Entre las causas más estudiadas del desarrollo de la obesidad están la alimentación alta en grasas e hidratos de carbono, así como el sedentarismo. Recientemente se han descrito otros factores que contribuyen al desarrollo de trastornos en la función metabólica, uno de ellos es la perturbación de los ritmos biológicos.
La prevalencia de sobrepeso y obesidad, a causa de la dieta y el estilo de vida contemporáneo han aumentado en la población en las últimas décadas. Datos recientes indican que más de 30% de los adultos en México padecen obesidad, lo cual aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y trastornos metabólicos, explicó Lucía Mendoza Viveros, doctora en Biología Celular y de Sistemas por la Universidad de Toronto.
La investigadora que se hizo acreedora a una de las Becas para las Mujeres en la Ciencia L’Oréal-UNESCO-AMC 2019, señaló que la ritmicidad diaria en la conducta y los procesos fisiológicos de los organismos están regulados por el sistema circadiano, el cual es una adaptación evolutiva de los organismos al ciclo de 24 horas de luz y oscuridad por la rotación de la Tierra, lo que les permite ajustar conductas y funciones de acuerdo con el momento del día en el que se encuentren.
En los mamíferos el sistema circadiano está conformado por un “reloj maestro”, ubicado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, encargado de mantener las oscilaciones de 24 horas y sincronizarlas con claves externas, principalmente, con el ciclo del día y la noche; así como un “reloj molecular” ubicado en las células y que regula distintos procesos fisiológicos.
La falta de sincronía entre los estímulos ambientales o externos y el reloj interno de las células perturba al sistema circadiano, lo cual tiene impactos en la salud, tal es el caso de las deficiencias en las respuestas metabólicas, la propensión a la obesidad y el síndrome metabólico. Un ejemplo de lo anterior es que cuando ocurre una interrupción crónica de los ciclos de sueño-vigilia en los humanos, disminuye la tolerancia a la glucosa y la respuesta a la insulina.
Por otro lado, una dieta alta en grasas afecta varios aspectos del sistema circadiano, pero con una intervención cronoterapéutica, como restringir la alimentación al periodo más activo del organismo, es posible protegerlo contra la obesidad inducida por una dieta de este tipo.
Y aunque se sabe que el metabolismo —conjunto de funciones que regulan la obtención de energía— está controlado por el sistema circadiano, se desconocen los mecanismos por los que la maquinaria del reloj principal, ubicado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, regula la ritmicidad en la función metabólica.
Otro aspecto del que falta información, dijo la investigadora, es cómo afecta la alimentación alta en grasas a estos relojes hipotalámicos y por ende a la integración y respuesta a estímulos nutricionales. Por lo que con el proyecto “Relojes hipotalámicos en el control central del metabolismo”, la doctora busca responder a estas preguntas en modelos murinos (roedores).
A estos animales se les da un seguimiento de ganancia de peso y consumo de alimento, esto bajo una dieta estándar o balanceada en comparación con una dieta alta en grasas. Además, se les realizan pruebas fisiológicas, como la tolerancia a la glucosa y a la insulina; se hace un registro de su temperatura a diferentes horas del día, así como de su actividad locomotriz y su conducta alimenticia, detalló la científica.