Diferencias en la diversidad y composición de la microbiota intestinal podrían incidir en el desarrollo de trastornos inmunitarios e inflamatorios como la diabetes tipo 1, lo que haría necesario explorar nuevas opciones de tratamiento complementarias a la insulinoterapia.
De acuerdo con el estudio Microbiota intestinal y defensas inmunitarias, del Biocodex Microbiota Institute, otras patologías como la enfermedad inflamatoria intestinal y hasta la enfermedad injerto contra huésped también podrían estar relacionadas con el estado de salud de esta comunidad de bacterias y otros microorganismos alojados principalmente en el colón, a la que incluso se le comenzaría a considerar un “nuevo órgano inmunitario”.
En el caso de la diabetes tipo 1, una de las hipótesis planteadas estaría relacionada con un aumento de la concentración de bacterias gramnegativas, que contribuiría a la destrucción de células beta-pancreáticas.3 Estas células son las encargadas de detectar cambios en los niveles de glucosa en sangre e incrementar la producción de insulina, una hormona necesaria para permitir que la glucosa ingrese a las células y produzca energía.
La producción de muy poca o ninguna insulina trae como consecuencia que la glucosa se acumule en el torrente sanguíneo, situación presente en la diabetes tipo 1 que, de no diagnosticarse y atenderse debidamente, con el tiempo puede tener complicaciones como enfermedades del corazón y circulatorias, lesiones a los nervios, riñones, ojos y pies, trastornos de la piel y la boca y complicaciones en el embarazo.
A partir de experimentos con ratones, el estudio también detalla que una dieta sin gluten podría contribuir al aumento de bacterias beneficiosas para el metabolismo y las funciones de las células beta-pancreáticas, en tanto que una dieta rica en grasas propiciaría condiciones favorables para el desarrollo o exacerbación de la enfermedad.