El coronavirus, la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita y las políticas de la Cuarta Transformación constituyen una mezcla mortal que amenaza a Pemex y a las finanzas de México.
La combinación del derrumbe de la demanda, los precios bajos y los altos costos que enfrenta la petrolera estatal agravan su situación, consideraron especialistas.
«Pemex ya viene de una situación muy desfavorable y lo que enfrenta con este problema del coronavirus, el desplome de los precios, pone aún más presión a sus finanzas», señaló Felipe Pérez, directivo de IHS Markit.
A pesar de la transferencia por 5 mil millones de dólares que el Gobierno federal le realizó a Pemex el año pasado, la petrolera sigue siendo la más endeudada del mundo, con cerca de 105 mil millones de dólares de pasivos totales al cierre del 2019.
Por otro lado, el derrumbe del 20 por ciento de la demanda global de crudo y la guerra de precios provocaron que el precio de la mezcla mexicana haya caído 66 por ciento respecto al 20 de febrero, cotizándose el pasado jueves en 16.54 dólares por barril, precio muy lejano a los 49 dólares por barril que contempla el Presupuesto federal.
Así, con un costo promedio de producción de 14.2 dólares por barril, según datos de la propia petrolera, y sin contemplar impuestos ni costo financiero, muchos campos de Pemex han dejado de ser rentables.
Según un análisis de la consultora Welligence, sólo 20 por ciento de los campos siguen siendo financieramente solventes, entre ellos, Maloob, Zaap y Xanab.
Mientras que algunos de los que ya no son rentables son Jujo, Samaria y Chicontepec.
Como si todo esto no fuera suficiente, desde el 20 de febrero, el precio al mayoreo de la gasolina en la Costa del Golfo de Estados Unidos ha caído 63 por ciento.
Para Gonzalo Monroy, director de GMEC, incrementar la producción de gasolinas y petrolíferos como plantea la Secretaría de Energía no es conveniente para refinadores ineficientes, como Pemex.
«Los eficientes compran y almacenan crudo barato para fechas futuras», apuntó, «pero en el caso de Pemex, no hay dónde almacenarlo y, aparte, tiene pérdidas operativas en refinación».
El recorte de 400 mil barriles para México planteado por la OPEP le daba al País la excusa perfecta para racionalizar producción como sugieren los especialistas.
Sin embargo, la Cuarta Transformación se rebeló y «logró» que el recorte sólo fuera de 100 mil barriles. Esta decisión podría salirle cara a México.
En tanto, John Padilla, director de IPD Latin America, consideró que, para Pemex, el desplome en los precios es más grave, debido a sus ineficiencias y gran estructura de costos y deuda.
La estrategia de racionalizar producción petrolera y de refinación ya está siendo aplicada por petroleras globales.
Por ejemplo, Chevron recortará para este año en 125 mil barriles diarios de petróleo equivalente y recientemente la brasileña Petrobras anunció un recorte de 200 mil barriles.
Repsol de España reduciría refinación en alrededor de 10 por ciento y API de Italia dijo que cerraría temporalmente su refinería de Ancona, que tiene una capacidad de 85 mil barriles por día.
En este mismo sentido, Padilla resaltó que Pemex es incapaz de tener ganancias con los precios actuales.
«La última vez que Pemex ganó, el precio promedio trimestral (del petróleo) fue superior a los 60 dólares», resaltó.
Esta mezcla mortal se traduciría en problemas financieros graves para Pemex.
El año pasado Fitch Ratings degradó la calificación de su deuda al grado de basura, mientras que Standard & Poors acaba de bajarla un escalón, aunque aún la tiene en grado de inversión.
Moody’s la tiene apenas un escalón arriba del grado de deuda basura. Si esta calificadora la degradara, forzaría una posible venta en cadena de inversionistas institucionales, que tienen prohibido tener en sus portafolios deuda de empresas que tengan categoría de basura por dos calificadoras.
Los especialistas también advierten que si la deuda de Pemex se ubicara como deuda basura, afectaría de rebote a la deuda soberana de México, a la que Standard & Poors igualmente acaba de rebajarle su calificación.
De esta forma, los problemas de Pemex podrían arrastrar a las finanzas de México, al subir las tasas de interés que tendría que pagar al Gobierno federal para poder colocar deuda soberana en los mercados.