ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
“Si alguien lanza piedras o rocas se les podrá disparar…», “si le tiran rocas a nuestros soldados, yo le digo a nuestros militares que consideren esas piedras como si fueran armas de fuego, como si fueran rifles…”, “a esta caravana ilegal no se le permitirá la entrada…”, “no es un grupo de inofensivos, son violentos…”. Las frases son del presidente estadounidense, Donald Trump, en referencia a la caravana de migrantes que se dirige hacia el país del norte y que en estos días cruza por los estados del sur de México.
Las frases son fuertes y, -aunque ya es común escucharlas y verlas en medios electrónico e impresos-, no dejan de tener una fuerte dosis de odio y de anuncio de una brutal agresión y represión contra hombres y mujeres de otras naciones; en este caso contra migrantes que salieron de sus países en buscar de mejores opciones de vida para ellos y para sus familias.
La madrugada de este viernes, la primera caravana de hondureños hizo base en la comunidad oaxaqueña llamada Donají (Alma Grande) del municipio de Matías Romero; ahí acamparon un rato para continuar por la travesía hacia el norte donde ya usted, querido lector, se dio cuenta cuál será el recibimiento del imperialismo.
La primera caravana que es la más grande con alrededor de 7 mil personas ya fue secundada por tres más; la segunda se encuentra en Huixtla, Chiapas, y son alrededor de 300 personas; la tercera está en Ciudad Hidalgo, Chiapas con 700 personas y la cuarta caravana está aún en Tecún Umán, Guatemala, con 2 mil migrantes.
El sueño de todos ellos es tener una vida mejor, pero lo que no saben es qué sucede en sus países y en las demás naciones. Los hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y nuestros mismos paisanos deben comprender que la migración, en esta nueva modalidad «masiva», es resultado del desarrollo y avance de la política de explotación y dominación de los países débiles por parte de los países ricos; del imperio sobre los países tercermundistas y pobres.
Los datos de pobreza mundial son alarmantes. Aproximadamente la mitad de la población humana vive con 2.5 dólares o menos al día según la organización Compassion Internacional, mientras que solo el 0.7% de la población mundial controla el 45,6% de la riqueza del planeta. Los más ricos ven como sus fortunas se duplican y crecen, mientras que las capas más pobres se han empobrecido aún más.
Se sabe que casi la mitad de la población humana, o más de 3 mil millones de personas, vive con solo 2.5 dólares o menos al día. Más de mil 300 millones sufren pobreza extrema, es decir, viven con 1.25 dólares al día. Unos mil millones de niños en todo el mundo son pobres, y según datos de UNICEF, 22 mil niños mueren cada día a causa de la pobreza; cada año 6 millones de niños menores de 5 años mueren de desnutrición y cada día 30 mil niños mueren de enfermedades que pudieron ser evitadas. En todas estas cifras el hambre es la principal causa de mortalidad en el mundo y, se dice, mata a más personas que el sida, la malaria y la tuberculosis en conjunto. La pobreza es inmensa y terrorífica tal y como la describió el poeta Pablo Neruda en su “Oda a la Pobreza”: Allí está, acechándonos, con sus dientes de carcoma, con sus ojos de pantano, su lengua gris que corta la ropa, la madera, los huesos y la sangre.
En este contexto de miseria, el problema de la migración, esos ríos humanos, que por primera vez se hace en grandes grupos (caravanas) es la consecuencia de la pobreza, pero que a toda costa quieren conseguir espacios en el mundo de los ricos; pero estos no están dispuestos, ni ahora ni nunca, a compartir “su riqueza”.
Nuestros hermanos pobres de otros países no comprenden y no alcanza a ver que Estados Unidos es el culpable de lo que sucede en su patria y en los demás países; no ven y menos reaccionan ante las ofensas de desprecio, agresiones y ahora hasta amenazas de muerte, de Donald Trump. Las naciones y los pueblos deben educarse, organizarse y luego luchar en sus propios lugares de origen, deben darse cuenta que la manipulación mundial, ahora con la tecnología y las redes sociales, se oculta el verdadero fondo de las políticas gubernamentales ya fallidas; oculta también al verdadero culpable, al verdadero asesino y causante de la miseria de los pueblos del mundo.
El clímax no político…
En México también hace falta despertar, porque aunque mostremos solidaridad con nuestros hermanos de clase, esas amas de casa que vienen con sus hijos, esos trabajadores que caminan diariamente kilómetros y kilómetros, deben saber que la solución está muy lejos de encontrarse si la población no se organiza, primero en sus países y luego a nivel mundial. Deben saber que su sueño también es nuestro; el de conquistar un mundo sin pobreza y sin miseria. Por el momento, querido lector, es todo.