Por Nydia Egremy
Atónito, el mundo presencia la agresiva escalada del poder político-corporativo del Estado español, fuerza ocupante, contra Cataluña (cuya mayoría quiere la independencia).
Tras el referéndum del 1º de octubre, la región autónoma catalana ha logrado una victoria moral: más de dos millones votaron “Sí” a la pregunta ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de República?, contra 176 mil que lo hicieron por el “No”. Así, esa rica región subraya su genuino interés geopolítico sobre la ficticia unidad de España. Para muchos es un camino sin retorno donde la única certeza es la incertidumbre; para otros es la hora de debatir el concepto de democracia, México incluido.
Autodeterminación es el concepto clave en Cataluña, la región más rica de España y cuya mayoría de habitantes exige el derecho a gobernarse con normas propias.
El afán independentista catalán se reactivó con la crisis económica global de 2008. Ahí los recortes fueron más brutales que en comunidades menos desarrolladas y afectaron transversalmente a todas las clases y sectores sociales, explica el catedrático de la Universidad de Barcelona, Casassas Ymbert.
En 2015 empeoró la situación cuando el Tribunal Constitucional rechazó el Estatuto de Autonomía, ya aprobado por el gobierno y el congreso españoles, que el parlamento catalán y los ciudadanos habían avalado en un referéndum previo.
Al respecto, el director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami, Joaquín Roy, señala que el pretexto fue que el documento mencionaba a Cataluña como “nación”. La tensión entre ambos gobiernos creció cuando el Govern de la Generalitat (gobierno catalán) aprobó la ley del referéndum.
Los independentistas catalanes sabían que la reacción sería violenta. El enemigo al que enfrentaban era el poderoso y brutal Estado español, “un régimen que abreva hace décadas en la opción continuista del franquismo, aunque en algunos periodos se disfrazara de transición, de socialdemocracia o apostara directamente a reafirmarse en el fascismo como ocurre con el gobierno de Mariano Rajoy”, ha descrito Carlos Aznárez.
Días antes de la consulta, al grito de ¡Visca Cataluya lliure! (¡Viva Cataluña libre!) se desplegaban todas las tácticas de resistencia: centros-señuelos de votación, se planeó votar en sitios no programados y por internet.
Aliados, organizaciones sociales, campesinos, empresarios, bomberos, estudiantes, sindicatos y no pocos Mossos d’Esquadra (policía catalana autonómica), tejían una eficaz red de comunicación. Gracias a ello obreros madrileños alertaron que miles de guardias civiles y de la Policía Nacional se embarcaban hacia Cataluña.
En resistencia pacífica, cientos de miles esperaban a la fuerza invasora en municipios y ciudades catalanas. Pero la ola destructiva de las huestes del Estado español enfilaba contra ciudadanos, requisaba urnas, papeletas, destruía colegios electorales y centros de votación mientras a los ciudadanos que le hacían frente los lanzaba a la calle como fardos. Para impedir que escalara la violencia, el gobierno autónomo catalán impidió que los Mossos entraran en combate; Aznárez cita que muchos de esos elementos lloraban de impotencia ante la saña con que sus vecinos eran golpeados por la fuerza ocupante.
El dos de octubre, Roger Cohen, en su editorial de The New York Times, criticaba la violencia ordenada por el Ejecutivo español para impedir el referéndum. “Mariano Rajoy tenía la ley de su lado, pero ahora Barcelona tiene las imágenes de televisión, la solidaridad y simpatía; así, el jefe de Gobierno parece un matón intransigente y aleja la posibilidad de una solución política” escribió.
Importancia geopolítica de Cataluña
Hoy, cuando Estados Unidos (EE. UU.) se confronta con Rusia; que crece la tensión entre la Unión Europea (UE) y EE. UU.; que Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se confrontan y EE. UU y China difieren en aspectos cruciales, cabe preguntar: ¿cuál es la importancia geopolítica de Cataluña? Una respuesta sería su privilegiada posición geográfica, pues su acceso al Mediterráneo la hace muy atractiva tanto para actividades turísticas como para despliegues bélicos.
Además, esta región autónoma posee otra cualidad estratégica: sus seis aeropuertos; pero quizás su atractivo principal sea el puerto marítimo-industrial-comercial-pesquero de Barcelona. Se le considera la puerta de acceso hacia Noráfrica (Argelia, Marruecos), las economías mediterráneas (Francia, Italia, Turquía, Grecia, Malta), vía Medio Oriente (Egipto y Arabia Saudita), así como la entrada a Europa desde China y Rusia.
Desde ese puerto, el Estado español se conecta directamente con los mercados asiáticos y la península arábiga. Por ahí transitan 40 millones de toneladas de mercancías, 2.8 millones de pasajeros y unos seis mil buques, en un ejemplo de eficiencia e interconectividad global. Se espera, además, que la apertura de las rutas árticas abra nuevos escenarios de oportunidades para el puerto catalán, explica el analista del Instituto de Estrategia de Barcelona, Guillem Pursals.
