- Huapango, de José Pablo Moncayo y el danzón Nereidas son algunas de las obras que sonarán 29 y 30 de septiembre
- Conmemorarán los hechos ocurridos el 2 de octubre de 1968, con la interpretación del Vals núm. 2 de Dmitri Shostakovich
Tres autores mexicanos y tres rusos; dos valses, un danzón, danzas rusas y el célebre Huapango, de José Pablo Moncayo integran el programa que la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh) y el Coro Sinfónico del Sistema Nacional de Fomento Musical interpretarán, el último fin de semana del mes patrio, en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes.
Dirigida por Eduardo García Barrios, la OECCh ofrecerá al público un viaje por el folclor y el periodo nacionalista de México y Rusia; dos horizontes geográficamente lejanos que hacen de la música un hilo conductor por el que fluyen un sinfín de fibras emotivas y pintorescas que los definen como nación. 8 danzas y un danzón es el título de este programa que obra a obra perfilará el rostro de cada país.
En primera instancia, el público escuchará Kamarinskaya, de Mikhail Glinka, obra insigne del nacionalismo ruso que está inspirada en la danza homónima de gran arraigo popular en la nación rusa, la cual se cree deriva de las viejas canciones entonadas por los skomorokh (arlequines o actores eslavos medievales de Europa del Este) y que pertenece a las canciones folclóricas rusas naigrïshi, que consisten principalmente en frases de tres compases y se tocan en un sinfín de variaciones en un modo interminable.
Mariachis, bandas, orquestas y hasta cantantes populares han interpretado este vals que es considerado por los críticos musicales como uno de los más bellos del catálogo mexicano. Contradictoriamente al entorno opulento en el que se tocaban los valses, está obra de Alcalá emergió de un contexto contrario, en el que el sincretismo del pueblo mixteco fue dibujado, tal como lo expresó el propio compositor a su esposa después de recibir el pago por componer este vals:“Mira, Dios nunca muere, siempre consuela al afligido”, según datos de Jaime Almeida, especialista en historia de la música mexicana.
Bajo este mismo halo emotivo, los asistentes escucharán el célebre Huapango, de José Pablo Moncayo. Obra basada en los sones veracruzanos Sisquiri, El balajú, y El gavilancito, y que invariablemente en la actualidad es asociado a las fiestas patrias en México por su innegable evocación de los fandangos veracruzanos, muestra de ello es el diálogo que sostienen los solos de trompeta y trombón, a la usanza de los versadores y decimistas de Veracruz, quienes en vez de intercambiar sutiles insultos y otras cuestiones de doble y hasta triple sentido −dice Juan Arturo Brennan− intercambian brillantes frases musicales.