El papa Francisco y el gran imán de Al Azhar condenaron juntos toda discriminación contra las minorías religiosas y llamaron a la fraternidad, en el segundo día de una visita histórica a la península arábica golpeada por los conflictos y las desigualdades.
Todo el día, el Papa, vestido de blanco, y el gran imán sunita del instituto egipcio Al Azhar, el jeque Ahmed al-Tayeb, de negro, se mostraron juntos de manera fraterna, frente a la gran Mezquita Zayed –una de las más grandes del planeta–, y luego se besaron en la tribuna de la conferencia interreligiosa, bañada por una lluvia de hojas de olivo.
Este encuentro y diálogo interreligioso había sido impulsado por Francisco y el gran imán de Al Azhar, institución más importante del islam sunita.
Al fin del encuentro, Francisco y el imán Ahmed el Tayeb firmaron una declaración conjunta en que comprometieron los esfuerzos de las dos religiones para «luchar contra el extremismo».
«¡Al Salamò Alaikum!» («¡Que la paz esté con nosotros!»), arrancó el pontífice su discurso, en que reforzó la idea de la fraternidad, pero que incluyó referencias directas a la realidad cotidiana de los habitantes de Oriente Medio.
Se trata de un discurso de alto significado, ya que fue pronunciado en una región donde aún se constatan desigualdades evidentes y abundan las denuncias de discriminación religiosa.
Arabia Saudita, por ejemplo, prohíbe la práctica de cualquier religión que no sea el islam, pero el papa hizo una encendida defensa de la necesidad de garantizar libertad religiosa.
En su participación en el encuentro interreligioso, el Papa formuló un pedido para otorgar «el mismo derecho a la ciudadanía» a personas de diversas religiones.