Por: Julio Huato*
Sólo quería yo reconocer aquí la respuesta — muy comedida y generosa— que el dirigente nacional de Antorcha, el Ing. Aquiles Córdova Morán, tuvo a bien dar a mi nada concisa nota “Sobre AMLO y Antorcha” que publiqué aquí el 28 de abril pasado. La verdad es que no esperaba yo esa respuesta. Yo creí que Antorcha iba a tener una actitud mucho más defensiva ante mis comentarios. Ahora bien, por razones personales que explico enseguida no pude dar acuse de recibo inmediato — ya no digamos responder en debida forma a los argumentos dados por Córdova Morán en su respuesta a mi nota.
Primero, el 30 de abril en la noche, al salir de una clase que daba entonces en el programa de postgrado de economía en John Jay College (City University of New York), sufrí un accidente cuando la rueda delantera de mi bicicleta se atrancó en una reja de alcantarilla mal puesta en la esquina de la Oncena Avenida y la Calle 57 en Manhattan. La caída me depositó en el hospital con una conmoción craneal, una mano izquierda fracturada y una cara raspada. Teclear se me volvió casi imposible por muchas semanas, aunque me las arreglé para concluir el semestre en forma, aplicar y calificar exámenes finales, etc.
Segundo, desde que entregué las calificaciones semestrales a mediados de mayo, me puse a preparar un viaje a Europa, también por razones de trabajo. Y luego, pues estuve viajando. Ya estoy de vuelta en Brooklyn, tratando de ponerme al corriente, y esta es una de las deudas que tenía yo más presentes. ¿Por qué? Por el interés (grato para mí) que mi texto suscitó en México; en buena parte, creo, gracias a que la respuesta de Córdova Morán tuvo el efecto de una recomendación. Gracias.
Según Medium, de las casi 3 mil personas que vieron mi nota en línea, más de mil personas la leyeron también en línea. (Quiero creer que hubo muchos otros que imprimieron la nota y la leyeron fuera de línea.) Así que, creo, esta ha sido una de mis notas más populares en los años que llevo “blogueando” y publicando cosas en la red sobre economía y política, en inglés y en español. (Por cierto, es claro para mí, con base en los datos de Medium, que los que leen mis textos en español tienen una atención mucho más sostenida que quienes leen mis textos en inglés. Interesante.)
Mientras tanto, las campañas en México han seguido su curso, en un campo electoral a la vez más despejado y turbio. He estado más o menos al pendiente de las cosas en México, y no siento tener razones fuertes para alterar lo que ya dije. Sólo quiero reconocer que son de peso las razones expresadas por Córdova Morán, no sólo en su respuesta a mi nota sino también en sus intervenciones posteriores, en las que ha abundado sobre el tema. (También reconozco la fuerza lógica de un discurso que por esas fechas dio el vocero nacional de Antorcha, Ing, Homero Aguirre Enríquez, en Oaxaca.) Uno no necesita endosar a Antorcha tout court (ni me lo piden, ni creo que les sirva) para reconocer que las razones que exponen son serias y ponderadas.
Tengo evidencia de que no sólo antorchistas, sino también gente de MORENA, personas cercanas a AMLO, si no es que López Obrador mismo, leyeron mi nota. Por ejemplo, la Sra. Beatríz Gutiérrez Müller, antes que le pusiera candado a su cuenta, me hizo el favor de “seguirme” en Twitter, porque — supongo — vio mi “twit” con el enlace a mi nota. Pero, que yo sepa, ni AMLO ni MORENA han dado ninguna respuesta explícita a mi nota. Me gustaría saber qué opinión les mereció — si la leyeron.
Por otra parte, AMLO publicó hace unas semanas un documental autobiográfico propagandístico, supongo que hecho con cierta antelación, en el que, entre otras cosas, aparece visitando Chimalhuacán, municipio del Oriente mexiquense que — como muchos saben — ha estado gobernado por Antorcha desde el 2000, con resultados para la población trabajadora que, en mi opinión, no son sólo visibles y palpables, sino francamente espectaculares.
En ese documental, AMLO dice que Antorcha es una organización del PRI (cierto) a la que enseguida acusa — principalmente — de clientelismo o favoritismo. Es decir, AMLO sostiene que Antorcha es parcial en su trato, que beneficia a quienes la apoyan políticamente y castiga a quienes no la apoyan. Me resulta difícil racionalizar el evidente fortalecimiento político de Antorcha en el Oriente del EdoMex en los últimos veinte años como producto del tipo de prácticas míopes que AMLO le atribuye. Admito que vivo lejos, así que el lector tiene derecho a ponerle su grano de sal a lo que afirmo, pero tengo dos objeciones a esta acusación de clientelismo (moneda corriente del anti-antorchismo) que considero básicas.
