Segunda de dos partes
El patriarcado surgió como consecuencia de la aparición de la propiedad privada; el matrimonio basado en la monogamia surgió precisamente por la necesidad de los hombres de heredar la propiedad, que ya no era común, sino privada y debía transferirse por herencia. De ahí que desaparecieran el matrimonio colectivo, el matriarcado, y las mujeres pasaran a ser propiedad del dueño de las tierras y de los instrumentos de trabajo.
Esta incomprensión de las verdaderas raíces económicas e históricas de la desigualdad de género es lo que ha permitido el surgimiento y desarrollo del feminismo, que desde su aparición equivocó el camino para solucionar el grave problema social que representa el avasallamiento de las mujeres. Todo ser humano que se considere humanista sincero, debe ser partidario de que las mujeres reciban un trato igual al de los hombres, salario igual, que no sean maltratadas, abusadas, etc.; que tengan, como en el antiguo régimen colectivista primitivo, puestos de dirección (datos de instituciones serias revelan que en México solo el 17 por ciento de los puestos de dirección están en manos de mujeres). Las mujeres deben gozar de respeto en su propia familia y tener, como en la etapa anterior a la propiedad privada, ese estatus de administradoras de la economía en los núcleos familiares (gens y tribu).
Pero la opresión de las mujeres seguirá mientras la sociedad se base en la concentración de la riqueza en unas cuantas manos; y mientras exista división de la sociedad en clases sociales antagónicas, (antagonismo debido a la estructura patriarcal) no podrá existir igualdad entre los géneros; pues la diferenciación social entre hombres y mujeres no desaparecerá mientras prevalezca su verdadera causa económica e histórica.
El auge repentino de las protestas en redes sociales contra los abusos y violaciones a mujeres es otra de las estrategias del establishment para mantener su control ideológico y político en el mundo; estrategia que le ha funcionado a las mil maravillas en otros aspectos de la vida social; con ella, el establishment promueve el surgimiento de movimientos “contestatarios”, en “contra de las injusticias”, en los que se manifiesta “la indignación”, pero que dejan a salvo la esencia rapaz, explotadora e inhumana del sistema. Se da amplia cobertura a los movimiento contra el maltrato a los animales, contra las corridas de toros, mientras a diario millones de trabajadores sufren el peor maltrato que puede recibir el ser humano: tener que trabajar hasta dejar la pelleja en jornadas interminables para recibir salarios de hambre; otra estrategia demagógica que se ha instrumentado es alentar la lucha para que las personas puedan casarse con individuos de su mismo sexo y además adoptar niños.
A estos problemas, que una sociedad democrática y sensible debe resolver en beneficio de las minorías sociales, se otorga premeditadamente mayor relevancia, mientras se guarda silencio en torno a terribles problemas, como al hecho de que en pleno siglo XXI decenas de millones de niños trabajen como si fueran adultos, recibiendo en pago cantidades que no representan ni la mitad del salario de un adulto (expertos en la materia han señalado que la explotación infantil se ve como algo “normal”). Para quienes dominan en la sociedad de libre mercado, las verdaderas iniquidades sociales no deben ser denunciadas y menos combatidas, en cambio, las que dejan intacta la estructura depredadora de la sociedad deben ser promovidas y “atendidas”, pues sirven para tender cortinas de humo, promoviendo cambios que dejan intacto al sistema. #MeToo es otra densa cortina de humo para ocultar los devastadores flagelos sociales, derivados de la colosal concentración de la riqueza social que viene ocurriendo en el mundo, causando que el uno por ciento de los seres humanos posea tanta riqueza como el otro 99.
El año pasado, el mandatario ruso Vladimir Putin, en un polémico discurso ante las fuerzas armadas rusas, en la Plaza Roja de Moscú, dijo que Occidente (el imperialismo estadounidense y europeo) ha desarrollado campañas ideológicas, mediáticas y políticas para evitar que la población mundial siga creciendo y mencionó tres estrategias para lograr este cometido: fomentar el terrorismo, el matrimonio entre personas del mismo sexo, que se orienta a reducir el número de nacimientos; y el crecimiento del feminismo, auspiciado por los gobiernos de Occidente, pues éste provoca el enfrentamiento entre hombres y mujeres, redunda en un menor entendimiento entre ambos sexos y reduce la tasa de natalidad.
Estas declaraciones me sorprendieron y me parecieron exageradas, lo reconozco; pero a la luz de lo que ocurre en las grandes potencias, (que países como el nuestro tienden a imitar), pienso que hay mucho de cierto en las palabras de Putin y que la campaña #MeToo lo está demostrando. Juzgue usted, amable