Por Alejandro Envia Fisher
Las lista de figuras públicas y proyectos políticos afectados por el terremoto del 19 de septiembre parece interminable. Quizá el menos complicado de todos sea el presidente Enrique Peña Nieto, no porque las cosas no se volvieran más dificiles al final de un sexenio de desgaste tan prematuro, sino porque él no tiene más elección hacia adelante que la del candidato priista, y la devastación le ofrece otra oportunidad para rescatar su pésima imagen pública si decide, y logra, convertirse en el arquitecto de una reconstrucción milagrosa; algo no sencillo pero tampoco imposible si se considera que lo consiguió Miguel de la Madrid en un entorno económico mucho más complicado que el actual.
Miguel Ángel Mancera está políticamente acabado y quizá se encuentre legalmente comprometido si su sucesor y sus adversarios comprueban que en 2016 suspendió reglas básicas de seguridad en el Reglamento de Construcciones de la Ciudad de México, con el objetivo de favorecer a las empresas inmobiliarias. La presencia en su entorno de personajes como Simón Newman, un gestor de los constructores de pésima fama por sus malas prácticas, complementa las historias que circulan explicando los derrumbes del 19 de septiembre. Por eso, dicen los que saben, Mancera ya declinó. Tuvo un ataque de conciencia y de humildad, comprendió que no puede aspirar a la Presidencia enmedio del cuestionamiento y las investigaciones por su posible responsabilidad, y prefirió labrarse una salida digna por la vía de la reconstrucción.
La caída de Mancera dejó al PRD sin precandidato presidencial para negociar en el frente con sus aliados panistas. La virtual aceptación de la candidatura de Ricardo Anaya, o el panista que fuera, como abanderado del Frente, también le aseguraría a Alejandra Barrales la candidatura del mismo Frente Ciudadano a la Jefatura de Gobierno de la CDMX. Todo sería claro para Barrales excepto por un detalle: su partido. El PRD lleva 20 años gobernando la ciudad de México. Es imposible pensar que la corrupción inmobiliaria desnudada por el sismo no le hará daño al sello político que la prohijó. Los perredistas de hoy pueden decir misa, pero en este caso no podrán responsabilizar al PRI de lo que ellos hicieron: Reglamentos, Directores Responsables de Obra, verificaciones administrativas, jefaturas delegacionales, figuras legales e instituciones como el INVEA, que han demostrado ser tapaderas o vitrinas para las nuevas formas de corrpución, son hechura y manufactura de funcionarios y políticos perredistas. Si una perredista como Barrales es candidata del Frente Ciudadano sin Ciudadanos, la reacción del electorado en las urnas será imprevisible por el nivel de enojo social contra quienes se enriquecieron haciendo negocios, desde el gobierno, con la construcción de una ciudad de papel sobre arenas movedizas.
A Ricardo Anaya el terremoto le sirvió para desplazar de la agenda mediática, al menos de momento, el debate sobre su increíble olfato para los negocios y las herencias, talento que lo convirtió en un joven millonario, sin producir ni inventar absolutamente nada, antes de cumplir los 40 años. Sin embargo su gran logró: el Frente Ciudadano sin Ciudadanos, ya no parece tan buena idea. Por un lado lo llevó a partir en dos a su partido, y por el otro lo asoció con la corrupción del sismo en la industria de la construcción. Sus socios perredistas no sólo tienen poco peso y pocos votos porque Morena los desfondó, además apestan a corrupción, a mordidas, a obras inseguras y ahora también a muerte por negligencia criminal o cosas peores. Adicionalmente, Anaya tiene en el propio PAN su propia historia de negocios relacionados con la destrucción de la Ciudad de México. Se llama Jorge Romero Herrera y Fue delegado en Benito Juárez, la delegación con más edificios caídos en el terremoto, y con más negocios inmobiliarios en la ciudad de México. Esa delegación tiene 23 años gobernada por panistas desde que Esperanza Gómez Mont lo hizo entre 1994 y 1997. Hablar de corrupción en el PAN es hablar de Jorge Romero Herrera, actual diputado a la Asamblea Legislativa pero también jefe político de Acción Nacional en la ciudad de México, además de destacado anticalderonista y anayista desde hace tiempo (Mariana Gómez del Campo puede dar testimonio de eso). La elección de 2018 tendrá como tema fundamental y factor decisivo la corrupción. El sismo y la forma social convenida para explicar la devastación así lo han confirmado. En esa materia, Ricardo Anaya está plagado de desventajas: tiene fama de corrupto, está estrechamente vinculado al símbolo de la corrupción panista, Jorge Romero Herrera, y asoció electoralmente al PAN con el PRD, un partido inmerso en señalamientos por corrupción grave en la ciudad de México y en morelos, exhibida con el sismo.
