ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
En Esténtor del 24 de septiembre señalamos que la libertad, que es uno de los dones más preciosos que el hombre tiene, se comenzaba a ver amenazada con la llegada del gobierno entrante; dijimos ahí que tras los mítines de «agradecimiento», muy respetados por cierto, pero que en estricto sentido de la palabra no tienen ninguna función, Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, insiste en que va a quitar de intermediarios a organizaciones sociales.
Dijimos que «esa libertad, ahora con el nuevo gobierno, parece que se quiere resaltar y destacar para los mexicanos, una libertad que se pretende promover de manera individual; ¡los pobres deben ser libres! y recibir su apoyo directamente, esa parece ser la consigna y la sentencia al formular que habrá apoyos con tarjeta, directos, sin intermediarios. Nada de agrupaciones, ya no vamos a requerir intermediarios».
Lo que hoy, por varios mítines de esa índole, llama la atención de este espacio es la continuidad, en sentido negativo, del discurso de López Obrador, que ya parece un guion previamente elaborado que tiene un objetivo claro, hacer que la población se divida y con eso tratar de imponer una política que no es nada benéfica ni la solución de raíz de los problemas de los mexicanos; AMLO quiere hacer efectivo el viejo refrán de «divide y vencerás» pero, lamentablemente, no está en condiciones de hacerlo y si pretende será un gobierno «democrático» y «popular», eso está totalmente fuera de base.
Este fin de semana Obrador realizó dos mítines, el primero en la Ciudad de México, en la «Plaza de las tres culturas»; como dijimos arriba, ya parece un guion previamente elaborado lo que está repitiendo en prácticamente todos sus eventos, pues siempre dice algo similar o igual. Cuando el morenista hace referencia de los apoyos que el gobierno dará serán sin intermediarios se refiere a las organizaciones sociales, entre ellas a una de muy importante fuerza social en el país, que ya tienen cerca de 3 millones de agremiados, él la llama “Antorcha Mundial” pero, ya sin andar con rodeos, es claro que se refiere al Movimiento Antorchista Nacional que dirige Aquiles Córdova Morán, una organización que en este 2019 cumplirá 45 años y que ya tiene presencia en todo el país.
En estos dos ejemplos; primero del 3 de septiembre en Hidalgo, AMLO dijo: «Ya no se va a entregar el apoyo a través de intermediarios, va a ser directo… Nada de intermediarios, nada, quiero ser muy claro, de que pertenezco a la organización independiente Emiliano Zapata o la organización independiente «Democracia hidalguense» o a la Antorcha Mundial…»
El segundo fue el sábado 29 de septiembre, en la Plaza de las Tres Culturas, en la CDMX y ahí dijo: «Ya no se van a entregar estos apoyos de los programas sociales a través de intermediarios; se van a entregar todos estos apoyos de manera directa, personalizada, nada de que yo soy del movimiento Emiliano Zapata, o del movimiento Francisco I. Madero o de la Antorcha Mundial y nos van a entregar, a nosotros los dirigentes, el dinero y nosotros lo vamos a entregar el dinero a la gente, no…»
Con los dos mítines de este fin de semana ya van al menos cuatro o cinco ocasiones que Obrador hace referencia a la “Antorcha Mundial”, pero en el fondo es un ataque contra las organizaciones sociales y al Movimiento Antorchista, contra la organización popular del pueblo; es un ataque disfrazado que quiere hacer que los mexicanos estén separados; un ataque donde el objetivo es dividir a la población y agarrar a cada mexicano de a uno por uno, sin que esté agrupado, organizado y preparado para defenderse como sociedad.
Si el gobierno de López Obrador pretende hacer todo lo que prometió como traer justicia social y que acabar con la pobreza, está muy lejos de cumplir si no está respaldado por el pueblo; ya de por si la premisa de acabar con la corrupción acabará con la pobreza se ve imposible. Con la corrupción se ha dicho, se «recaudarán» alrededor de 500 mil millones de pesos, pero lo que se necesita es más de un billón de pesos para programas de beneficio social; lo que supuestamente se ahorraría en la corrupción no es ni la mitad de lo que se requiere; con la corrupción, pues, es imposible terminar con la pobreza.
El discurso de darle dinero a la gente directamente, sin intermediarios, tiene dos objetivos: primero es demagogia, pues es un paliativo que no va a sacar a la gente y al pueblo de pobre; atacar la pobreza sería crear empleo y buen salario para todos, o modificar la política fiscal para cobrar impuestos a los ricos y empresarios, pues ahora pagan los trabajadores que los que se llevan y concentran la riqueza del país. Darle dinero a la gente directamente y decirle que no se organice busca dividirla para controlarla y manipularla nuevamente y así mantener su voto en las elecciones más cercanas que serán dentro de tres años.
Al repetir y repetir, Morena y Obrador, que no aceptarán intermediarios, es querer y estar porque se desbarate la organización popular; López Obrador y Morena traen una cruzada contra la organización de los mexicanos, pero ambos deben saber que ese derecho está consagrado en la Constitución Política, es decir, un derecho constitucional que tienen cada mexicano y tratar de quitárselo, tarde o temprano, el costo será político. Estar en contra de que los mexicanos se organicen es propio de un gobierno antipopular, reaccionario y enemigo del pueblo.
Un gobierno popular (el de AMLO no lo parece ser aunque haya tenido 30 millones de votos) no debe combatir la organización del pueblo, la debe fomentar por la sencilla y única razón de que el pueblo organizado puede apoyar ese gobierno, porque sólo el pueblo le puede dar fuerza a ese gobierno para implementar una verdadera política contra la pobreza de ya cerca de 130 millones de mexicanos; AMLO no quiere fuerza del pueblo, no quiere que los mexicanos estén unidos, quiere desbaratarlos para poder hacer lo que a él y Morena les guste, para volver a manipular y conseguir el voto en futuras elecciones.
El clímax político…
Por fin hay USMCA, el nuevo TLC por sus siglas en inglés Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá. En la última hora Canadá se incorporó al nuevo Tratado de Libre Comercio luego de alcanzar un acuerdo con Estados Unidos. Así, con esta decisión los tres países tienen dos meses para ratificarlo y que sus congresos actúen en consecuencia a partir de 2019.
El nuevo TLC establece un contenido mínimo de 70 por ciento de los tres países en acero y aluminio para la industria automotriz, el cual ya se había acordado entre México y EE.UU., también para mantener tipos de cambio determinados por el mercado y no incurrir en manipulación bancaria. Hay un nuevo TLC, pero el fondo parece el mismo, un TLC a modo que no va a fondo de los problemas de los países integrantes. Por el momento, querido lector, es todo.