Por: Abel Pérez Zamorano
El 14 de abril, Estados Unidos, Francia e Inglaterra lanzaron 103 misiles sobre Siria, en castigo por el supuesto uso de armas químicas por el gobierno de al-Assad contra civiles; por cierto, 71 misiles fueron interceptados por la defensa siria. El motivo aducido: la organización llamada Cascos Blancos denunció que el 7 de abril el gobierno sirio habría lanzado una sustancia química que mató a 40 personas, de lo cual la misma ONG supuestamente grabó un video, ampliamente difundido por medios occidentales. El bombardeo a Siria fue lanzado sin dar tiempo a la llegada de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que podría haber hecho una investigación seria. Además, la acción no fue acordada por el Consejo de Seguridad de la ONU, violando, por tanto, la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, y exhibiendo, por enésima vez, el abuso de la fuerza por las potencias de Occidente. De inmediato, Rusia solicitó reunión del Consejo de Seguridad para el día 10, pero no logró obtener los votos necesarios, “no hubo quórum”; ha propuesto también que las supuestas víctimas del supuesto ataque rindan testimonio ante el Consejo de Seguridad (Sputnik, 21 de abril).
En realidad existe evidencia de que todo fue un montaje de Inglaterra y Estados Unidos a través de los Cascos Blancos, para “justificar” el bombardeo. Sputnik, 15 de abril, cita declaraciones del portavoz del Ministro Ruso de Defensa: “En palabras de Konashénkov, los principales protagonistas de la grabación son dos médicos que trabajaban en la sección de emergencias del hospital de la localidad, la única en toda la ciudad. Ellos afirman que «todas las víctimas que fueron llevadas al hospital no presentaban síntomas de envenenamiento” […] Los médicos explicaron cómo un grupo de desconocidos irrumpió en la sala del hospital con múltiples cámaras y llevando a niños de la mano y comenzaron a lanzarse agua los unos a los otros […] La ONG Cascos Blancos se define como políticamente neutral y no beligerante, y como una organización dedicada a la protección de los civiles en Siria. No obstante, junto a los vídeos en los que los Cascos Blancos rescatan a niños de las ruinas de Siria, también aparecieron imágenes con los mismos protagonistas uniformados y empuñando armas.” (Sputnik, 15 de abril de 2018). Esta ONG fue creada en 2013 bajo la égida de Inglaterra. Ha sido dos veces nominada al premio Nobel de la Paz y una película sobre su trabajo recibió el Óscar en 2016, una labor de “imagen” para “acreditarla” como fuente de indudable credibilidad.
El 18 de abril, Sputnik publica declaraciones del niño Hasán Diab, que apareció en el video: «Estaban gritando que todos fuéramos al hospital. Fuimos corriendo al hospital. Y cuando entré, me agarraron y me echaron agua encima. Después, nos metieron en la cama junto con otras personas», comentó el niño al canal de televisión Rossiya 24 […]. El padre de Hasán confirmó estas palabras. «No había armas químicas […] Al entrar al hospital, vi a mi familia. Les dieron dátiles, galletas y arroz por participar en el montaje y nos dejaron ir a todos. Mi hijo se sentía muy bien.” La misma nota refiere testimonios de periodistas del canal One America News Network: “El presentador comunicó en directo que nadie confirmaba el incidente. Afirmó haber entrevistado a una docena de residentes del barrio donde supuestamente se produjo el ataque. «El presentador aseguró haber entrevistado también a otras 40 o 50 personas por toda la ciudad, y ninguno de ellos había oído nada sobre el ataque químico. Además logró visitar la plaza, donde supuestamente tuvo lugar el ataque químico, pero no encontró ninguna evidencia que lo confirmara”. Sputnik cita también al periodista y escritor canadiense Stephen Gowans, quien “en su página web personal hace referencia a los controvertidos Cascos Blancos y a la Sociedad Médica Siria-Americana, dos ONG fundadas por los Gobiernos de los países occidentales que llaman abiertamente a un ‘cambio de régimen’ en Siria y tienen un historial en cooperar con los grupos radicales […]” (Sputnik).
Por su parte, el periodista Thierry Meyssan (Red Voltaire, 15 de abril) dice: “El secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, declaró ante el Congreso que no dispone de pruebas que demuestren esa acusación pero que se basa en «artículos de prensa creíbles». En 2011, cuando el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, lanzó una orden internacional de arresto contra el líder libio Muammar el-Kadhafi, también lo hizo basándose en artículos de la prensa… cuya veracidad –hoy está demostrado– era nula. Pero justificó así la intervención de la OTAN contra Libia” […] En cuanto a los «artículos de prensa creíbles» a los que se refiere el general Mattis, estos se basan en las declaraciones de la ONG británica White Helmets (#CascosBlancos). Presentados como una «asociación humanitaria», los «Cascos Blancos» en realidad son parte del conflicto ya que han participado oficialmente en varias operaciones de guerra […]”.
Hay más evidencias del montaje. Sputnik, 28 de abril: “Moscú llevó a 17 residentes de Duma que aparecen en la grabación –entre ellos el ya famoso niño Hasán– a la sede de la #OPAQ. No obstante, el representante permanente de EEUU ante la organización, Kenneth Ward, no participó en la reunión. Además, intentó convencer a todos los aliados de Washington de que también se ausentaran del evento […] esta no es la primera vez que Occidente acusa a otros países de algo que no han hecho y no quiere ni oír hablar de que sus acusaciones podrían no ser ciertas […] En su artículo, Murajóvski también recordó el mítico tubo de Colin Powell. En febrero de 2003, el entonces secretario de Estado de EEUU mostró ante el Consejo de Seguridad de la ONU un frasco que, según afirmó el propio político, podría contener ántrax. Con este truco, Powell intentó llamar la atención sobre la supuesta producción de armas de destrucción masiva por parte de Irak, algo que sirvió de pretexto para la invasión del país árabe por una coalición encabezada por Washington” (Sputnik, 28 de abril).
Aun sin todos los testimonios y pruebas citados, bastaría solo un poco de lógica elemental para caer en la cuenta de lo inverosímil de la acusación de los Cascos Blancos y Occidente contra el gobierno de al-Assad de emplear armas químicas, cuando en los días que corren se libran los últimos combates para desalojar a los terroristas de sus últimos reductos; #Siriaestá prácticamente liberada; el Estado Islámico y sus aliados han sido derrotados –aunque Estados Unidos pretende revivirlos. Ghouta, en las cercanías de Damasco, es uno de los últimos bastiones; añádase que Donald Trump había declarado ya que retiraría su ejército de Siria. En tales circunstancias, el uso de armas químicas por al-Assad sería un absurdo (¡tiene ganada la guerra!); además permitiría a Estados Unidos justificar su permanencia indefinida, y la intervención directa de otras naciones, como Francia. Curiosamente, apenas ayer la ONU declaró que revisa su posición sobre el conflicto y no considera viable una solución pacífica como la de Astaná, que viene promoviendo Rusia. Así pues, las potencias, cobijadas por la ONU, empleando ONG creadas ex profeso, y todas al amparo de las grandes agencias de prensa mundiales y medios locales, continuarán con el baño de sangre que desde hace ya siete años sufre el pueblo sirio.