El PRI no está mejor. A su candidato fuerte, Aurelio Nuño, no lo enterró el mito de Frida Sofía porque él no la inventó (fue Nuño quien sembró la duda cuando preguntó por qué no aparecían los padres de la niña a punto de ser rescatada) . Lo que enredó a Nuño fue la incapacidad para administrar, con transparencia y eficiencia además de seguridad, el regreso a clases. Decisiones contradoctorias al principio y burocráticas después; temor fundado pero también desbordado; imposibilidad para establecer un sistema que, sin ser omiso y menos irresponsable, permitiera fluir a los alumnos de regreso a todas aquellas escuelas que habían sido revisadas y eran seguras; paralización integral del sistema educativo en la ciudad de México y en varios municipios mexiquenses, además de Puebla y Morelos, todo derivado de que el Colegio Rebsamen fue convertido en la imagen viva de la tragedia, mostraron a un secretario de Educación con capacidad cuestionable para utilizar las facultades del Estado en una emergencia. Al 5 de octubre, Reforma exhibía el tamaño del desorden de la SEP y de sus ineficaces medidas al presentar los porcentajes de escuelas públicas funcionando. Gracias a que la UNAM no se pasmó, tomó sus propias decisiones y se hizo responsable de valorar la seguridad de sus edificios, la fuerza de la institución y de sus universitarios estuvo lista para organizar el mayor de los centros de acopio y la mejor estructura de brigadas de apoyo en el Estadio Olímpico. Gracias a que la UNAM se hizo cargo, muchas preparatorias privadas incorproadas a ella pudieron regresar a clases amparadas por su Dirección General de Incorporación y Revalidación de Estudios: Si hubieran seguido en manos de la SEP, esos bachilleratos habrían continuado cerrados esperando el visto bueno de un Aurelio Nuño rebasado por la circunstancia.
El otro pendiente de Nuño se llama Tec de Monterrey. No perdió tiempo para apersonarse en el Colegio Rebsamen y dejarse ver en las labores de rescate primero, para sumarse al linchamiento mediático de la propietaria de la institución después, retirarle incluso la clave de incorporación y prohibirle prestar el servicio ahí, o en cualquier otto inmueble. Sin embargo el secretario de Educación Pública no se apersonó, al menos públicamente, en el Tec de Monterrey Ciudad de México, ubicado a solo un kilómetro del otro colegio y donde también hubo estudiantes y trabajadores muertos. No sólo eso, sobre el Tec de Monterrey Aurelio Nuño no dijo nada y por supuesto, al Tec de Monterrey la SEP no le prohibió absolutamente nada, no le retiró ninguna autorización y tampoco le ha pedido ninguna explicación, al menos en público. Dos criterios para evaluar y sancionar un mismo asunto, en dos escuelas ubicadas en la misma delegación, afectadas por la misma fuerza de la naturaleza, y en las que se presume la misma negligencia en la construcción. ¿Qué tiene el Tec de Monterrey que no tiene el Rebsamen, además de muchísimo dinero una extensa red de relaciones?
Claudia Sheibaum. Por las mismas razones, el Colegio Rebsamen y el Tec de Monterrey, la morenista Claudia Sheinbaum también acabó como damnificada del sismo. Estaba lista para ser candidata a jefa de Gobierno, pero la omisión y la negligencia, de sus antecesores y también de colaboradores propios, la entramparon en el caso de mayor atención mediática de todo el terremoto. Sheinbaum cambió sus versiones de un día para otro, pues primero pareció avalar la situación administrativa del Rebsamen, y al día siguiente la emprendió, por igual, contra dueña y ex funcionarios de la delegación Tlalpan; aunque tuvo el mal gusto de no denunciar penalmente ni a Maricela Contreras ni a Higinio Chávez, dos ex jefes delegacionales por el PRD, ahora correligionarios suyos en Morena. Para Sheinbaum aplica la misma pregunta que para Nuño: ¿De qué está hecho el Tec? Sus puentes se derrumban, sus estudiantes y trabajadores mueren, y para sus directivos no hay denuncias penales, no hay sanciones administrativas y tampoco hay presión para que rindan cuentas? Sheinbaum cargará, tanto como Nuño, con la sombra de lo que parece un encubrimiento, pues se menciona con insistencia que Alfonso Romo está en Morena para cuidar los intereses y las marcas de la clase empresarial regia.
López Obrador, el padrino de Sheinbaum y el único precandidato presidencial firme y seguro, también sufrirá daños por el terremoto. La sacudida desinfló a su candidata a la Jefatura de Gobierno y magnificó el costo de haber maltratado a Ricardo Monreal. El ajuste en la plaza más lopezobradorista de todo el país tendrá costos. Pero la desventura de Sheinbaum no es todo. Andrés Manuel fue jefe de Gobierno y fue una decisión suya, el famoso Bando Dos, la que redensificó la población en cuatro delegaciones centrales del entonces DF e inició el boom inmobiliario al que hoy se culpa por tantos edificios colapsados. Igual que Mancera, López Obrador es parte de los 20 años de gobiernos perredistas que edificaron la ciudad colapsada y exhibida por este sismo. Adicionalmente, Andrés Manuel tiene que valorar si concreta la recuperación de Marcelo Ebrard para su equipo de trabajo El que se decía asesor de Hillary Clinton nunca ha dejado de rondar al líder moral de Morena y a últimas fechas hacía que sus voceros presumieran su inminente regreso. Para rematar, el amago de entregar a los damnificados el subsidio del INE, que primero parecía una jugada maestra porque alineó a todos, partidos y sociedad, en ese sentido, resultó un petardo: Morena no ha renunciado a su financiamiento y como se ven las cosas, no va a renunciar a nada. Eso tampoco pasará inadvertido porque lo que ahora sigue es la reconstrucción, y para lograrla se necesitan más recursos y menos discursos.