Primera objeción — un tanto especulativa, lo admito. En una sociedad, como la de Chimalhuacán (y México en general), fracturada por un abismo de desigualdad económica y de otros tipos, es imposible — repito, imposible — gobernar imparcialmente o “gobernar para todos,” como a muchos políticos les gusta declarar. La verdad es que, en un contexto de desigualdad como el que ahí reina, “gobernar para todos” casi siempre se traduce en gobernar para quienes han estado tradicionalmente arriba en la jerarquía social. Así que, si las acciones de Antorcha en Chimalhuacán han terminado revolviendo las cosas un tanto, favoreciendo primariamente a un sector de la población antes marginado y haciendo sentirse marginados a otros, esto sólo me indica que Antorcha ha hecho algo diferente de lo que se hacía en el pasado en dicho municipio. Esto, por supuesto, no justifica discriminar a grupos de la población trabajadora que es seguramente la absoluta mayoría de los chimalhuacanos.
Segunda objeción — más directa y con una base empírica más firme. No me consta personalmente que Antorcha en Chimalhuacán no impida a quienes no la siguen el usar los servicios públicos municipales. (En general, es muy difícil probar directamente un aserto negativo, pero se le puede cuestionar mediante la inferencia lógica.) Para ser menos vago en mis alusiones, me refiero aquí específicamente a obra pública y servicios municipales hoy muy a la vista y que antes simplemente no existían: calles bien pavimentadas, aceras y camellones de buen concreto, escuelas a todos los niveles, centros de atención médica, centros culturales de muy buen ver, parques recreativos, áreas verdes, centros deportivos, limpieza, alumbrado público, actividades culturales, una feria municipal con todo tipo de gratuidades, etc.
El fundamento para dudar de la veracidad de lo que AMLO acusa a Antorcha es claro. La obra y los servicios públicos aludidos están tan extendidos por la geografía del muncipio y tan físicamente abiertos al acceso libre de la gente que Antorcha, si en verdad practicara tal favoritismo en forma deliberada (al margen de excesos ocasionales que antorchistas en lo individual pudieran cometer, al calor de las pasiones políticas), tendría que dedicar una cantidad ingente de personal y otros recursos para poder implementar la discriminación sistemática de que se le acusa, es decir, para impedir que la gente que no la apoya utilice esos servicios. Creo que Antorcha no tendría recursos — ni personal, ni tiempo — para mucho más que eso. Es pues, creo, una acusación descabellada.
Mantengo mi respeto a AMLO, le sigo dando el beneficio de la duda — que alego Antorcha también merece. Pero sus acusaciones a la liviana no me dan buen augurio. E insisto en esto porque, aunque he vivido lejos de México por más de veinte años, puedo ofrecer algún testimonio personal de primera mano.
Yo conocí el Chimalhuacán de los 1980 y de principios de los 1990, los tiempos en que gobernaba la Sra. María Eulalia Guadalupe Buendía (alias La Loba), con tolerancia si no es que patrocinio más arriba. Su régimen se mantuvo — repito — hasta el 2000, cuando Antorcha ganó la elección municipal por lo que en el boxeo equivaldría a un nocaut en el primer round, osadía que Buendía se cobró con (creo) diez vidas y muchos lesionados de bala (casi todos antorchistas) el día en que tenía que entregar la alcaldía. De eso dio constancia hasta el New York Times.
Está bien documentado que el de Buendía fue un gobierno municipal caciquil a la vieja usanza —es decir, corrupto, nepotista, violento hasta la médula y cruel en su indiferencia a las necesidades básicas de una ciudadanía sumida en la pobreza extrema. En lo que toca a urbanidad, el municipio era — sin exageración — un pestilente basurero cruzado con lodazal. La marginación en todos los órdenes sociales era aterradora. Eso era entonces, antes que Antorcha ganara en las urnas y contundentemente el gobierno municipal.
Desde entonces, Antorcha ha mantenido y consolidado su presencia local de masas — y con ello, ha generado más oposición de los intereses afectados por su trabajo en la región. En noviembre de 2014, queriendo cerciorarme de lo que Antorcha publicaba en la red sobre su trabajo ahí, le pedí a un amigo que me llevaba a visitar la Capilla Riveriana de Chapingo que se desviara de la ruta de Los Reyes-La Paz hacia Chimalhuacán para andar y mirar alrededor aunque fuera por unos minutos. Como sugerí en mi breve resumen de la obra antorchista párrafos arriba, el contraste que con mis ojos ví no podía ser más diáfano. ¿Qué sentido tiene cerrar los ojos a esa realidad?
Así que, en lo fundamental, sostengo lo que planteé en mi nota previa. El pueblo trabajador de México, para avanzar, rescatar a la nación y contribuir a un mundo mejor, necesita unidad. Eso no es fácil, pero urge.
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* Julio Huato es miembro del Comité Directivo de la Unión para la Economía Política Radical y del comité editorial de la revista Science & Society; recibió un doctorado en finanzas y economía internacional del Graduate Center de la City University de Nueva York, una maestría en economía de la New School for Social Research y una licenciatura en planificación económica de la Universidad de La Habana; enseña economía en St. Francis College; Originario de México, ha vivido en Brooklyn, Nueva York desde 1997.