PITIDO DEPORTIVO
Por: Armando Archundia
Lewis Hamilton se proclamó campeón del mundo de Fórmula Uno por quinta vez en su carrera deportiva en el Gran Premio de México, competencia en la que solo tenía que terminar entre los siete primeros lugares para sentenciar el campeonato. La victoria en la carrera se la llevó Max Verstappen, quien no soltó la primera posición de la salida a la bandera a cuadros. Sebastián Vettel tomó la segunda posición, después de aprovechar la degradación de los neumáticos de Hamilton y del abandono de Daniel Ricciardo, quien se retiró a pocas vueltas del final por un problema técnico. También abandonaron Carlos Sainz y Fernando Alonso. El último perdió la posibilidad de desbancar a Michael Schumacher como el piloto con más vueltas completadas en la historia de la categoría reina.
El Autódromo Hermanos Rodríguez fue el escenario donde Lewis Hamilton pudo convertirse en campeón del mundo por quinta vez, hacer inviable la remontada de Sebastian Vettel e igualar los cinco entorchados de Juan Manuel Fangio, solo por detrás de los siete de Michael Schumacher. Ni Hamilton ni Vettel partían como favoritos a la victoria. Esa etiqueta era para los Red Bull, grandes dominadores desde los entrenamientos libres. El equipo se había adaptado al circuito a las mil maravillas y acusaba menos que sus rivales la pérdida de potencia derivada de la altitud de Ciudad de México –dos mil 200 metros sobre el nivel del mar– que propició que los equipos punteros estuvieran más igualados que de costumbre.
Daniel Ricciardo partió desde la pole position, después de imponerse a su compañero Max Verstappen por tan solo 26 milésimas, en una sesión de clasificación de infarto y en la que el acierto del australiano impidió al holandés convertirse en el poleman más joven de todos los tiempos. Verstappen aún tiene dos oportunidades en Brasil y Abu Dabi para arrebatarle el récord de precocidad a Sebastian Vettel, que en el GP de Italia de 2008 consiguió la pole con tan solo 21 años y 72 días.
Los neumáticos se perfilaban como factor determinante en el desarrollo de la carrera, debido a la acusadísima degradación del hiperblando. De hecho, los Mercedes, Ferrari y Red Bull se clasificaron con el ultrablando con tal de esquivar el compuesto de color rosa. La estrategia recomendada de Pirelli era hacer dos paradas en boxes para poner superblandos, aunque esto no era una opción para los W09 y los SF71H, porque solo disponían de un juego de ese compuesto. Aunque más lenta, la alternativa era intentar ir a una sola parada superblandos con el consiguiente trabajo de gestión de los cauchos. Carlos Sainz estaba obligado a salir con hiperblandos desde la octava plaza; Fernando Alonso escogió los ultrablandos desde la duodécima.
Las condiciones del clima amenazaban la carrera. En los días previos se habló de lluvia, pero ésta respetó el circuito y la acción transcurrió en seco. Quien no falló fue la afición mexicana, que volvió a responder en masa para hacer de éste el Gran Premio con más colorido y pasión del calendario, con el permiso de los tifosi de Monza. El circuito mexicano vio la caída de los españoles Fernando Alonso y Carlos Sainz. El de McLaren sufrió el impacto de un fragmento del coche del francés Esteban Ocon (Force India) y abandonó la carrera en las primeras cinco vueltas. Sainz Jr. dejó la pista en la vuelta 31 por un fallo mecánico. Y desgraciadamente nuestro héroe local, Sergio Checo Pérez, tampoco pudo concluir la carrera por el choque que tuvo con el Toro Rosso de Hartley.