Ricardo Tapia Ibargüengoytia es un hombre admirable, que ha vivido con alegría, entusiasmo, pasión y esfuerzo una vida en la investigación científica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destacó la investigadora Herminia Pasantes, especializada en temas de neurobiología, en el cierre del simposio «Chemical Transmission the key to understand brain function», que se organizó para homenajear al reconocido doctor en bioquímica.
Para la celebración de este simposio se programaron dos días de actividades con 13 ponencias, incluyendo la del Premio Nobel de Medicina 2013 Thomas C. Südhof y de dos distinguidos investigadores extranjeros, Carl W. Cotman y Jang-Yen Wu, así como de 10 exalumnos de doctorado del científico, quienes presentaron sus investigaciones actuales.
Durante su participación la tarde de ayer miércoles en la actividad académica en honor de Ricardo Tapia, el primer doctor en bioquímica egresado de la Facultad de Química de la UNAM hace 50 años, Pasantes recordó que este posgrado de bioquímica fue impulsado hace medio siglo por el que fue el tutor de ambos, Guillermo Massieu, e investigadores como Guillermo Soberón, José Laguna, Jesús Guzmán, entre otros, en una época en la que el país no contaba con posgrados con estos temas y los investigadores tenían que obtener su doctorado en el extranjero.
“Desde entonces Ricardo y yo hemos vivido trayectorias paralelas. Sus investigaciones siguieron un curso exitoso y por ello recibió todos los premios para jóvenes investigadores, pero también se adentró en los vericuetos de la política universitaria”, narró Pasantes.
Comentó que en los tiempos difíciles en los que la academia y la misma existencia de la Universidad estaban en juego en 1999 con la huelga del Consejo Estudiantil Universitario, Ricardo formó parte de la Comisión de Encuentro, creada por el rector Francisco Barnés para solucionar el problema.
“Fuimos juntos a las reuniones de las sociedades internacionales de neuroquímica, en las que nos ganamos el reconocimiento de sus miembros y cada uno en su tiempo formamos parte del council”, rememoró la investigadora.
La colega del doctor Tapia apuntó: “siempre trabajamos en laboratorios contiguos, conversábamos a diario sobre ciencia, literatura, cine, música, acerca de la Universidad; muchas veces discutimos, por supuesto”. De sus recuerdos rescató una simpática anécdota en la que en una ocasión “cuando estábamos organizando un congreso internacional y Ricardo me desesperaba por su inflexibilidad y yo, enojadísima, le dije: —Si fuera tu esposa te habría puesto tetrodotoxina en el café— Y él contestó casi parafraseando a Churchill —si fueras mi esposa ya me lo habría tomado—”.