Los malos hábitos alimenticios provocan en los niños una deficiencia de vitaminas y minerales, “lo que limita su crecimiento y desarrollo intelectual, además de que los vuelve más susceptibles a enfermedades infecciosas, disminuye su agudeza visual y corren el riesgo de padecer anemia”, destacó el especialista en Pediatría por el Centro Médico Nacional La Raza del IMSS, Dr. Miguel Ángel Guagnelli.
Además, numerosos estudios realizados a lo largo de las últimas décadas destacan el papel que la nutrición desempeña durante la niñez, así como su efecto en la salud en etapas posteriores de la vida, influyendo, por ejemplo, en la salud de los huesos y en el desarrollo de obesidad.
Comer saludablemente, realizar ejercicio y beber agua, son algunas costumbres que los niños deben aprender desde pequeños para llevar una vida sana. No hay que esperar a que nuestros hijos tengan problemas de salud, como sobrepeso o diabetes, para establecer buenos hábitos alimenticios.
Por desgracia desde hace algunas décadas, los cambios en el estilo de vida, han alterado los hábitos alimenticios de las familias, ya que consumen una mayor cantidad de alimentos, con muchas calorías, muchas grasas saturadas, grasas trans, sodio y azúcares. Además, de tener un consumo deficiente de frutas y verduras.
Es importante señalar que la nutrición en los pequeños es de suma importancia durante los primeros 1,000 días de vida del niño, que abarcan desde la concepción del bebé hasta el 2º año de vida, porque tiene un impacto en la capacidad del niño para crecer y aprender, además de facilitarles un desarrollo físico y mental más fuerte. Mientras que en la etapa adulta, pueden formar familias más saludables y ser más productivos.
Estudios científicos han demostrado que la alimentación de la madre es determinante para el desarrollo de enfermedades como la obesidad y diabetes del futuro adulto, de ahí la importancia de que la futura madre mantenga una alimentación saludable.
“Es importante señalar que la suplementación de las madres con DHA, vitaminas, minerales y otros nutrimentos esenciales, así como el consumo de alimentos fortificados durante el embarazo y la lactancia, ayudan a minimizar deficiencias e insuficiencias nutricionales en los primeros 1,000 días de vida.”, destacó el Dr. Miguel Ángel Guagnelli.