*La faceta inédita del miembro de la Ruptura se exhibe en una muestra integrada por 123 piezas, entre acuarelas, collages, gouaches, pasteles, óleos, tintas y acetografías
El Museo de Arte Carrillo Gil cierra su programa de exposiciones 2017 con la muestra Con ojos puramente plásticos y mirada universal. Enrique Echeverría que exhibe, por primera vez, la faceta como dibujante del artista pionero del movimiento de la Ruptura.
La exposición fue curada por la galerista y viuda del artista, Ester Echeverría, quien en entrevista con la Secretaría de Cultura detalló que se trata de una muestra que expone la inquietud artística de Enrique Echeverría entre 1941 y 1972.
“El objetivo de la exposición es mostrar el trabajo que no se ha visto, sus iniciales dibujos, su obra temprana y sobre todo la hecha en papel. Se exhibe la inquietud que tuvo de buscar nuevas maneras de expresión dentro del arte ya que nunca se sintió cómodo con una fórmula, siempre estuvo buscando una manera diferente de decir sus cosas.
“Al mismo tiempo, es una exposición que muestra, por un lado, su espíritu, su evolucionar como ser humano, el cómo se fue puliendo y sus cuadros lúdicos, y por el otro, que era un hombre profundo, de grandes valores, divertido, muy sensual y que gozaba de la vida”.
La muestra está integrada por 123 obras entre acuarelas, dibujos (hechos con carboncillo, bolígrafos, grafito y lápices de colores), collages, gouaches, pasteles, óleos, tintas y acetografías (que sobresalen por ser una técnica inventada por él), además de documentos personales, cuadernos de dibujo y la fotografía Retrato de Enrique Echeverría de Héctor García.
“También hay -agregó Ester Echeverría- caricaturas. Él tenía fama de ser un hombre sobrio, serio y lo era, pero también poseía un gran sentido del humor que muestra en las caricaturas protagonizadas por Don Cheve que fueron publicadas en El Universal e inclusive se utilizaron para promover una marca de leche norteamericana”.
Las piezas se exhiben en cinco etapas: Los años formativos (1943-1954) que abarcan desde su ingreso al taller de Arturo Souto y La Esmeralda, hasta su regreso del primer viaje que hizo a Europa y África becado por el Instituto de Cultura Hispánica.
Las búsquedas (1954-1959) que muestra su contacto con la pintura europea y nortamericana, su apertura y asimilación a estilos como el postimpresionismo y cubismo, y su trabajo en Nueva York realizado gracias a la beca Guggenheim, en donde se ve su relación con el expresionismo abstracto.
Los paisajes interiores (1967-1970) en donde plasma su interés por lo abstracto que será, según la opinión de críticos, la fase de mayor consolidación en la trayectoria artística de Echeverría.
Los organigramas o flores imaginarias (1967-1970) etapa en donde plasma la naturaleza, flores, formas de vegetales, piezas que se rigen por el contraste en la composición y abstracciones que reflejaban un pedazo de la realidad que era especial para él.
El regreso al origen (1970-1972) producto de su último viaje a España y en donde refleja una constante nostalgia por sus raíces. Se trata de paisajes pintados como en los años de su formación, con un enorme colorido.
De acuerdo con Ester Echeverría son núcleos en donde el público podrá ver los mejores retratos, paisajes, dibujos de academia y abstracciones hechas por Enrique Echeverría a través de las que reflejó su libertad para expresarse y el excelente uso que hizo del color.
“Él me decía: no quiero que mis coleccionistas se queden con la misma fórmula, no me frenaré creativamente porque mi obra no se venda, por eso quiero hacer lo que yo quiera y eso estuvo bien ya que cambió en tres ocasiones de temáticas y eso resultó muy afortunado”.
Entre las piezas que el público encontrará destacan: Soldador (1958) que muestra su interés por los oficios, reflejarlos con libertad y dándole mucha importancia al color.
El columnista periodiquero (1960), collage que refleja de forma impactante su etapa cubista; El flautista (1962) óleo que muestra su etapa de dejar el pincel y utilizar la espátula como herramienta creativa.
Pío Baroja (1952) óleo que da una muestra de las técnicas que utilizó como hacer sólo uso de manchas de color para dibujar; Reminiscencia de paisaje (1962) óleo que muestra su interés por los colores y figuras prehispánicas, y el uso de grana cochinilla, y las acetografías Tashana (1970) y Eurídice (1970).
“Obras hermosas e importantes de un personaje que abrió brecha para los jóvenes. Invito a los artistas nuevos a que vengan a verla para que conozcan quién les abrió camino con sus propuestas novedosas y atrevidas”, concluyó Ester Echeverría.
Con ojos puramente plásticos y mirada universal. Enrique Echeverría se exhibe en el Museo de Arte Carrillo Gil ubicado en Avenida Revolución 1608, esquina Altavista, colonia San Ángel. Horario: martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas. Precio: $45. Domingo entrada libre.