Miguel Ángel Casique Olivos
Alfonso Ramírez Cuéllar, presidente de las Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados, declaró la semana anterior –como si de remover el puñal se tratara–, que el Presupuesto de Egresos (PEF) 2020, que está en unos cuantos días se discutirá en la Cámara de Diputados, no contemplará Ramo 23 ni recursos para presidentes municipales. ¿Es en serio que no habrá recursos para las presidencias municipales?, ¿de verdad se va a dejar otra vez sin recursos a los municipios para la realización de obras y servicios? Todo indica que así será.
En una reunión “informativa”, Cuéllar aseguró sin más ante los presidentes municipales que la discusión de la Ley de Ingresos y el PEF para el siguiente año está en complicaciones serias pues hay un “problema de cierta gravedad en lo que se refiere a los ingresos públicos de todas las haciendas de nuestro país”; así, como si se tratara de algo sencillo y de una copia de las consultas lopezobradorescas, soltó un ¿cómo le vamos hacer?, y señaló que hay cosas que no van a regresar.
Sin titubear, el funcionario morenista dijo que no va a regresar el Ramo 23; pero que él como funcionario, y la 4T en general, se asumían “responsables de superar un situación difícil donde la obra pública en los municipios se ha debilitado con creces…donde las economías regionales en muchos lugares se encuentran paralizadas, y donde el agobio de los ayuntamientos es creciente por los endeudamientos, por la baja recaudación, por la dependencias de las transferencias federales, y por problemas que quizá también tienen que ver con nuestra responsabilidad, como el crecimiento de los gastos corrientes”.
Tales declaraciones, en boca de un funcionario de su rango, son negativas en estos momentos de crisis política en que se encuentra México; Ramírez Cuéllar está adelantando lo que de por sí ya está visible para los próximos días, un presupuesto que se aprobará a modo y que no va a tomar en cuenta las protestas e inconformidades que seguramente se presentarán en los próximos días, cuando se discuta el presupuesto; sus declaraciones, que aparentan gran descubrimiento y “verdadera” preocupación, no dejan de ser una amenaza para la sociedad y para los más de 120 millones de mexicanos.
Si la discusión del presupuesto se dará en “complicaciones serias” pues hay como dice él funcionario, “un problema de cierta gravedad”, ¿por qué no se hace algo para solucionar ese problema; porque qué él o el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no actúan para resolver de fondo el problema?. Ramírez Cuéllar en lugar de proponer algún cambio efectivo lanza la pelota al otro de la cancha y les dice a los alcaldes que es necesario “discutir una estrategia contracíclica para atender la situación trágica” que atraviesan los municipios en materia de obras públicas, pues lo destinado este año a los municipios para reconstrucción y lo referente a las ciudades fronterizas resultó insuficiente y “casi el 99.9 por ciento de los municipios se quedan sin recibir recursos para las necesidades más apremiantes”.
El reto del PEF 2020 sin duda alguna está hecho con los objetivos, y directrices de la 4T que encabeza López Obrador, es decir, se alinea a la política de “austeridad” que tanto ha cacareado el mandatario nacional y, seguramente, también debe alinearse para los gastos que el gobierno tiene contemplado para llevar a cabo y desarrollar sus “proyectos prioritarios” de gobierno, mismos que, por lo que ya hemos observado, son una misión difícil y complicada.
El próximo ocho de septiembre concluye la etapa de programación y es la fecha límite para que las autoridades hacendarias envíen el documento de política pública al Congreso de la Unión para su discusión, modificación y aprobación. Se estima que el presupuesto para 2020 deberá ser de un monto de seis billones 300 mil millones de pesos, superior al monto del PEF 2019 que constó cinco billones 814 mil millones de pesos.
Pero la Secretaría de Hacienda y la 4T tienen realmente un problema con el paquete económico, algo muy complejo, porque se requiere pagar muchos proyectos con pocos recursos; pero además, se deben sumar los gastos no programables como el pago de la deuda, que ya es superior a los 10 mil millones de pesos, las transferencias a estados y municipios, y las jubilaciones y pensiones. Uno de los grandes problemas al ejercer los recursos en 2020 necesariamente es lidiar con Pemex, pues el gobierno de López Obrador debe solucionar el boquete fiscal que dejará la empresa del Estado por un monto de 128 mil millones de pesos.
El ocho de septiembre llegará y la discusión se tendrá que hacer; los diputados tendrán trabajo, pero no se espera que vaya a haber un cambio sustancial; la orden de su Mesías se impondrá pero, ¿qué pasará con las protestas de presidentes municipales morenistas o no, de las organizaciones sociales o grupos políticos de los diferentes partidos que seguramente se harán presentes durante varios días en las afueras de la Cámara de Diputados?, ¿otra vez, se enviará a la Policía para reprimir a la población como hace un año? No sería eso lo más recomendable para la dañada popularidad del Presidente, y alguien tendría que decírselo, si es que él no se da cuenta. Y mientras, todo parece indicar que la crisis y el mal gobierno, con el PEF 2020, van a continuar. Por el momento, querido lector, es todo.