- Presentada con el apoyo de Efiartes, la puesta en escena aborda la lucha de géneros, las relaciones de poder y la lucha de clases
“La vida no es tan matemáticamente idiota como para que sólo los grandes se coman a los pequeños, sino que también ocurre, con la misma frecuencia, que la abeja mate al león o que, al menos, lo enloquezca”: August Strindberg (1849-1912).
Durante la fiesta de la Noche de San Juan, cuando se liberan los sentidos y se rompen ciertas barreras, Julia seduce a uno de los sirvientes, lo que la lleva a una destrucción tanto moral como anímica, en una reflexión sobre las luchas de géneros y de clases, en la no hay ganadores.
Con la manipulación y el juego del poder como temas centrales, Señorita Julia, puesta en escena estrenada el pasado 11 de julio en el Teatro Milán, con el apoyo de los Estímulos Fiscales a las Artes (Efiartes), es una adaptación de la dramaturgia del sueco August Strindberg, bajo la dirección de Martín Acosta y con la actuación de Cassandra Ciangherotti, Rodrigo Virago y Xóchitl Galindres.
Esta adaptación de la obra que para muchos críticos marcó, junto con Casa de muñecas de Henrik Ibsen, el inicio del teatro moderno europeo, expone los temas centrales planteados por su autor, pero con una visión más actual. Los tres protagonistas entran en un juego que evita la misoginia adjudicada a Strindberg, quien en su momento fue censurado y repudiado por algunos sectores, entre otras cosas, por expresar su descontento social y en lo que a las relaciones humanas se refiere.