Por: Adrián Pablo
|En las últimas semanas, la agenda nacional y mundial se ha centrado en un solo tema, el Covid-19, virus que desde noviembre del año pasado ha causado problemas a toda la humanidad conforme va expandiéndose a más países. En teoría, la principal tarea de las economías del mundo, desde el momento en el que se detecta el primer caso en su nación, es buscar los mejores métodos para tener a su población segura, detener el contagio masivo y cuidar que su economía nacional no ceda ante tan difícil situación; sin embargo, hemos visto que esto raramente ocurre, salvo casos tan extraordinarios como el de China, que el próximo 8 de abril levantará su cuarentena en Wuhan, lugar donde surgió la infección, y esto es gracias a las eficaces medidas del gobierno chino. Por el otro lado tenemos a países como Italia que ha registrado más de 62 mil infectados y más de 8 mil muertos, superando por mucho al país asiático.
De igual manera tenemos uno de los casos que más ha llamado la atención, no por sus rápidas medidas, sino por su indiferencia y negativas a implementar una cuarentena nacional. Estados Unidos ha pasado a ser el país con más contagios registrados, más de 81 mil (hasta el 26 de marzo) y se pronostica que la situación empeore en los próximos días, mientras que su presidente, Donald Trump, intenta mantener a los empresarios en calma: “los números van a aumentar y entonces van a empezar a caer y vamos a abrir de nuevo nuestro país para los negocios, porque nuestro país está destinado a estar abierto» declaró en los últimos días a la prensa.
Las medidas de nuestros vecinos del norte se han limitado a que cada estado, tiene la responsabilidad de elegir los métodos y tiempos en los cuales se activará la pandemia, lo que ha ocasionado que sólo 10 de 50 estados hayan tomado esta medida y los que no, han reaccionado como el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, quien aseguró que hay que salvar la economía y levantar las restricciones impuestas para frenar la epidemia de Covid-19: «Los que tenemos 70 años o más nos cuidaremos nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país». Esto, sumado a las declaraciones de Trump, quiere decir que no importa quién muera, lo importante es que la economía y los intereses de los poderosos estén a salvo.
Sin embargo, podríamos pensar que ese pensamiento es totalmente radical y que nunca se podría implementar en nuestro país con un modelo tan “humano” (sic) como el de la 4T con su lema de primero los pobres. Nada más alejado a la realidad, porque también tenemos los indignantes actos del Presidente donde invitó a la población a seguir su vida “normal”, diciendo que él decretaría cuándo ya no se pudiera salir: “no hacemos nada bueno, no ayudamos si nos paralizamos sin ton ni son, de manera exagerada”; en ese mismo sentido se suman las declaraciones de Ricardo Salinas Pliego, director de Grupo Salinas, gran amigo suyo y gran beneficiario de sus programas sociales.
Hace unos días el empresario, en un evento con accionistas, dijo que paralizar las actividades es falta de economía y significa hambre, por lo que pronto podría desatarse la delincuencia. «Este virus existe, sin duda, pero no es de alta letalidad, debemos olvidarnos de la ecuación equivocada que el virus es igual a muerte: no es cierto. Lo que sí podría ser mortal es el aislamiento y la crisis económica que dejaría a miles de personas sin empleo, sin servicios y eventualmente sin comida», añadió respaldando las medidas del presidente López Obrador. Estas declaraciones han ocasionado un gran debate en los medios de comunicación y las redes sociales, ¿la economía mexicana resistirá?, ¿qué pasará con los empleos, con el sustento de millones de familias?
Si en algo tiene de razón el señor Salinas Pliego, es en las repercusiones económicas que tendrán las familias, y que llevarán a la hambruna a millones de mexicanos. La población económicamente activa (PEA) consta de más de 57 millones de personas, de las cuales 96.4 por ciento se encuentra actualmente ocupada, sin embargo, es una cifra bastante engañosa, ya que el 56.2 de la PEA se encuentra en la informalidad laboral según el INEGI, es decir, se encuentran trabajando por su cuenta en servicios o negocios no registrados, muchos de estos empleados viven al día; con esto, más los más de 96 millones de pobres en nuestro país, la situación no pinta para nada bien.
Lo que podríamos ver en las próximas semanas es que millones de personas podrían salir a la calle, a pesar del peligroso virus, para exigir empleo o ayuda para comer, pues preferirán morir de coronavirus que de hambruna; no obstante, la indiferencia con la que defienden estos argumentos el señor Salinas Pliego y el presidente López Obrador es pasmosa, además de que no resuelven, de fondo, el problema. ¿Es acaso la única alternativa para los pobres de nuestro país? Por lo visto, ellos mantienen la misma visión que el vicegobernador citado arriba “que muera el que tenga que morir”, en tanto las grandes empresas como Grupo Salinas siguen produciendo ganancias.
Una idea de las medidas que se deben adoptar las propuso ya el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), las más importantes son: incrementar el presupuesto para el sector salud, condonación de cuotas a obreros y transferencias monetarias a toda persona mayor. Todo esto, sin embargo, es imposible sin una de las propuestas hechas desde hace años por el Movimiento Antorchista, una política fiscal progresiva, esto es, que paguen más impuestos los que ganan más, para que este dinero se ocupe, efectivamente, en mejorar los servicios de salud, educación, etc., además de garantizar un ingreso fijo para millones de familias. Esta propuesta nunca ha sido comentada por el gobierno de la 4T, es más, en el año 2019 se condonaron millones de impuestos a grandes empresas, y ahí estaba la de Salinas Pliego, nada más 14 mil millones de pesos dejaron de ingresar a la economía mexicana.
¿De dónde planea sacar López Obrador todo el dinero necesario para combatir la pandemia del Covid-19?, ¿del combate “contra la corrupción”? Esto, ya hemos comprobado, ha sido un fracaso. Es momento de tener un gobierno firme, que pueda garantizar todas estas condiciones y que en los tiempos de emergencia piense en todos y no solamente defienda los intereses de los ricos. Esos tiempos no llegarán nunca con la 4T.