles, y en los próximos meses y años será incierto. Don Epifanio Estrada Cruz, es uno de ellos, vive con su familia en San Antonio Alpanocan, un pueblo rodeado de montes y bosque, pero que la naturaleza ahora es lo de menos, porque el dolor es más fuerte, el vio caer su casa al ser demolida. El sismo tiró dos paredes, puertas y la escalera, las brigadas de apoyo, hicieron el resto.
“Tardare más de 20 años para que me levante, tal vez más. Va para largo” narra tras reiterar que le llevó años hacerse de una casa. Ahora, se mudará a los campos de cultivo, donde provisionalmente construirá una vivienda con materiales como cartón o madera, en su actual domicilio, en la calle Zaragoza, la principal de la comunidad representa un riesgo.
A unas viviendas más, también afectadas que suman unas diez por lo menos, vivía doña Rosalba Acosta junto con seis integrantes. Ella ahora viven con vecinos, porque su casa esta deshecha, dice que trabajo durante “toda la vida” y a pesar de que una habitación que le costo casi 75 mil pesos no se derrumbó, si tiene grietas y será destruida. “Nosotros tenemos que empezar desde abajo, desde cero”, dice entre lagrimas.
Y de las autoridades nada. El municipio, el estado nada, ahí se encuentra la Policía Federal y el Ejército, brigadas ciudadanas durante los días más intensos fueron quienes encabezaron el retiro de escombros; la sociedad civil se volcó para ayudar.
En Santa Cruz Cuautomatitla, otra de las comunidades afectadas en este municipio sus habitantes no ven para cuando saldrán de los escombros. La escuela primaria rural “José Ramírez” que atiende a unos 220 alumnos esta destruida, que al igual que sus compañeros de la comunidad vecina, los niños no están acudiendo a clases.
El pueblo de unos mil 400 habitantes, también sufre. Aquí los pequeños juegan en la plaza principal, algunos muy entusiasmados porque recibieron por parte de “quien sabe quien”, un juguete, uno que no tenían o anhelaban, pues aquí la pobreza es evidente y lo que menos tienen es para comprar juguetes.
La Joya, una de las calles de está comunidad fue donde hubo mas afectaciones, aquí el temblor no respetó a viviendas de adobe o concreto, por igual las tiró. Unas 22 casas se demolieron y el riesgo es mayor, porque a pocos metros hay una barranca y ante el tipo de tierra, está se sigue deslavando.
Una de esas casas era de don Severiano Romero, que ahora vive en su coche, su familia de diez integrantes lo hacen con familiares en otra parte del pueblo, donde hubo afectaciones menores.13 años le llevó construir un patrimonio de dos cuartos y una cocina.
“Nos quedamos sin nada, es volver a empezar y no sabemos cuando saldremos de esto, ahora iniciaremos de la nada”, comenta y muestra su preocupación a la vez. De la autoridad no espera nada, porque refiere que el municipio no se ha acercado para al menos –dice- ver la situación.
En esta calle se arremolinan decenas de voluntarios, la gente casi no sabe que hacer, por que se necesita personal capacitado, pero aun así, participan, forman cadenas humanas para acomodar víveres. Por ahora los afectados se sienten arropados, a pesar de mostrar su tristeza, pero después la realidad será otra.
Sentimientos encontrados en la misma comunidad, y que incluso es reflejó en otras entidades. Hilario Rosales, le sorprende la ayuda de la gente, como también le indigna la falta de sensibilidad de la autoridad municipal. Él junto a sus vecinos organizaron un comedor comunitario, ahí la gente que lo perdió todo se acerca y recibe alimentos.
La pobreza abunda en esta región. Perros desnutridos que deambulan por las calles y aprovechan también el reparto de comida, caballos y burros flacos atados a arboles que apenas si se alimentan, aves de corral que nadie reclama. Todos están concentrados en la ayuda a los damnificados, cargan botes con escombro, ofrecen comida, universitarios que organizan a los presentes y ordenan los víveres.
No lejos de ahí, en San Miguel Tecuanipan, la situación es similar a las otras comunidades. En una esquina, ya que la presidencia auxiliar está a punto del colapso unos jóvenes provenientes de Atlixco ofrecen ropa. Por Tochimizolco las afectaciones son menores en comparación con las comunidades vecinas, pero aun así, la población siente el miedo.
En San Lucas Tulcingo y San Francisco Huilango, sus habitantes recienten más el colapso de las iglesias. En la primera tienen destruida la presidencia auxiliar y decenas de viviendas. En San Francisco, unas 30 casas se vinieron abajo y el reflejo de la desesperación es visible.
De esta parte del estado, en la entrada a la mixteca poblana se ubica el municipio de Atzitzihuacán, ahí una de las comunidades mas dañadas es Xochitiopan, casi el 80 por ciento de las viviendas se derrumbaron y no hay materiales para la reconstrucción de las casas. En sus calles se mezcla el polvo y el lodo, la ayuda civil también se hace presente.