Para EE. UU. Cataluña es un importante objetivo estratégico. De las 44 bases e instalaciones que tuvo en España, tras los acuerdos entre Eisenhower y Franco en 1953, hoy conserva las bases de Rota y Morón. Hoy el interés de la superpotencia está en sectores vitales catalanes. En diciembre de 2010 WikiLeaks reveló que en su lista de activos estratégicos en España, el Departamento de Estado incluye al fabricante de homoderivados (en particular, de gammaglobulina) Instituto Grifols, en Cataluña.
Además, tras el atentado del 17 de agosto en Barcelona, EE. UU. aspira a reforzar su cooperación antiterrorista con Cataluña. Sin embargo, Washington prefiere lidiar con Mariano Rajoy. Así lo manifestó Donald Trump al español en su encuentro del 26 de septiembre al reiterarle que le gustaría “que España continuara unida”.
En ese juego geoestratégico, una Cataluña fuera de la UE ofrecería oportunidades a China y Rusia. En 1986 el “No” ganó en el referéndum de adhesión a la OTAN en Cataluña, Euskadi, Navarra y las islas Canarias; hoy a regiones y países opuestos a esa Alianza y a la UE no les disgusta la aproximación de Moscú o Beijing a través de Cataluña.
China ha logrado reconvertir grandes zonas industriales de Tarragona y Barcelona para recibir sus mercancías. Y en su planificación de mercados y alianzas, a Moscú le interesa la privilegiada posición mediterránea de Cataluña; sin embargo, mantiene las formas y sostiene que respeta la integridad territorial española.
Para la UE, la escisión catalana implicaría una reorganización geopolítica y de correlación de fuerzas que no desea. Hubo un cónclave el 29 de septiembre en Tallin, Estonia, para respaldar al gobierno español; Francia, Alemania e Italia afirman que su único interlocutor es Mariano Rajoy. El dos de octubre, el presidente catalán exhortó a la UE a no seguir mirando a “otro lado” y aplicar su autoridad contra Madrid por los más de 800 heridos del día anterior.
Opresión «legal»
La intención de España de detener el referéndum de autodeterminación catalán del 1º de octubre revela los siglos de conflicto entre ambas partes. El punto de inflexión fue en 1714, cuando ambas partes chocaron; en el siglo XX, esa difícil convivencia se tradujo en la persecución del franquismo contra los rebeldes catalanes. Y hace casi 40 años, en la llamada “transición”, se crearon 17 comunidades autónomas; pero no resolvieron las reivindicaciones, pues solo consiguieron un muy relativo autogobierno.
Centro industrial con idioma, historia y cultura propias, Cataluña es la región más rica del reino y pesa mucho en el equilibrio económico español. Para evitar que Cataluña, con sus cuatro provincias (Barcelona, Gerona, Tarragona y Lérida) se independice, la autoridad española acusa de “irresponsable” al gobierno catalán y afirma que viola la Constitución de 1978, que defiende la unidad española. A su vez, los catalanes denuncian que Madrid sustrae su riqueza y les niega el derecho a elegir su destino político.
A principios de septiembre, el Tribunal Constitucional español suspendió la consulta” del 1º de octubre y ordenó incautar urnas y papeletas de votación. Con esa “legalidad”, uniformados anti-motines arremetían contra catalanes que solo querían votar. Al respecto, el analista Isidoro Moreno explica que “ha habido y hay leyes claramente antidemocráticas, pues hasta las dictaduras y tiranías montan su legalidad”. Así comenzaba la batalla del 1-0, que simbolizaba el derecho a votar.
Así cuando la Guardia Civil destrozaba centros de votación y clausuraba el centro catalán de Telecomunicaciones y Tecnología de la Información, la vicepresidenta española Soraya Sáenz elogiaba su “profesionalidad”.
La fuerza armada bloqueó 140 páginas web, entre ellas la de la Asamblea Nacional Catalana; aunque la organización de izquierda Alerta Solidaria abrió nuevas páginas para atender a los votantes. En las páginas bloqueadas se veían el emblema de la Guardia Civil y la leyenda: “Este dominio ha sido intervenido y está a disposición judicial”.
El dos de octubre, The New York Times transcribía en su portada las palabras del líder catalán Carles Puigdemont ante sus conciudadanos: “Hoy, el Estado español ha perdido más de lo que ya había perdido”. A su vez, para subrayar el error estratégico de la agresiva reacción de Madrid, el analista Oriol Mallo calificaba: “Decidieron intervenir a porrazos y convirtieron una consulta ilegal en una reivindicación de los más elementales derechos democráticos”
Centro de la atención mundial
En su voraz avaricia, las calificadoras dispersan la percepción de incertidumbre y advierten una posible interrupción en el flujo de fondos y liquidez en Cataluña. Entretanto, bajan el grado de solvencia de la región. A su vez, según la ley del referendo, el gobierno catalán informará al parlamento regional el resultado de la consulta para que aplique lo previsto.
Se podría proclamar la independencia. En tanto, la huelga general del cuatro de octubre en Cataluña atrae la atención mundial contra la violencia española. Al respecto, los observadores británicos anunciaron que llevarán al Estado Español ante la Corte Penal Internacional de La Haya.