ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
Imagine usted querido lector, que de pronto, alguien llega a su casa, tras una invitación que previamente le hizo a un «amigo» de pasar unos seis días con la familia de usted; el visitante es un viejo conocido que desde hace unos 18 años lo ha estado insistiendo para que lo visite.
El visitante llega y consigo vienen una maleta donde trae seguramente sus enseres para sobrevivir durante esos días; tras una breve charla usted nota algo raro, él se siente incómodo y no sabe qué hacer, más tarde usted se da cuenta que está planeando algo, pero a usted no lo interesa mucho, total, usted ya lo había invitado y estaba de acuerdo en que asistiera a su casa.
Nuestro visitante durante su estancia en el primer día no le gusta donde está la mesa y la quiere cambiar de lugar, de estar en el centro la quiera mandar a un rincón; ademas se enoja porque a la silla se le llame silla y el prefiere llamarle banco y quiere que partir de ahora se le llame así en lugar de silla; todo en la casa lo quiere modificar; algunas cosas les cambia de nombre pero siguen siendo lo mismo; él en realidad no está aportando nada, sino sólo quiere imponer sus gustos y lo importa lo que diga usted y su familia.
Pues resulta que lo mismo que sucede con el visitante, se comienza a ver con el gobierno de López Obrador, un visitante que los mexicanos lo invitaron para ser su gobierno durante seis años como estipula la Constitución, pero está queriendo «cambiar» todo, «modificar» todo, sin detenerse a reflexionar si lo que se está haciendo es lo mejor o solo acarreará más problemas en lo inmediato o en el futuro.
Este jueves, por ejemplo, se anunció que desaparecen Diconsa y Liconsa y que en su lugar aparece Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex); quizá no tenga nada de extraño que un presidente con su nuevo equipo de trabajo comienza a limpiar la casa, pero una cosa es limpiar la casa y otra cosa es querer modificar lo que ya se hizo o lo que se está haciendo llamémosle bien o que está funcionado bien; hacer lo contrario, tarde o temprano, tendrá sus consecuencias políticas y sociales.
Ya casi van dos meses tras el 1ro de julio y López Obrador siguen haciendo promesas como si se estuviera aún en campaña; y vemos diariamente hechos que cuando llegue el 1ro de diciembre, casi en automático, le comenzarán a genera problemas. Por ejemplo, algunas de las cosas que prometió en campaña hoy ya se sabe que no se van a realizar, tal es el caso de la construcción el aeropuerto, que no se suspende e irá a consulta popular; tampoco se va a a desaparecer el CISEN o mejor dicho le llamarán de otro modo, como el famoso grupo de 20 personas que acompañarán a López Obrador que en lugar de llamar guaruras le llamaron «Ayudantía».
Hace unos días comentamos que el punto más candente es el relacionado con los 32 delegados que ya nombró y que intentarán, aunque lo niegue, ser gobernadores alternos, por eso ya vimos como al menos una decena de gobernadores están protestando contra esto y exigen que se respete la autonomía de los estados; la famosa descentralización es otro caso, pus ya está claro que no se reúnen las condiciones optimas para operarla y tendrán que pasar varios años ejecutarse.
¿Por qué en lugar de hacer eso no se prefiere revisar cada parte del gobierno saliente y ver qué sirve y que no? Parece que en los cambios superficiales, que no van a fondo, el gobierno pretende llevar al menos la mitad del sexenio y los otros tres comenzar a presentar proyectos que puedan ir encaminados «resolver y atender» la petición de los mexicanos; tarea muy lejos de realizarse si se sigue viendo que el principal problema de México es la corrupción y no la pobreza y miseria.
Aquí no se aplica lo de todo depende del cristal con que se mira; aquí, en México, desde donde se quiera ver y como se quiera ver, hay una exagerada concentración de riqueza y un número muy grande, ya entre 80 y 100 millones de mexicanos, que están sumergidos en la pobreza; a esto último es a lo que todo gobierno estaría obligado atender y resolver, lo demás no dejarán de ser modificaciones superficiales para taparle el ojo al macho y seguir haciendo lo mismo o algo peor que los gobiernos anteriores.
El clímax no político…
Otro de los problemitas que ya tiene encima López Obrador es que el Banco de México (Banxico), advirtió de los posibles efectos de la política económica del nuevo gobierno que encabezará López Obrador, la cual puede generar mayor inflación y una fuerte desaceleración. Según información generalizada por expertos, los riesgos que plantea se dan en un entorno de bajo volumen del comercio internacional, mayores precios del petróleo y una recesión económica en Estados Unidos.
Y es que en análisis se ha puesto de manifiesto que existe la posibilidad de que se enfrente una fase cíclica de la economía en que la inflación se sitúe persistentemente por encima de su meta, mientras la economía muestra una fuerte desaceleración, la política económica pues, esté en incertidumbre y Lopez Obrador ya no podrá hacerse a un lado de lo que suena. Por el momento, querido lector, es todo.