Miguel Ángel Casique Olivos
Antes de entrar en materia de este espacio, en referencia a lo que se puede vaticinar, de lo que será el 2019 con la llegada del nuevo gobierno morenista de Andrés Manuel López Obrador, a los lectores de Esténtor Político les deseo un feliz inicio de año y que cada uno cumpla sus mejores deseos; les mando un abrazo y deseo también que en este año, precisamente porque hubo un «cambio», que no de fondo, en el mando del poder político del país, estén mejor enterados de lo que verdaderamente ocurra en la realidad y de lo que suceda en México en el ámbito social, político y económico; entérense de lo que sucede, analícenlo y saquen una conclusión basada en su razonamiento y no en la manipulación directa, tanto de medios de comunicación o con el bombardeo de las redes sociales con sus ya conocidas fake news que muchas veces modifican la verdad de los acontecimientos.
Tras este comentario, y como ya es de dominio público, tras la llegada de Morena al poder el pasado 1 de julio, donde alrededor de 30 millones de mexicanos decidieron por segunda ocasión, que el PRI tendría que abandonar Los Pinos, lo que se aprecia es que el timón del nuevo gobierno está suelto, aún vemos que durante el primer mes de gobierno y tras la toma de protesta del 1 de diciembre, la actuación de López Obrador sigue siendo como si aún estuviera en campaña, prometiendo y no aterrizar en lo concreto mientras no sea la cancelación del Aeropuerto, la Construcción del Tren Maya o la autorización del presupuesto ya casi la noche buena de esta navidad, unas cuantas horas antes del accidente poblano donde perdió la vida el senador Rafael Moreno Valle y su esposa, la gobernadora Martha Érika Alonso.
Dicen analistas que este 2019 será de AMLO, pero lo que no aciertan a decir es en qué sentido o aspectos será de él, los que más se acercan mencionan que dominará todo el debate público algo en lo que sin suda tienen razón pues es viable, en apariencia, con sus conferencias matutinas que realiza diariamente o con los mensajes que lanza en sus discursos en eventos políticos que, como dijimos arriba, más parecen de campaña que de un gobierno ya en funciones. Lo que más revuelo noticioso causó en los últimos días fue sin duda la autorización, al vapor y urgente, (claro que sólo para el mismo Obrador y Morena) del Presupuesto de Egresos 2019 y la muerte del coordinador de los senadores panistas y la gobernadora de Puebla.
Sobre el primer tema está claro que el gobierno federal asignó el recurso de acuerdo a sus prioridades, algo que rápidamente podríamos ver si con eso el gobierno es capaz de hacer que el país crezca más o siga estancado, porque la transferencia o el destino de recursos, sin intermediarios (sic) dice Obrador, a los más pobres sólo garantizará una demanda más alta de esos recursos, porque la economía mundial y la de México para este 2019, no pintan nada bien.
El presupuesto en general fue presentado y aprobado sin que se modificara su esencia, un presupuesto que está visto para los proyectos centrales de López Obrador; ante las presiones de universidades, algunos estados como Jalisco, Michoacán o Nuevo León, municipios y agrupaciones sociales, los diputados morenistas simplemente dijeron que se podría recaudar más para generar un bolsa de 23 mil millones de pesos y con eso atender otras problemáticas. En los temas de prioridad para el gobierno morenista ningún cambio esencial.
El gobierno actual logró el presupuesto que imaginó y según garantizará mejor justicia y crecimiento económico; lo primero, según se logrará al poner en práctica sus programas sociales que en esencia es repartir dinero a los adultos mayores, a los jóvenes sin trabajo (ninis), a los discapacitados y becas a los jóvenes, incluso a costa de la desaparición de al menos 11 programas para el campo mexicano. Esta nueva forma de programas del nuevo gobierno aún está por ver si es la mejor forma de apoyar a los más marginados o a los que menos tienen, porque, en dónde va a quedar la seguridad social, la educación de calidad para todos, la salud, las obras en cultura, deporte etc.; si el Estado no provee esto, simplemente la «nueva» política podría venirse abajo y fracasar.
Por otro lado, Obrador y su gabinete creen y le apuestan a que la ambiciosa política de inversión en el sureste mexicano será un desarrollo que ayudará mucho al país; sin embargo, no ven que AMLO es gobernante de todo el país y no solo de Tabasco que este año va a recibir más de 121 mil millones de pesos, él no se da cuenta o no quiere hacerlo, que fue electo para gobernar a todos los mexicanos y no sólo a una parte de México o a esos, quizá aún, 30 millones de mexicanos que votaron por él. Si en el resto del país no se invierte en infraestructura, con se ve no se hará, pueden frenarse zonas que si crecen y se desarrollan, como por ejemplo la zona industrial que se encuentra en el centro y norte. Echar muchos recursos a proyectos «grandiosos» para el nuevo gobierno puede llevar a construir elefantes blancos que no dejen nada positivo.
Los días 21, 22 y 23 de diciembre, horas antes de que se autorizara el presupuesto 2019, una movilización de al menos 50 mil mexicanos antorchistas dejó clara la enseñanza y lo que se podría hacerse para cambiar el destino de las políticas de obrador si no favorecen a los mexicanos; la enseñanza fue que sólo la lucha social que den los mexicanos unidos, educados y organizados puede influir para que se tomen en cuenta para realizar obras de carácter social como apoyos a vivienda, al campo, salud y educación. Claro que también podrían jugar un papel importante algunos gobiernos estatales si se propusieran encabezar a sus entidades para que no sean marginadas, pero eso aún está más lejos que lo primero. López Obrador ya no está en campaña; él sigue creyendo que sí; sus políticas de gobierno no van al fondo y solo buscan asegurar votos para las elecciones del 2021, pero la fecha aún está lejos y la calificación que los mexicanos le den, aún no está segura.
El clímax no político…
¿Pura casualidad? En estos días de fin de semana se ha estado hablando del retraso en la entrega de combustible a varias entidades del país, esto tras la declaración de Pemex; lo que llama la atención es que seis estados perjudicados tienen un gobierno diferente al de Morena; será que hay más favoritismo o más exclusión al no pertenecer al partido del gobierno federal.
El tema del huachicol sigue en la agenda política, López Obrador volvió a retar y decir que se quiere jugar a las vencidas, tanto en este tema como el de la corrupción. Las opiniones son variadas pero se sabe que la política de repartir el combustible con pipas es más tardado y más caro. El huachicoleo, como los asaltos y otros problemas del país, también es efecto del poco empleo que existe y de las pocas oportunidades que tienen los mexicanos; nadie está en contra de castigar a los que cometan estos delitos, pero a don Andrés Manuel se le puede preguntar, ¿Dónde está la política que ataque y resuelva de fondo el problema del huachicol? Por el momento, querido lector, es todo.