- A 100 años de su natalicio, la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México celebró la vigencia de su legado
- En su obra lo que somos como nación está enmarcado de manera impecable, sutil, respetuosa: Alejandra Frausto
Una de sus obras emblemáticas, el paraguas del Museo Nacional de Antropología, cobijó el sentido homenaje que a 100 años de su nacimiento brindó este 10 de junio la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México (AIAM) a Pedro Ramírez Vázquez.
Se trata de un arquitecto universal, nacido el 16 de abril de 1919, creador de obras representativas, bellas e imponentes en las cuales, señaló la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero, “puso lo humano al centro”.
El Museo Nacional de Antropología, el Estadio Azteca, la Basílica de Guadalupe y el Museo del Templo Mayor, dijo, son espacios “donde existe ese imán que llama a mexicanos a reconocer lo que somos como nación, que está enmarcado de manera impecable, sutil, respetuosa, resaltando lo que ahí debe de suceder por la obra de Ramírez Vázquez”.
La encargada de la política cultural de México recordó que el arquitecto fue también un servidor público con enorme responsabilidad social, que tenía la visión de un país más justo que debe construirse con la educación y la cultura como ejes principales.
Por su parte, Javier Ramírez Campuzano, hijo del connotado arquitecto, señaló que su padre “hace 100 años inició su vida y hace seis se inició su presencia en el recuerdo y la permanencia viva de su ejemplo. Se fue dejando su vida en el camino que seguimos y su obra en los espacios que vivimos y por eso el legado de su existencia forma parte de nosotros”.
Indicó que, con espíritu humanista, su padre en su obra puso el sello de la superación nacional y un alto concepto de la escala humana en una dimensión de dignidad, integrando valores útiles, lógicos y estéticos al servicio de la sociedad.
Pocos saben, acotó el hijo del arquitecto, que Ramírez Vázquez fue maestro y que su proyecto arquitectónico más querido fue el aula rural prefabricada con la que buscó servir al país atendiendo a la niñez.
Su padre orientó su interés a la funcionalidad para optimizar el uso del espacio en el quehacer cotidiano, y fue un hombre “cuya pasión fue su trabajo, su inspiración nuestras raíces, su ambición de servir a México, una misión cumplida y su ejemplo, unos valores vigentes”.
Pero además de haber creado una impotente obra arquitectónica por lo cual fue reconocido en 1994 con el Premio Nacional de Arquitectura, precisó que Ramírez Vázquez fue un hacedor de instituciones, ya que participó en la organización de los 19 Juegos Olímpicos así cómo en la creación y puesta en marcha de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Cabe señalar que Pedro Ramírez Vázquez fue hijo de un comerciante de libros por lo que diseñó 22 mercados en la Ciudad de México, entre ellos el de La Lagunilla y el de Coyoacán.