- En 30 años 75% de la población mundial vivirá en ciudades
La Ciudad de México requiere elevar la jerarquía de política ambiental y rescatar los bienes comunes, así como promover acciones de cooperación “para garantizar a las futuras generaciones el acceso a los mismos recursos naturales que utilizamos”, señaló la maestra Martha Delgado Peralta, coordinadora del Programa de Sociedades Sustentables de la Fundación PENSAR.
Al participar en el V Seminario del Proyecto Laboratorio de las Ciudades en Transición (LABCIT) de la Unidad Cuajimalpa de la UAM, manifestó que “nos encontramos en una megaciudad ubicada sobre una cuenca endorreica y cerrada, lo cual representa un reto mayúsculo”.
La Ciudad de México posee una economía muy grande, mayor incluso a la de Argentina, un aspecto que en lugar de ir en detrimento de sí misma debería favorecerla, sin embargo, requiere atender su problemática de sustentabilidad en materia urbana, social, de salud y educación.
El 50 por ciento de la población mundial vive en ciudades y se espera que en los próximos 30 años sea de 75 por ciento, “el fenómeno migratorio del campo a la ciudad va creciendo, lo que por un lado implica una sobreexplotación de los recursos, pero también una oportunidad de desarrollo y trasformación por su densidad, economía y capacidad”.
Señaló como fundamental retomar las iniciativas independientes de economía colaborativa en cuestión de movilidad de autos eléctricos, la construcción de huertos en azoteas y la implementación de energía solar domiciliaria con el objetivo de administrar la optimización de los recursos disponibles.
En las metrópolis de primer mundo se han puesto en marcha autobuses con celdas de hidrógeno en Seúl; impulsoras de la movilidad eléctrica en Vancouver y Oslo; urbes sin autos en Friburgo y Fez; promoción del ciclismo en Ámsterdam y Copenhague; de igual forma, en Cherán, Michoacán, México se distinguió por disminuir la producción de basura en 92 por ciento, “esto nos tiene que inspirar a cambiar la Ciudad de México”.
Debe transitarse “hacia otro tipo de cultura en la que nuestras decisiones colectivas y hábitos sean parte de la trasformación que necesita nuestra capital”. Urge diseñar programas sociales y ambientales conjuntos que incluyan la recuperación del espacio público, la reducción de gases de efecto invernadero, así como la promoción del deporte, lo social y lo cultural, concluyó.