ESTÉNTOR POLÍTIO
Miguel Ángel Casique Olivos
En Tabasco ayer se aprobó la «Ley Garrote» y ya hoy 1 de agosto ya entró en vigor; los diputados locales, el gobernador y el presidente de México, simplemente no hicieron nada para evitar que el derecho a la manifestación sea sancionado y amenazado; la puerta de la reacción está abierta y sancionará con multas y, si fuera necesario, con cárcel a quien proteste o cierre vías de circulación. Sin duda, esa «Ley Garrote» fue un traje a la medida para el Gobierno de la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador, y que usará contra sus enemigos políticos o contra todo aquel que le quiera reclamar o exigir que cumpla con sus obligaciones como gobernante.
De los ataques intensificados contra las protestas, marchas, mítines y plantones ahora se pasa a la represión y es en ese estado sureste, de donde por cierto es el mandatario nacional; esta acción sin duda servirá de punta de lanza para todos aquellos enemigos de la población y de la sociedad que no están de acuerdo con las protestas, pero que no dan ningún argumento de fondo, sino simplemente la satanizan y ahora quieren conculcarla.
Por ejemplo se olvidan que la manifestación y la protesta pública siempre son el último recurso que tienen los sectores olvidados y desprotegidos de México y del mundo para mostrar su inconformidad, con el objetivo e intención de inducir a los gobiernos municipales, estatales y el federal para que cumplan con una de sus tareas para lo que fueron electos: velar por el bienestar, seguridad y el buen funcionamiento la sociedad en su conjunto.
Los mexicanos debemos entender dos cosas. Primero, que desde el punto de vista de la reacción, es decir, de la clase en el poder político que tiene privilegios del sistema y que tiene todo, la única preocupación es defender su patrimonio, riqueza y la supuesta tranquilidad social; y, para que esto suceda, entonces deben suprimir los derechos más elementales de la mayoría de los mexicanos, como lo hicieron con la llamada «Ley Garrote».
Por otro lado, está la clase trabajadora, donde millones de mexicanos, en el caso de nuestro país la cifra ronda ya en los 100 millones, carecen hasta de lo más indispensable (salud, educación, recreación y empleo digno); es la que tenía, hasta ahora, garantizados sus derechos en nuestra Carta Magna; Constitución que los gobiernos de otros tiempos y época, aunque no les guste, la han respetado. Hoy esto comienza a cambiar.
Los que defienden la tranquilidad y el punto de vista de la reacción olvidan que nadie protesta o sale a la calle a sufrir hambre, agresión, sed o insultos por puro gusto, sin que tenga un motivo de fuerza mayor o motivo poderoso para realizar esa protesta. No se dan cuenta que detrás de la protesta hay una injusticia social, una demanda o petición elemental que no ha sido resuelta por parte de quien lo debe hacer, la autoridad gubernamental; hay oídos sordos y cero solución a problemáticas de la mayoría de la población, incluida desde luego la gente que llevó al poder a esos gobernantes.
Hoy ya se está olvidando que los verdaderos culpables de los problemas y molestias que causan las movilizaciones populares no son los indigentes y marginados que salen a las calles a jugarse la vida como un recurso extremo, sino los funcionarios insensibles, los políticos soberbios, prepotentes y altaneros que, creyéndose los dueños absolutos del poder y del país, se niegan a escuchar y atender las carencias y demandas de los necesitados y humildes. Hoy el derecho a la manifestación está en peligro por culpa de la 4T y sólo el pueblo organizado y educado puede defenderlo a capa y espada.
El clímax no político…
Lo que les espera a los poblanos. Hoy toma protesta como gobernador del estado de Puebla, Miguel Barbosa y termina una administración que apenas y logró salir o concluir tras los trágicos acontecimiento del 24 de diciembre donde perdieron la vida el senador Rafael Moreno Valle y su esposa, que había sido electa gobernadora, Martha Erika Alonso.
El gabinete poblano ya casi está definido en su totalidad, pero llama la atención que aún sin tomar protesta, ya hay renuncias anticipadas, otro dato que llama la atención es que hay funcionarios de fuera. Hoy se habla de que la transición será tranquila y que quizá Barbosa tenga que distanciarse un poco de López Obrador para que Puebla no se polarice más como el país.
Con la deficiencia de no contar con cuadros políticos de altura, la visión es que el poder en Puebla quedará como antaño, en manos del PRI, pero ahora con las siglas de Morena, es más, se sabe que Barbosa durará poco y que el poder absoluto quedará en manos de un hombre de apellido «Manzanilla». ¿Será?. Por el momento querido lector, es todo.