- Desde niños, al lado de sus padres y abuelos, aprenden a trasformar la naturaleza en verdaderas obras de arte
- En sus talleres enseñan a todos los interesados para así preservar estos saberes tradicionales
De generación en generación, los artesanos mexicanos se han convertido en los guardianes de técnicas ancestrales con las cuales transforman distintos elementos, como el barro, las fibras vegetales, la madera y las piedras, en verdaderas obras maestras.
Muchos empiezan desde niños y al lado de sus padres y abuelos aprenden a trabajar primero en las artesanías tradicionales para luego, comenzar a innovar a partir de esas mismas técnicas y sacar nuevas creaciones, a veces más grandes, con un mayor grado de dificultad o nuevos usos.
Pilar Núñez, de San Pedro Tlaquepaque, en Jalisco, es la quinta generación de una familia de alfareros que inició su tatarabuelo Pantaleón Panduro. Aunque ese municipio es famoso por la alfarería utilitaria, como cazuelas, jarros y ollas, también se hacen los nacimientos tradicionales llenos de figuras o monos, como generalmente la gente los llama.
En Los Arcos no sólo se trabaja por hacer mejor cada pieza sino en la innovación de piezas únicas y con un estilo propio, tratando de interesar a las nuevas generaciones en la técnica del labrado de piedra porque “ya estamos quedando poquitos, soy de los últimos que quedan, si no aprovechan, va a estar canijo más adelante”.
La importancia de las artesanías no sólo radica en los saberes ancestrales que preservan, ya que también tienen un gran impacto económico en nuestro país, pues en 2017 las artesanías representaron el 18.6 por ciento del Producto Interno Bruto del sector cultural.
De acuerdo con la Cuenta Satélite de la Cultura de México, el 22.4 por ciento del gasto realizado en cultura en el país que ascendió a más de 825 mil millones de pesos, se hizo para la adquisición de artesanías, sector en el que trabaja el 36.2 por ciento del total del personal empleado en cultura, que supera el millón 384 mil puestos de trabajo.