ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
Tras lo ocurrido antier en Puebla, donde un grupo de morenistas, «tomaron por asalto», un espacio en el Hotel MM, lugar en que supuestamente Acción Nacional fraguó un fraude electoral para hacer ganar a la esposa de Rafael Moreno Valle, Martha Erika Alonso, el PAN en la entidad ya señaló que está abierto a que el INE atraiga la elección; en el Hotel se vio una trifulca, pero se observó previamente, en videos que ya circularon, que quienes entraron a la fuerza y con intención de agredir fue un grupo morenista.
Francisco Rodríguez Álvarez, Coordinador de campaña de Erika Alonso, ha dicho que el proceso puede ser atraído por el INE para que se garantice la transparencia del mismo; y es que, tras ese hecho, comentó que el querer ir a una instancia federal sin que se agote lo que corresponde en el estado, es casi seguro que las cifras no le favorecen al candidato morenista, Miguel Barbosa Huerta.
En uno de los salones del mentado hotel, donde irrumpieron militantes de Morena, el salón, según versión oficial, era un centro de operaciones que el PAN usaba para sus papeleos internos, como lo hace cualquier partido; ahí, hubo golpes, empujones, destrozos de mesas y sillas y hubo supuestos documentos electorales que hasta el día de hoy nadie ha podido probar, fehacientemente, que con ellos se hubiera planeado y generado un fraude. De acuerdo a lo que se ha podido constatar esa papelería que se vio tirada en el salón, era de actas que cada partido reúne tras una jornada electoral. Morena no ha podido demostrar lo contrario. Se comenta que los principales responsables de esas acciones violentas fueron José Juan Espinosa y Alejandro Armenta.
Pero lo relevante, interesante o preocupante, es que esto se contradice con el discurso principal de Morena y López Obrador que ha estado diciendo, tras la elección, que habrá paz y tranquilidad y de que habrá armonía en el país; esto demuestra cómo Obrador y muchos «líderes» morenistas manejan discursos opuestos y hasta contradictorios, o, ¿por qué Miguel Barbosa no hace lo mismo que José Antonio Meade o Ricardo Anaya?, ¿por qué no acepta dignamente que perdió? Eso sólo deja mal parado a su jefe político y a su partido. Pero además, las acciones impulsadas por Barbosa en Puebla son un claro ejemplo de lo que pudo haber pasado si Morena no hubiera ganado la Presidencia de México, y de lo que podría pasar en el futuro, si la realidad, para cumplir sus promesas, no les favorece.
Se comenta ya que Morena, con su presidente electo, deberá en poco tiempo aprender a no ser oposición política y ahora debe actuar como lo que dijeron serán, sean de “izquierda” o no, porque de lo contrario qué sentido habría tenido ser críticos del sistema político que tanto calificaban como «Mafia del Poder», y actuar igual, cometiendo los mismos errores del viejo gobierno. Morena como partido que llegó al poder podrá señalar las fallas y los errores del presidente o el poder, ahora en manos de un morenista, será una mala copia del actual.
El clímax no político…
Ayer por la tarde comenzó a circular un documento que dice es el proyecto de nación para el próximo sexenio; pero más que eso llama la atención ya algunas declaraciones de personajes de su futuro gabinete como Carlos Urzúa, futuro titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que ya declaró que algunos de los nuevos programas que echarán a andar, se harán, -aunque sea una parte-, recortando algunos que ya existen o quizá, desapareciendo otros.
Se fue. Sí, ayer Hiram Almeida Estrada, Secretario de Seguridad Publica de la Ciudad de México, presentó su renuncia y aunque comentó que «como último ejemplo de resultados fue el equilibrio generado por más de 34 mil elementos policiacos durante el proceso electoral aportando certeza a nuestra democracia» y dijo que «combatió frontalmente a la delincuencia y haciendo de la policía una institución moderna, eficaz y legal»; lo cierto es que la Ciudad de México sigue siendo de las más inseguras, basta poner como ejemplo el robo dentro del Sistema de Transporte Colectivo Metro, que aumentó en un 226%, lo mismo que el robo a restaurantes y comensales que se triplicó en los últimos meses; así que seguirá haciendo falta una estrategia real contra el crimen en la Ciudad de México; y, finalmente, ahí están los últimos sucesos en insurgentes y la reciente ola de violencia en diferentes zonas de la ciudad como Iztapalapa, Cuauhtémoc o Tláhuac, donde el crimen organizado sigue ganando terreno. Por el momento, querido lector, es todo.