ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
Tras la tragedia en Minatitlán, Veracruz, donde perdieron la vida 13 personas entre las que se encontraba un menor de edad, más los recientes arranques del presidente López Obrador de que él tiene otras cifras de asesinatos, aunque los datos que su mismo gabinete aceptó, hubo 8 mil 524 muertos durante los primeros tres meses de gobierno morenista pone al descubierto, nuevamente, que el problema de inseguridad y la violencia es el pan de cada día en el país.
Al nombrar al General Luis Rodríguez Bucio como jefe de la Guardia Nacional, a AMLO se le vio contento porque para él, en apariencia, todo quedaría solucionado; al fin y al cabo, las ya viejas y trilladas frases de «yo tengo otros datos…» o «yo tengo otra información…» le ayudan siempre a salir del paso para cualquier cuestionamiento que le haga algún periodista o la misma sociedad sobre determinado tema.
Los datos de inseguridad y violencia oficiales son visibles pero se dice, en información que ha sido revelada en otros estudios, que el país sigue estando en números rojos, primero porque no se ha hecho algo en serio para comenzar a abatir esa inseguridad, es decir, la policía o la famosa Guardia Nacional seguirían siendo insuficientes para atacar este flagelo; y, segundo, porque el discurso que el presidente mexicano sigue repitiendo ya se está desgastando mucho, además de que el tratar de evadir y ocultar las cifras quiere decir, al menos en hipótesis, que el problema sigue y que el gobierno no encuentra ni siquiera cómo dar los primeros pasos.
Pero los datos están muy frescos, por ejemplo, aquel 12 de abril cuando Jorge Ramos cuestionó a López Obrador sobre las cifras de inseguridad y la violencia en México, en donde el presidente contestó que «No han aumentado, yo tengo otra información», quedó demostrado que el presidente miente y trata de engañar a los mexicanos; las cifras son muy claras, pues de acuerdo al reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), murieron 8 mil 524 en los primeros tres meses de gobierno: en diciembre 2 mil 875, en enero 2 mil 853 y en febrero 2 mil 796.
Los mexicanos se siguen preguntando, ¿qué pasa entonces con el presidente de México?, ¿por qué razón sigue creyendo que todo lo que digan los titulares de las Secretarías o integrantes de su gabinete lo tiene que contradecir solo porque no le gustan la cifras que reflejan la realidad que vive México?
A López Obrador no se le debe olvidar que los 30 millones de mexicanos que emitieran su voto en julio pasado lo hicieron creyendo en su discurso que además de su propuesta de una 4ta Transformación, estaba basado en el desprestigio y la falta de resultados de quienes le precedieron; decían algunos comunicólogos y analistas, su narrativa fue potente, emocional, fácil de entender y que se replicaba. Quién iba a estar en contra, por ejemplo, de que se diera una lucha histórica para rescatar al país, o quién iba a estar en contra de que se abriera Los Pinos para todos los mexicanos o de los «beneficios» directos con programas de transferencia monetaria.
Todo eso que le funcionó al presidente al inicio de su gobierno ahora comienza a derrumbarse y se les ve lentos y en crisis, por ejemplo, el tema de inseguridad se le comienza a complicar. Ningún mexicano ignora que todos los problemas del país como la inseguridad, la pobreza, la violencia, la miseria o la corrupción fueron gestados y desarrollados en los gobiernos anteriores. Sin embargo, el grave problema de López Obrador fue casarse con que él iba a revertir todos esos problemas una vez que fuera electo como presidente de México. A López Obrador se le olvidó que al pueblo hay que hablarle siempre con la verdad y no ocultarle nada, porque el pueblo siempre es sabio y puede comprender y entender que acabar con los males de la sociedad no es fácil y que es todo un proceso; querer engañarlos ocultando las cifras y la realidad, además, de ir prometiendo que eso ya se está acabando solo para tener qué decir en las conferencias mañaneras o para proyectar la imagen de un gobierno que cumple, tarde o temprano tendrá sus consecuencias.
El clímax no político…
Lo que se predijo… más caro el caldo que las albóndigas. Hoy se sabe que el proyecto del Nuevo Aeropuerto en Santa Lucía no ha podido iniciar y ya está costando 11.7 por ciento más de lo proyectado. Resulta que la terminal aérea de Santa Lucía que iniciaría operaciones en el 2021 con dos aerolíneas, fue modificado al detectar un riesgo técnico para las maniobras de despegue por la presencia de un cerro aledaño a la instalación, lo cual elevará el costo.
Y en otros temas sabemos que en San Luis Potosí algo comienza a fallar en la administración del gobernador priista Juan Manuel Carreras, porque ante el incumplimiento de funcionarios de su Gobierno, de apoyar a más de un centenar de agricultores que siembran forraje y hortalizas de la comunidad de Los Gómez, se sumarán a la manifestación del Movimiento Antorchista que llevarán a cabo en los próximos días en la capital potosina. ¿Sabrá el gobernador que sus funcionarios le comienzan a poner algunas piedras en su administración? Parece que no, pero eso se lo dirán en esa manifestación miles de potosinos. Por el momento, querido lector, es todo