En una puerta de ingreso al Hospital número 1 del IMSS en Culiacán, Sinaloa, diariamente, de forma puntual, una enfermera hace dos apariciones: a las 6:00 horas y a las 11:00 horas de la mañana.
Porta un traje quirúrgico azul, cubrebocas, guantes de látex, goggles, una escafandra y una tabla con papeles donde lee nombres de pacientes graves por Covid-19.
Nombra en voz alta y un familiar de las decenas que aguardan información da un paso al frente. La enfermera lo remite al interior donde aguarda un médico protegido en su rostro con una máscara de vinil: es el portador de las buenas o las malas noticias.
Termina el protocolo y las personas vuelven a esperar. Se guarecen del sol con el mismo edificio o con los cinco árboles que están frente, en una jardinera.
Lo harán así durante horas, velando para más noticias o para recoger las prendas de sus familiares fallecidos, las cuales les entregan pese a un posible riesgo de contagio.
Ellos son testigos de cómo llegan y salen personas desde esas puertas. Vivas o muertas.
Ayer en el reporte de las 11:00 horas de la mañana, tras un lacónico mensaje del galeno apareció el cuerpo de una persona sobre una camilla. Detrás, dos mujeres en llanto. Una de ellas cargaba una bolsa transparente con un par de zapatos y ropa doblada.
Así nomás. Entrega la ropa y el cuerpo. «Tome la ropa, aquí está su familiar», dice.
«Ni modo que me vaya, ya me dijeron los de la funeraria que no se lo van a llevar, que no están agarrando los cuerpos enfermos», lamentaba un familiar de otro fallecido.
«Estoy esperando, me voy a quedar aquí por si se muere», contaba una mujer por teléfono.
En Sinaloa van 38 muertes en tres semanas.
No todas las agencias funerarias están recogiendo los cuerpos de las personas fallecidas por Covid-19.
El protocolo que emitió la Secretaría de Salud de Sinaloa establece que la cremación de los cuerpos será obligatoria en caso de fallecimiento por Covid-19.
Se debe evitar la realización de rituales fúnebres que conlleven reuniones o aglomeraciones de personas en contacto con el cuerpo.
De hecho, el ataúd debe estar cerrado y la disposición final se debe realizar lo más pronto posible, mediante la cremación en un rango de 12 horas después de que se confirmó el diagnóstico de muerte positiva a la enfermedad.
De acuerdo con el Ayuntamiento de Culiacán, en la ciudad sinaloense hay cinco hornos para incineración de cuerpos, aunque estos no alcanzarían si no se logran contener los contagios.
«Las cenizas pueden ser objeto de manipulación sin que supongan ningún riesgo», señaló Jorge Alan Urbina Vidales, comisionado estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.
Por eso, es posible que a las personas enfermas que entran por el pasillo de ingreso hospitalario, sea la última vez que la vean sus familiares. Es posible que sea una despedida sin abrazos, sin besos, sin palabras de agradecimiento.
«Ponen a la gente en pánico, te dicen hasta que se muere. Ahora estoy esperando a que salga un médico a que nos diga», explica una mujer a un par de hombres que recién habían llegado al hospital.