SEXTANTE
Por: Costeau
“La religión ha causado más daño en toda la historia de la humanidad que cualquier otra idea”. Esta frase la dijo Madalyn Murray O´Hair, la mujer que en 1963 logró que la Suprema Corte de Estados Unidos emitiera una sentencia para que las escuelas de Baltimore dejaran de obligar a los estudiantes a leer la Biblia y a rezar en los cursos escolares.
Se hizo muy famosa por su activismo en favor de la separación Estado-Iglesia y en favor de la educación laica; dicho activismo provocó que durante tres décadas sufriera atentados y que por el resto de su vida recibiera correspondencia muy ofensiva y amenazas. Su confrontación con el status quo, además de hacerla famosa, la llevó a cuestionar los servicios religiosos en la Casa Blanca y así evitar que los astronautas de la Agencia Espacial Estadounidense (NASA) tuvieran que rezar públicamente antes de viajar al espacio extraterrestre. Madalyn creó en Austin, Texas, la fundación Ateos Americanos, con la que pugnó contra la intervención de las iglesias en la vida pública del Estado en la sociedad estadounidense. Esta actividad le permitió aparecer de manera constante en programas de televisión y radio, en los que polemizó con eclesiásticos, funcionarios públicos y en general con quienes consideraban su posición “contraria a los valores de la sociedad” de su país.
En 2017, Tommy O´Haver, realizador no muy notorio en al ámbito cinematográfico gringo, filmó La mujer más odiada de Estados Unidos, en el que cuenta la vida de Madalyn Murray (Melissa Leo). La historia cinematográfica se centra en los últimos días de Madalyn cuando se haya secuestrada por el exadministrador de su fundación, David Roland Waters (Josh Lucas), quien finalmente la asesina junto con uno de sus hijos y su nieta. Toda la narración se realiza a través de flash backs, en los que se retrata a Madalyn no como a una auténtica defensora de los derechos civiles, sino como una vulgar charlatana que llega al extremo de ponerse de acuerdo con el famoso pastor Bob Harrington (Peter Fonda) para entablar debates ficticios en diversas ciudades de Estados Unidos, que son un espectáculo para atraer a un público lleno de morbosidad –Madalyn quema o rompe ejemplares de la Biblia ante los ojos atónitos de los espectadores– y hace de esas polémicas un jugoso negocio que deja muchos miles de dólares a ambos “contendientes”.
Pero lo más probable es que la imagen caricaturesca de Madalyn, dibujada por Tommy O´Haver, no sea obra de su visión personal, sino la imagen diseñada a propósito por la La mujer más odiada de Estados Unidos ultraderecha estadounidense para demonizar a una persona que de una forma u otra contribuyó a que la educación en Estados Unidos fuera más laica y que hoy haya mayor libertad de pensamiento. No es extraño que en el país donde se instrumentan desde hace siglos diversos mecanismos para controlar, embrutecer y manipular ideológicamente a las masas, trate de destruirse cualquier ejemplo de rebelión contra su sistema de control.
Por ello, en el filme de O’Haver es imposible no reconocer que la política de ese Estado opresor utilice uno de sus poderosísimos medios de comunicación (el cine) para, por un lado, exaltar como símbolos de “superioridad” a personajes que son más bien paradigmas de degradación y envilecimiento (artistas drogadictos, personajes anodinos que llegan a ser famosos no por aportar conocimientos científicos o encabezar causas benéficas para la sociedad, etc., sino por promover hábitos autodestructivos o generadores del consumismo irracional) y, por otro, para falsear o denigrar a La mujer más odiada de Estados Unidos.
Con esto no quiero decir que Madalyn Murray O´Hair haya sido una heroína, una persona ejemplar que luchó íntegra y genuinamente por el pueblo trabajador de su país, pues lo más seguro es que también haya sido víctima del egoísmo, la codicia y la descomposición moral del establishment de la superpotencia, una nación que ha sido y es modelo de deshumanización. Aun así, Madalyn se rebeló contra el status quo.