Por: Manuel Pérez
|La Guerra de los 10 años de Cuba (1968-1978), iniciada como consecuencia del insostenible descontento social de los nativos cubanos, criollos, mestizos y esclavos tenían contra la ocupación española, los altos impuestos y el menosprecio de los intereses locales, se constituyó como la primera de las tres grandes guerras libradas por la independencia de la isla caribeña.
Como una de las principales figuras de la rebelión de 1868 encontramos a don Carlos Manuel Céspedes, terrateniente que cedió la libertad a sus esclavos para luchar por la descolonización, y marcó el inició de la guerra con el simbólico “Grito de Yara” en la finca La Demajagua de Manzanillo el 10 de octubre de ese año, fue en la intervención de Céspedes donde se cimentaron los ejes y el carácter de la guerra que acaba de empezar: antiesclavista, anticolonialista y por la liberación nacional.
Los logros más importantes que se consiguieron como consecuencia de esta guerra no fueron desde luego los establecidos en el manifiesto promulgado por Manuel Céspedes, sin embargo, ésta constituyo a una serie de guerras que abonaron el camino a la creciente insatisfacción cubana, además de ser una de las columnas del nacionalismo cubano, razón por la que, al cumplirse los primeros diez años del triunfo de la revolución cubana encabezada por Fidel Castro, y en vísperas del centenario de la llamada Guerra Grande, se estrenó, “La primera carga al machete”, una película cubana clásica dirigida por Manuel Octavio Gómez.
La cinta reconstruye, con un tratamiento híbrido de documental falso y vieja crónica, algunos fragmentos de la lucha independentista cubana iniciada en 1868, más específicamente en la ocupación de Bayamo, episodio de la guerra en que dos fuertes columnas de soldados españoles fueron diezmadas por el ejército de esclavos comandado por Máximo Gómez. La película respeta la esencia de la historia, con otras escenas de contexto como las reuniones hacendarias para acordar los principios de la lucha anticolonialista, trata de dejar en claro las motivaciones de los personajes criollos y el sentimiento de opresión por parte de un gobierno en el que no se sienten incluidos. Además de ilustrar el temperamento de los combativos esclavos, a pesar de su escaso conocimiento en la batalla.
Sin embargo, lo primero en saltar a la vista del espectador, es que en la cinta no existe un protagonista definido, la trama no recae en los hombros de ningún estelar, el personaje principal de esta historia, es el machete. La herramienta de trabajo de los obreros y esclavos de la industria cañera. Entre los personajes la herramienta es descrita como una extremidad más del cuerpo humano de los trabajadores, “al machete lo aprendemos a usar desde que uno camina, cuando andamos sin él nos sentimos incompletos”, el compañero de vida de la clase trabajadora, también formó parte en el proceso de la liberación cubana, y así queda grabado.
Entre los personajes españoles se cuenta el calvario de los soldados, que a pesar de contar con una sólida formación en el combate europeo, no estaban preparados para la lucha en bruto, cuerpo a cuerpo, pelear con hombres solo armados con machete y palos, ni las técnicas de guerrilla llevadas a cabo por los esclavos. “Ellos no nos ven como humanos, para ellos somos cepas, somos troncos, no podemos hacer frente”.
La puesta en cámara de Octavio Gómez no es más que un terrible acierto, con un filtro permanente de semi-rotoscopia, los personajes, crudas escenas de muerte y las desastrosas batallas se dibujan entre el realismo y la ficción, la historia y el mito se funden naturalmente pues el espectador no tiene que esforzarse para trasladarse al tiempo y espacio en que se nos quiere ubicar.
La edición con que la escena final se traza es sin duda, una bella metáfora de cómo manejar el machete, con la mano, y entrando suavemente en el monte hasta hacer el corte. Esta es sin duda, una pieza imperdible de la cinematografía no solo por la importancia histórica que en ella está, sino en la ejecución de la obra, como una muestra del buen cine al que la revolución del 26 de julio aspiraba.
En estos días de cuarentena, la recomendación es introducirse a cintas distintas a las que oferta el cine propagandístico de guerra maquilado en Hollywood por Estados Unidos, con historias huecas, lleno de esteroides e inapreciables efectos especiales; pues, contrario a lo que la máxima industria del cine nos quiere hacer pensar, con un machete y conciencia, el pueblo también puede luchar por la libertad.