La fe que fracturó el sismo
Hoy no se escuchan las campanas porque están en el suelo, junto a toneladas de escombro. Si acaso alguna sonará pero no con la intensidad habitual, porque está atada a un árbol, metros abajo de su ubicación normal.
El sismo derrumbó decenas de iglesias en los cinco estados. Puebla no fue la excepción y en Tochimilco todas sus iglesias están afectadas, para pocos un patrimonio cultural que datan desde hace más de 500 años, pero para la mayoría un espacio de fe espiritual.
San Antonio Alpanocan, la iglesia está a punto de derrumbarse. Para mantener el retumbar de las campanas, al menos una fue atada a un árbol. En Santa Cruz, al ser una capilla, no sufrió y ahí, en la plazuela el sacerdote y los vecinos reciben a los feligreses para brindarles alimentos.
En Tecuanipan, desde la entrada se ven los estragos, la zona esta clausurada y a lo lejos se observa las condiciones en las que quedó la iglesia en honor a San Miguel, los habitantes aun definen si celebrarán o no este 29 de septiembre. En Tochimizolco, Santiago Apóstol ya tuvo su feria, el pasado 25 de julio, ahí la iglesia presenta afectaciones y su torre esta incompleta.
En San Francisco Huilango y San Lucas la celebración del 4 y 18 de octubre no será como en otros años. Hoy el pueblo esta de luto porque las iglesias se vinieron abajo. Pero la fe puede ser mas fuerte, en Tulcingo los vecinos con apoyo de migrantes en Estados Unidos ya construyen una capilla donde venerarán a San Lucas. Mientras que San Francisco de Asís será celebrado con una misa en un espacio abierto, usado como mercado.
A unos kilómetros de estas comunidades, se esperaba una de las fiestas más importantes al menos en la región, es el Festival Atlixcayotl, que se celebra en la ultima semana de septiembre. Las etnias con sus coloridas vestimentas recorren las principales calles de Atlixco y terminan en el cerro de San Miguel y el templo de San Francisco, pero hoy en el cerro quedan casi ruinas de la iglesia, y ex convento franciscano presenta en su sacristía fisuras que representan riesgo.
Otra iglesia afectada y que era parte de esta festividad es el Templo de la Tercera Orden Franciscana. La encargada de la fraternidad María Elena Pacheco lamenta el contexto en que se encuentra el templo, cerrado a visitantes, de antemano comenta que el Atlixcayotl, no es un festival, sino una fiesta para unir a los pueblos, el pueblo que llega con sus pies descalzos y manos callosas por el trabajo.
“Ya llegaron los políticos”
Blanca Alcalá, senadora del PRI con licencia y ahora embajadora de México en Colombia entra a la casa marcada con el número 26 de la calle Madrid, en Metepec, Atlixco y no alcanza a escuchar lo que los inquilinos manifiestan “ya llegaron los políticos”.
Junto a Alcalá van recorriendo esta zona afectada la también senadora Lucero Saldaña, el presidente de la comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, Jorge Estefan Chidiac; el secretario de la comisión, el diputado por Sonora Héctor Ulises Cristopulos Ríos; las diputadas Citlalli Ceja y Hersilia Córdova.
Durante la conversación, la ex candidata de Puebla se presenta y pregunta si la conocen, la respuesta es afirmativa. Trata de ser empática, pero no lo logra, la casa del señor Fidencio Barranco se describe por si sola, una pared caída y otra a punto de caerse. Alcalá intenta explicar como una ingeniera la situación de las viviendas, construidas una junto a la otra con adobe, por lo que al caerse una, en efecto domino lo harán las otras, dice.
El reclamo que hace una familiar de don Fidencio, la señora María Rosales Jiménez que a pesar de andar en muletas viajó desde la Ciudad de México hasta esa población es en el sentido de que ningún funcionario ha visitado el lugar, y los que acuden, únicamente a tomarse la foto.
Alcalá se quedó sola, porque sus compañeros no entraron a esa vivienda, platicaron con los afectados de enfrente, entregaron víveres. En esa calle, una 15 viviendas resultaron afectadas y la gente duerme en la calle, porque hasta ese momento no se había instalado un albergue.
Calles arriba, vecinos se acercaron a los visitantes y expusieron su problemática, la falta de ayuda oficial, la seguridad, la inquietud para la instalación de un albergue y un espacio para preparar alimentos. Quien escuchó e incluso trabajó desde un inicio, fue la diputada por ese distrito, la profesora Hersilia Córdova, porque los demás legisladores en algún momento de la charla abandonaron el lugar.
Durante el recorrido de los diputados, que incluyó Atlixco, Huaquechula y otros municipios de la mixteca poblana, se comprometieron a trabajar por los damnificados y a estar al pendiente porque se cumplan los proyectos, aunque la confianza no se sintió entre los congregados; sin embargo, algo hizo la diferencia, que la diputada Córdova Morán ha llevado obras desde el inicio de su gestión.