ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
En el Estado de México (Edomex), el priista Alfredo del Mazo Maza podría ser, quizás, el último mandatario estatal de su familia y del grupo Atlacomulco, cuyo dominio político ha durado más de 60 años. El primer gobernador Del Mazo fue su abuelo, Alfredo del Mazo Vélez, quien encabezó la administración sexenal entre 1945 y 1951, cuando los periodos eran de cuatro años.
Del Mazo Vélez llegó a esta posición gracias a su amistad con su antecesor, Isidro Fabela quien, como mandatario interino y constitucional, llenó su gabinete con políticos oriundos de Atlacomulco. A este hecho se debe el nombre de este grupo, al que han pertenecido encumbrados militantes priistas, entre ellos tres de la familia Del Mazo.
Pero el actual gobernador del Edomex, Alfredo del Mazo Maza, a quien el pueblo llama el Goldenboy mexiquense por su aspecto físico y estilo de vida no aprendió las lecciones políticas de su familia; no parece entender que el PRI, con el que ganó la gubernatura, camina a paso veloz hacia la tumba. Del Mazo Maza no recuerda que en 2017, cuando obtuvo dos millones 40 mil votos, apenas quedó 169 mil 709 sufragios arriba de su contrincante Delfina Gómez, que estuvo a punto de perder y que su triunfo fue “por un pelito”, como se dice en jerga popular
El gobernador del estado que en algún periodo histórico fue considerado el “laboratorio político” del priismo nacional –entre otros antros alquímicos habidos en el centro y el sur del país– no quiere ver que la forma como desea hacer política hoy, es decir con base en los “dedazos” apuntados desde Los Pinos, ya caducó. Del Mazo Maza tampoco se da cuenta de que ahora no es suficiente tener padrinos o familiares políticos encumbrados para mantenerse en el poder. Esto se explica con lo que ocurrió a Enrique Peña Nieto quien, en 2012, ganó con 38.21 por ciento de las preferencias electorales (19 millones 219 mil 139 votos); pero, después de seis años de gestión presidencial, no logró que el PRI se mantuviera en los Pinos.
Por eso nadie puede comprender cómo es que el actual mandatario del Edomex no perciba aún la pésima opinión que la mayoría de la sociedad tiene de su administración y que no atienda las demandas de los mexiquenses que lo eligieron como gobernante.
Del Mazo Maza no entiende la realidad, no termina de aceptar que es urgente solucionar los problemas ciudadanos; que la población ya no está dispuesta contemplar pacientemente como se ignoran sus necesidades y demandas; el gobierno mexiquense no aprende de sus fracasos. Su grupo solo vela por sus intereses y se niega a resolver los problemas de pobreza, marginación y miseria extrema de sus gobernados; pero debería recordar que esta conducta lo llevó a su estrepitosa derrota en 2018, cuando perdió la Presidencia y retuvo por muy poco el gobierno del Edomex.
La buena relación política del gobernador mexiquense con el Presidente, obedece a una bien calculada estrategia de Del Mazo y del grupo Atlacomulco para absorber el golpe electoral de 2018, logrando que esta oligarquía local preserve privilegios. Por ello resulta verosímil la versión de que Alfredo del Mazo Maza está negociando la entrega del Edomex a Morena; los miembros del grupo Atlacomulco están dispuestos a cambiar de partido o siglas con tal de conservar el poder en la entidad más poblada de la República.
La imagen pública que Del Mazo intenta proyectar en los medios no busca atraer a los votantes, pues esta administracion ya está “a medio río”; además, otros políticos priistas –entre ellos algunos gobernadores– aspiran también a vivir en Palacio Nacional, por ejemplo el mandatario oaxaqueño Alejandro Murat y Omar Fayad, actual gobernador de Hidalgo.
En política, las consecuencias de ciertas decisiones pueden ser fatales, especialmente las que lastiman al pueblo humilde, que siempre ha sufrido el maltrato de las élites, como sucede hoy en el Edomex, donde 300 mil mexiquenses corren riesgo de sufrir hambruna; donde la inseguridad pública reporta índices de alza muy alarmantes: la trata de personas y el narcomenudeo se duplicaron, los feminicidios subieron el siete por ciento, las extorsiones 69 por ciento, los robos a negocios 32 por ciento, a casa habitación 12 por ciento y a los transeúntes 14 por ciento.
Hoy, ese pueblo empieza a tomar consciencia de que su situación de miseria tiene responsables y ya no está dispuesto a soportar a los malos gobernantes por tiempo indefinido.
Es cierto que los malos resultados y la pésima primera mitad de gestión de Alfredo del Mazo Maza pueden provocar que éste sea el último gobernante del grupo Atlacomulco; pero los priistas mexiquenses, más o menos conscientes de la realidad actual de la entidad y de México, quizás se vean obligados a entender que, en “el cambalache” partidista presuntamente hecho con Morena, corren el riesgo de que AMLO “les juegue chueco” y que en 2023 pierdan todo.
Por ello, es hora de que consideren que su posible salvación está en escuchar y atender a la población y gobernar para ella. ¿Alfredo de Mazo lo hará? Lo veremos muy pronto. Por el momento, querido lector, es todo.